«Proposiciones» del Sínodo sobre la Eucaristía (1-50)

Proposición 25

La dignidad de la celebración

Todos los participantes en la Eucaristía están llamados a vivir la celebración con la certeza de ser pueblo de Dios, sacerdocio real, nación santa (Cf. 1 Pedro 2,4-5.9). En ella, cada uno expresa la propia vocación cristiana específica. Quienes entre ellos han recibido un ministerio ordenado lo ejercen según su grado: el obispo, los presbíteros y los diáconos. En especial, el papel de los diáconos y el servicio de lectores y de acólitos merece una mayor atención.

Los obispos sobre todo, como moderadores de la vida litúrgica, deben promover una digna celebración de los sacramentos en la propia diócesis, corregir los abusos y proponer el culto de la iglesia catedral como ejemplo.

Este Sínodo renueva su aprecio por la atención que los presbíteros ponen en celebrar la liturgia de manera dignas, «attente ac devote», para el mayor beneficio del pueblo de Dios. De este modo ponen de relieve la importancia de la fe, la santidad, el espíritu de sacrificio y la oración personal para celebrar la Eucaristía. Ha de evitarse el exceso de intervenciones, que puede conducir a una manipulación de la santa misa, como por ejemplo cuando se sustituyen los textos litúrgicos con textos ajenos o cuando se da a la celebración una connotación que no es litúrgica.

Una auténtica acción litúrgica expresa el carácter sagrado del misterio eucarístico. Ésta debería reflejarse en las palabras y en las acciones del sacerdote celebrante mientras intercede, con los fieles o por ellos, ante Dios Padre.

Al igual que todas las expresiones artísticas, también el canto deber estar en íntima armonía con la liturgia, contribuir eficazmente a su fin, o sea debe expresar la fe, la oración, la maravilla, el amor por Jesús presente en la Eucaristía.

Se ha de subrayar el valor, la importancia y la necesidad de la observancia de las normas litúrgicas. Que la celebración eucarística respete la sobriedad y la fidelidad al rito querido por la Iglesia, con un sentido de lo sagrado que ayude a vivir el encuentro con Dios y con formas incluso sensibles que lo favorezcan (armonía del rito, de las vestimentas litúrgicas, de los adornos y del lugar sagrado). Es importante que los sacerdotes y los responsables de la pastoral litúrgica den a conocer los vigentes libros litúrgicos (Misal, Leccionario) y la correspondiente normativa.

Para orientar a los fieles sobre el misterio celebrado, es necesaria una previa catequesis que favorezca su activa participación impregnada de auténtica piedad. Los ministros deben ayudar a esta plena participación con la proclamación de los textos y recomendando tiempos de silencio, gestos y actitudes adecuadas.

Compartir