Festividad del Corpus, día de la Caridad – 6 de Junio de 2010.
Celebramos este año la fiesta del Corpus Christi cuando nos disponemos a culminar en la Iglesia el Año Sacerdotal proclamado con ocasión de la celebración del ciento cincuenta aniversario de la muerte de Juan María Vianney, el Santo Cura de Ars.
A lo largo del año, los sacerdotes han sido invitados a reavivar el don que han recibido y a profundizar en la riqueza personal y comunitaria que significa el ministerio sacerdotal que se les ha confiado[1]. La figura del Santo Cura de Ars les ha motivado e iluminado para vivir el sacerdocio como expresión del amor de Dios con que se sienten amados y, al mismo tiempo, impulsados para que los hombres y mujeres de nuestro tiempo se sientan igualmente amados por el Dios del amor. En las palabras del Cura de Ars[2] y en obras suyas como “La Providencia”, orfanato para jóvenes desamparadas que resultó ser modelo en la Francia de su época para instituciones similares, han podido descubrir la radicalidad y la dimensión práctica del amor.
Ahora, en los últimos días del Año Sacerdotal que será clausurado en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, el próximo día 11, el misterio de la Eucaristía que celebramos y veneramos, misterio del Cuerpo entregado y la Sangre derramada de Jesús para la vida del mundo, ilumina de manera muy particular el ministerio de los sacerdotes. Ellos han sido llamados, consagrados y enviados por Jesús para ser transparencia de ese amor que salva al mundo amando a los hermanos y siendo Buena Noticia para los pobres[3]. Como la piedad popular ha entendido muy bien, en el Corazón de Jesús se manifiesta el misterio del amor de Dios, que, por la encarnación del Hijo eterno, nos ama también con un corazón humano.
.Por este motivo, invitamos a toda la comunidad cristiana a que este año la contemplación del Señor, presente verdadera, real y sustancialmente en la Eucaristía, bajo los signos del pan y del vino, nos lleve a valorar a nuestros sacerdotes como los hombres de la caridad, como los llamó Juan Pablo II[4], y a rezar especialmente por ellos, para que su ministerio sea una verificación y actualización del amor de Jesús ungido por el Espíritu y enviado «a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación de los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor»[5].
Por otra parte, al celebrar hoy el Día de la Caridad, os invitamos también a reconocer el servicio de los sacerdotes en el campo de la caridad y agradecer lo mucho que Cáritas debe al ministerio sacerdotal en todos sus ámbitos de realización -parroquiales, arciprestales, diocesanos, regionales y nacionales-, pues los sacerdotes no son únicamente los hombres del culto y de la palabra, son también los hombres de la caridad y tienen una tarea muy importante que realizar en la animación de la caridad y en la misión de presidir a la comunidad en la caridad.