Misas funerales diocesanas por el Papa Francisco

El martes 29 de abril se celebró en la Catedral de Santa María de La Seu d’Urgell el funeral diocesano por el Papa Francisco, presidido por el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives, y concelebrado por el Obispo Coadjutor Mons. Josep-Lluís Serrano.

Por la tarde del mismo día, en la iglesia de San Esteban de Andorra la Vella, se celebró la Misa funeral por el Papa Francisco, con la participación de las Autoridades del Principado de Andorra, encabezadas por el Excmo. Sr. Jefe de Gobierno y el Excmo. Sr. Síndico general.

Por la mañana, en la Catedral de La Seu d’Urgell, además de los Sres. Obispos, concelebraron la Eucaristía los Vicarios Generales, los miembros del Cabildo Catedralicio y muchos sacerdotes de la diócesis, que se unieron a la celebración como signo de comunión eclesial. Entre los fieles estuvieron presentes los miembros del Consejo Presbiteral y Pastoral diocesano, los miembros de las Comunidades de vida consagrada y un buen grupo de fieles. La Eucaristía contó con la presencia del Ilmo. Sr. Alcalde de La Seu d’Urgell, Joan Barrera, y del Representante personal del Copríncipe episcopal, Excmo. Sr. Eduard Ibáñez.

Por la tarde, en la iglesia de San Esteban de Andorra la Vella, además de los Sres. Obispos, concelebraron la Eucaristía el Arcipreste de las Valls d’Andorra, Mn. Ramon Sàrries, y los párrocos de las parroquias del Principado. La Eucaristía fue solemnizada por el “Coro de jóvenes de la Catedral de San Juan de Lyon”, con más de 50 jóvenes cantores.

Esta es la homilía pronunciada por el Sr. Arzobispo:

Ante el enigma de la muerte (como la llama el Concilio Vaticano II), y también en el caso de la muerte del Papa Francisco, hemos proclamado y escuchado el Evangelio de San Lucas que narra la muerte del Señor confiando su aliento al Padre, su sepultura en una tumba nueva (gracias a unos amigos fieles hasta el final) y el giro inesperado que todo sufrió: el anuncio del sepulcro vacío y las apariciones a sus discípulos, con el mensaje lleno de esperanza dirigido a las mujeres: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí”, no está entre los muertos, los que pertenecen al pasado de la historia y de la humanidad, sino que ha resucitado, ha entrado en la gloria de la divinidad, es el Señor, el Viviente, el Resucitado, el que hace nuevas todas las cosas. “Es el Alfa y la Omega”, nos ha dicho el Apocalipsis: la primera y la última letra del alfabeto griego. Es en Él que comienza la historia y Él quien la concluirá, en un Reino eterno con Dios.

Ha comenzado el cielo nuevo y la tierra nueva, pero todavía lo vivimos en esperanza.

El Papa Francisco reposa en Cristo, “se ha dormido en el Señor”, esperando ser despertado en la Vida eterna. Lo acompañan sus obras de servicio, de humildad, de amor, de solidaridad.

2.- El pasado sábado pude asistir con emoción contenida a las exequias del gran Papa Francisco en San Pedro del Vaticano (junto con el Obispo Coadjutor y el Excmo. Jefe de Gobierno de Andorra), y se me hizo evidente que debíamos acoger con devoción y responsabilidad su legado en la Iglesia y en la sociedad. Muchísima gente en todo el mundo ha mostrado hasta qué punto el Papa Francisco contaba en sus vidas y había sembrado paz, misericordia, humildad, dignidad, coraje y ternura.

El Papa Francisco ha hecho muchas aportaciones relevantes tanto dentro como fuera de la Iglesia Católica, pero probablemente su contribución más importante ha sido la promoción de una Iglesia misericordiosa y fiel al Evangelio, más cercana, humilde y comprometida con los vulnerables, que llegue a las periferias geográficas y sobre todo existenciales. Él quiso que la Iglesia fuera verdaderamente una Iglesia de los pobres, que saliera de su zona de confort y estuviera al lado de los excluidos, los migrantes, los pobres y marginados. Lo dijo abiertamente: “¡Cómo quisiera una Iglesia pobre para los pobres!”. Y por eso eligió llamarse Francisco como Papa. El primero en hacerlo.

Con sus cuatro encíclicas nos ha llamado a caminar a la luz de la fe con Lumen fidei (2013), después con Laudato si’ (2015) colocó la crisis climática y ecológica en el centro del discurso religioso global, destacando la responsabilidad de todos en el cuidado de la “casa común”. En octubre de 2020, publicó Fratelli tutti, sobre la fraternidad humana y la amistad social. Y la cuarta sobre el Sagrado Corazón de Jesús, Dilexit nos (2024). Con todo, seguramente ha sido la Exhortación apostólica Evangelii gaudium (2013), la alegría del Evangelio, su texto más programático. En él invita a la Iglesia a una renovación misionera llena de alegría; insiste en la necesidad de salir hacia las periferias para anunciar el Evangelio a los más necesitados; y critica las estructuras que generan desigualdad; reclamando una economía al servicio de las personas.

También favoreció el diálogo interreligioso y ecuménico, así como una actitud más acogedora y abierta hacia las mujeres y los migrantes, y hacia las personas homosexuales y transexuales, divorciadas, y otros colectivos que se sienten desfavorecidos o excluidos. Clamó contra “la globalización de la indiferencia” y defendió la vida en todas sus fases desde la concepción hasta la muerte natural, los niños y adultos vulnerables abusados, las personas con discapacidad, los ancianos y enfermos, que a menudo son descartados por la sociedad; y clamó por una economía que respete la dignidad de las personas y busque el bien común. Inició reformas en la Curia y en las Diócesis, buscando más sinodalidad, transparencia y acabar con la corrupción. Y todo ello con un estilo personal cercano, humilde y sencillo, expresándose con un lenguaje comprensible, que ha hecho que muchos se sientan más próximos a la Iglesia. Nos ha encargado profundizar en muchos procesos como los de la sinodalidad y el servicio a los pobres, que él comenzó con esfuerzo y compromiso, aplicándolo a las Diócesis y Parroquias.

​​[El Papa Francisco mantuvo una relación especial con Cataluña, marcada por su apuesta por el diálogo, la reconciliación y la justicia social. Aunque nunca visitó España, mostró una sensibilidad notable hacia las problemáticas del país y fue reconocido por diversos sectores políticos y sociales. Instó a entrar en procesos de diálogo y reconciliación, y advirtió que las ideologías polarizan, enfrentan, destruyen e impiden cualquier proceso de reconciliación. También pidió que España se reconciliara con su propia historia, especialmente la del siglo XX.]

En Cataluña y en Andorra, su pontificado está siendo muy valorado por su apertura y compromiso social, algo que constatamos especialmente en estos últimos días. En 2023 regaló la rosa de oro a la Virgen de Montserrat y mostró respeto por la lengua catalana. Y también en 2023 envió al Cardenal Secretario de Estado para valorar la historia centenaria y el camino que el Principado realiza en el presente, y asegurar que sería respetado en su transición ordenada, con el nombramiento de un obispo Coadjutor, algo que se llevó a cabo en la persona de Mons. Josep Lluís Serrano en 2024. Este Papa ha sido percibido en Cataluña y Andorra como un líder moral que ha promovido el diálogo, la inclusión y la justicia social, dejando un legado profundo en nuestra sociedad.

Recemos hoy por su descanso eterno en la casa del Padre. Ha amado y ha servido, ha sufrido y todo lo ha ofrecido por la Iglesia, por la paz del mundo y por quienes sufren. Ha sido amado por el Pueblo, que él llamaba “el santo Pueblo de Dios”.

Recemos también por los Cardenales de la Santa Iglesia Romana. Para que, reunidos en Cónclave desde el día 7, busquen lo mejor para guiar a la Iglesia en estos momentos críticos y lleven adelante el legado del Papa Francisco, con fidelidad a Cristo y sirviendo a los siervos de Dios.

+Joan-Enric Vives, Arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra

 

Celebración en la Catedral de Urgell:

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