Síntesis histórica del Obispado de Urgell
Iglesia sufragánea de la Metropolitana de Tarragona, con sede o capital en la ciudad de La Seu d’Urgell, tiene 7.630 Km. cuadrados y una población de 219.313 habitantes (según el censo del 2022): Es el de mayor extensión de los diez que tienen su sede en Cataluña y, por el contrario, el de población más escasa. Limita con los obispados de Vic, Solsona, Lleida, Barbastro-Monzón, Toulouse, Pamiers y Perpiñán. Ha estado fundamentalmente vinculado, desde los tiempos más lejanos, a las comarcas que durante la Edad Media constituyeron los condados de Urgell, Pallars y Cerdanya, con los que se identifica y forma una unidad histórica y geográfica mantenida hasta nuestros días. Ocupa, total o parcialmente, las comarcas del Ripollès, la Cerdanya, el Alt Urgell, la Segarra, Urgell, Pla d’Urgell, la Noguera, el Pallars Jussà, el Pallars Sobirà, la Alta Ribagorça y la Vall d’Aran. También, el Principado de Andorra, con 468 Km 2 y 84.062 habitantes de los totales más arriba mencionados.
Configuración territorial
La jurisdicción del obispado se extiende a 363 parroquias, aunque algunas tienen hoy una población muy reducida. Casi todas vienen de épocas lejanas, como lo denotan los mismos santos titulares de sus iglesias, pues los más repetidos son Santa Maria (en 90 iglesias parroquiales, además de la iglesia catedral), San Pedro (35), San Martín (29), San Saturnino (24), San Esteban (23), San Miguel (19), San Andrés (17), San Julián (12), Santa Eulalia (11), San Vicente y San Félix (10) … Muchas iglesias del obispado -parroquiales o no-, conservan, total o parcialmente, elementos de gran interés arquitectónico, y son treinta y seis las que tienen la consideración de Bienes culturales de interés nacional. Las parroquias, hacia el final del siglo IX, aparecen todavía agrupadas por valles y comarcas (pagus), sin precisión de los lazos que las unían. Sobre esta distribución, sin embargo, se constituyeron los ardiaconatos, transformados en decanatos en la segunda mitad del siglo XIII (Urgellet, Cerdanya, Bergadà, Vall de Lord, Urgell, Tremp y Montenartró) y, después, en oficialatos (Mayor, Cerdanya, Berga , Solsona, Cardona, Oliana, Ponts, Sanaüja, Guissona, Agramunt, Balaguer, Tremp, Sort, Tírvia y Cardós). Esta ordenación territorial, mudado en arciprestazgos en la época moderna, es meramente convencional y ha experimentado varios cambios en el transcurso del tiempo. Actualmente, son 9 los arciprestazgos, en tres circumscripciones.
El obispado ha sido, entre los otros de Cataluña, el que, por motivos predominantemente políticos, ha experimentado más cambios fronterizos a lo largo de su existencia: La pérdida de la Ribagorça (siglo IX), en beneficio de la sede de Roda, y la cesión de 144 parroquias del Bergadà, el Solsonès y una parte de la Segarra, en beneficio de la nueva diócesis de Solsona (1593-1623), más tarde, se hubo de adecuar el territorio a los límites entre Estados, y así, el año 1803, las veinticuatro parroquias de la alta Cerdanya, que desde el tratado de los Pirineos (1659) habían sido cedidos a Francia, pasaron también eclesiásticamente a este último país y en 1804, las veintiocho de la Vall d’Aran, circunscripción unida plenamente a las tierras catalano-aragonesas al menos desde el siglo XII, se anexionaron al obispado de Urgell, provenientes de la extinta diócesis gascona de San Bertrán de Comenge. En 1874 también se anexan a la diócesis la sesentena de pueblos que integraban las jurisdicciones hasta entonces exentas de Gerri, Mur, Montodó-Bonrepòs, orden de Sant Joan de Jerusalén y Meià. Finalmente, en el año 1956, el obispado ganaba las dieciséis parroquias del enclave de Artesa de Segre y dejaba, para Lleida y Barbastro, las diecinueve de la Franja de Ponent, agrupadas en tres enclaves.
Edad antigua y media
El obispado, sin excluir la posibilidad de un origen más remoto, estaba ya constituido a principios del siglo VI. El primer obispo conocido, San Justo, figura entre los participantes en el concilio de Toledo (531) y los de Lleida y Valencia (546). Sus sucesores también tomaron parte regularmente en los concilios de Toledo celebrados a lo largo del siglo VII. La sucesión episcopal, a pesar de la incertidumbre de nombres y de cronología, no fue interrumpida, según parece, por la invasión sarracena del 714. No obstante, durante el pontificado del obispo Félix (781-799), acusado de adopcionismo por los teólogos carolingios y, por este motivo, depuesto y confinado en Lyon, la ciudad de Urgell y su iglesia fueron completamente destruidas por los árabes, alrededor del año 793. Con el establecimiento de la Marca Hispánica, el obispado, como los recientemente restaurados, formó parte de la provincia eclesiástica de Narbona hasta producirse el restablecimiento de la sede metropolitana de Tarragona (1091). Los reyes francos intervinieron eficazmente en la reconstitución del país, impulsando su reconquista y poniendo los cimientos de su gobierno. Y libre ya el territorio, en buena parte, del poder de los árabes, promovieron, bien asistidos por nuestros primeros condes, la obra de una nueva catedral, levantada en la segunda mitad del siglo IX, en la que se asignan 289 pueblos o lugares, todo el área noroccidental del Pirineo.
Contemporáneamente, la Iglesia urgellesa, regida durante más de dos siglos (914-1122) por miembros de las familias condales, entró de lleno en el juego del sistema feudal, que le permitió formarse un extenso patrimonio señorial, el cual, entre otras poblaciones y territorios, incluía la ciudad de Urgell, les Valls d’Andorra, la Vall de La Llosa, la Vall d’Arques y la Ribera Salada, las poblaciones de Sanaüja, Guissona y, desde 1257, la de Tremp . Esto, sin embargo, le obligó a una cierta dependencia del poder superior de los condes. Sin embargo, la reforma gregoriana, introducida en el condado de Urgell durante los últimos años del siglo XI, precedida del cambio de la liturgia visigótica por la romana, reducía aquellas intervenciones de los laicos en los asuntos eclesiásticos y lograba la plena libertad de la Iglesia en los dominios espiritual y temporal. Por otra parte, el mantenimiento de aquellas posesiones originó una tirantez constante y unas incesantes luchas, a lo largo de toda la Edad Media, con los vizcondes de Castellbó y sus herederos, los condes de Foix.
El monaquismo
El monaquismo debió ser introducido en el obispado durante la época visigótica. Los monasterios de Tavèrnoles, Gerri, Codinet, Tresponts… son probablemente anteriores a la invasión sarracena. Estas fundaciones y las posteriores -la Vedella, Elins, Bagà, la Portella, les Maleses, Villanega, Oveix, Bellera, el Burgal, Lavaix, Alaó, Escales, Ovarra, Taverna, Gualter, etc-, a partir del siglo IX, y siguiendo el ejemplo de la mayoría de los cenobios entonces existentes en la Marca Hispánica, a menudo adoptaron la observancia benedictina, la cual se impuso como norma única de vida monástica en el siglo siguiente. Estos monasterios, junto a la organización parroquial y de las canónicas (La Seu d’Urgell, Solsona, Cardona, Organyà, Ponts, Ager, Mur, Tremp), tendrían una gran influencia en la cristianización del país y en su desarrollo humano, cultural y económico. Las canónicas derivaron en colegiatas por su secularización (1592) y, a causa de su decadencia, el concordato de 1851 las abolió, junto con las otras preexistentes (Castellbó, Guissona, Balaguer …). Mur y Ager fueron sin duda las colegiatas canonical, exentas de jurisdicción episcopal, más famosas de toda Cataluña.
Entretanto, dos grandes obispos, que al poco de haber muerto merecerían el honor de los altares, regieron la sede urgellesa: Ermengol (1010-1035), verdadero Pater Patriae atque Patronus, que supo conducir a su pueblo al grado más alto de civilización y de progreso de aquel tiempo, y Odón (1095-1122), providente animador de la obra de la actual catedral, que venía a ser una especie de voto general de acción de gracias por la liberación total de la diócesis del yugo musulmán, puesto que, con la conquista de Balaguer en el año 1106, prácticamente se habían redondeado sus antiquísimas fronteras.
La Canónica o vida en común de los servidores de la catedral existía ya en el siglo IX, pero fue en el año 1010 cuando fue restaurada y redotada convenientemente. Esta comunidad, durante la baja edad media, tenía entre otras atribuciones la de elegir el obispo. A finales del siglo XIII, la Canónica fue relevada por el Capítulo que, en el ámbito civil, ejercería un firme señorío territorial que le daba derecho a tener representación en Les Corts catalanas. Esto explica que Pau Claris y otros cuatro canónigos de la Seu d’Urgell hubieran alcanzado la Presidencia de la Generalitat de Cataluña. Con todo, cabe decir que, bajo el estímulo y la dirección del Capítulo, nacieron y crecieron una gran diversidad de instituciones educativas, benéficas y piadosas; igualmente que, hasta el concordato de 1851, esta corporación, por medio del canónigo curado, atendió el servicio pastoral de la población.
Los Sínodos, instituidos en el siglo XIII y celebrados en el obispado, como todo, con periodicidad diversa, han sido unos treinta, el último de los cuales corresponde al año 1828. En la época moderna, sobre todo desde el Concilio II del Vaticano, todo se ha tendido a sustituirlos por nuevos organismos, de gobierno y de pastoral, más ágiles, como son los consejos (episcopal, presbiteral, pastoral y asuntos económicos), las delegaciones diocesanas y las comisiones, y también las asambleas.
La crisis albigense, (siglos XII y XIII) afectó notablemente la zona más septentrional del obispado, dado que los centros principales del catarismo se ubicaban en territorios fronterizos, al mediodía de Francia (Toulouse, Foix, Carcasona …). Su actividad resultó especialmente violenta en la Cerdanya, donde fueron expoliades y destruidas muchas iglesias, y la Seu d’Urgell, con el saqueo de la ciudad y la catedral (1195). Todo ello, pese al celo desplegado por los frailes dominicanos, introducidos en la Seu d’Urgell (1266) y Puigcerdà (1291), y que llevó al martirio los beatos Pere de la Cadireta, Bernat de Travesseres y Ponç de Planès.
Durante los siglos XIV y XV los obispos fueron nombrados directamente por la Santa Sede, aunque algunos de ellos prácticamente no residieron en la diócesis. A finales del siglo XIII las rentas del obispado eran valoradas en unos 200.000 sueldos barceloneses y, a mediados del siglo XV, en 4.000 ducados, el 60% de los cuales correspondía a los centros comunitarios (monasterios de monjes, canónicas, órdenes mendicantes y casas de los órdenes militares). En el siglo XVII, la renta ascendía a 8.000 escudos y la tasa que había que satisfacer a la colectoria apostólica era de 2.000 florines.
Edad moderna y actual
La reforma tridentina encontró en el obispo Capella (1588-1609), secundado por Josep de Calasanz, un decidido promotor, que maldà también para impedir la penetración de los hugonotes, erigió el Seminario conciliar (1592)-cronológicamente, el tercero entre los de Cataluña , detrás de los de Tarragona y Girona-, y fundó en la Catedral el colegio de Sant Andreu (1601-1767), que confió a la Compañía de Jesús.
A partir de esta época (siglo XVII) aumentaron los nombramientos de obispos de presentación real, procedentes de otras regiones del estado español -la totalidad en el periodo comprendido entre los años 1695-1827-, con la consiguiente castellanización de los documentos emanados de la autoridad episcopal y de los administrativos en general. Esto, sin embargo, no afectó a la predicación de carácter popular, la enseñanza de la doctrina cristiana ya la administración de los sacramentos: Entre las clases populares y en las comarcas rurales-mayoritarias al obispado-, la fidelidad a la propia lengua subsistir plenamente, y no obedeciendo a una actitud reivindicativa sino, más bien, el mantenimiento de un hábito tradicional.
Con la abolición del feudalismo (1811-37) la Iglesia de Urgell perdió la jurisdicción y los derechos señoriales ejercidos en diversos lugares y poblaciones del obispado, a excepción de las Valls d’Andorra, de donde los obispos de la Sede urgellesa son príncipes o jefes de estado, título y atribuciones que comparten con el presidente de la República francesa. La constitución de 1993, de la cual el copríncipe episcopal ha sido el pionero y un impulsor constante, ha proclamado Andorra Estado independiente, de derecho, democrático y social. Durante el pontificado del obispo Guardiola (1827-1851), adherido a la causa carlista y exiliado por este motivo (1835-48), el gobierno español había trabajado duro por la supresión del obispado, descartada poco después por el concordato de 1851; al mismo tiempo, tuvo parte descaradamente en los asuntos del principado de Andorra.
Corresponden también a esta época (1835) las primeras leyes de exclaustración, que se convierte en general y desamortitzadora a partir de 1837 y que motivó el cierre, entre otros, de las casas religiosas siguientes: Benet de Gerri, premostratenses de Bellpuig de les Avellanes, trinitarios de Balaguer y Bellvís, frailes menores conventuales de Balaguer, dominicanos de la Seu, Puigcerdà, Balaguer y Tremp, mercedarios de Agramunt, agustiniana de Sanaüja, carmelitas de Balaguer y Salgar, capuchinos de Tremp… El obispo sucesor, Caixal (1853-1879), a pesar de la existencia de un concordato que, entre otras cosas, intentaba regularizar la vida religiosa, se encontró con la ejecución del real decreto de desamortización general de los antiguos bienes de la Iglesia (1855-56) que, en un obispado básicamente rural y agrícola como el de Urgell, tan duramente debería afectar a la financiación de su acción pastoral. A pesar de ello y los reiterados rechazos que debió soportar, audaz y sin ninguna otra colaboración que la de sus diocesanos, emprendió la construcción de un nuevo y moderno seminario (1860), que se estrenarán en 1886. En 1853 había creado el Boletín oficial eclesiástico, cuando sólo nueve obispados de España lo tenían.
Tres institutos religiosos han nacidoen el obispado: las Hermanas de la Sagrada Familia d’Urgell (La Seu d’Urgell 1859), los Hijos de la Sagrada Familia (Tremp 1864) y las Hermanas del Ángel Custodio (Puigcerdà 1887) . Como familia religiosa más antigua, todavía presente en el obispado, cabe citar las monjas Clarisas de Balaguer, siglo XIV. A partir de mediados del siglo XIX se aumentó, en la diócesis, la presencia de congregaciones con tareas educativas y asistenciales.
Los santuarios de más renombre al obispado son el del Sant Crist de Balaguer, el de la Virgen de Núria y, en el Principado de Andorra, el de Nuestra Señora de Meritxell. La iglesia catedral (1905), el santuario de Meritxell (2014), el santuario de Nuria (2014), el santuario del Santo Cristo de Balaguer (2016), y la iglesia parroquial de Tremp (1923) tienen título de basílica, y han recibido la coronación canónica las Vírgenes de Meritxell, en Andorra (1921), Valldeflors de Tremp (1922), Miracle de Balaguer ( 1955), Núria (1967) y Canòlich de Sant Julià de Lòria (1999). La Virgen de Núria, conjuntamente con san Ermengol, es patrona principal del obispado (1956), mientras que Sant Ot lo es de la ciudad de Urgell (1133).
La persecución religiosa de 1936 costó la vida a 107 miembros del presbiterio diocesano y a un buen número de religiosos y otros fieles, y comportó la destrucción de una parte muy importante del patrimonio religioso-cultural del obispado. Algunas de aquellas personas martirizadas ya han sido beatificadas por la Iglesia y, de muchas otras, se ha iniciado el proceso canónico correspondiente. El Hno. de La Salle, Jaume Hilari, hijo de Enviny, ha sido, en el ámbito de todo el Estado, el primer mártir canonizado (1999) de los que recibieron la palma martirial en esa conflagración.
Archivos y Museo Diocesano de Urgell
El anuario Urgellia, órgano de expresión de la Sociedat Cultural Urgel·litana (1977), se encarga de la edición del fondo documental del archivo capitular y de la publicación de artículos especializados sobre la historia del obispado y la revista Església d’Urgell (1972) ofrece orientaciones, documentación, estudios e información de interés diocesano, con el claro objetivo de mantener en nivel alto los sentimientos de pertenencia diocesana de las personas y de las comunidades.
El museo diocesano de Urgell, creado en 1957 y notablemente mejorado en 1988, se ha convertido en una institución modélica en su género dentro del ámbito del país, y constituye una antología de objetos religiosos de todos los estilos, desde el siglo X al XVIII. Por otra parte, el fondo documental y bibliográfico de la catedral, y el archivo capitular (unos 6000 pergaminos, 152 códices, 105 incunables …) y el archivo diocesano, conjuntamente con el más antiguo de las parroquias, está reunido en la Casa del obispado (1977), para un mejor mantenimiento y para posibilitar una utilización más provechosa.