El Camino de Santiago en nuestra diócesis es una joya escondida, perfecta para quien busca profundidad espiritual y autenticidad. Ya sea por devoción, por interés histórico o por amor a la naturaleza, esta ruta ofrece una experiencia única que nos acerca a la espiritualidad.
Ciertamente, el Camino de Santiago, con destino final en Santiago de Compostela, es una de las peregrinaciones más emblemáticas del mundo cristiano… y en Cataluña hay una ruta que lleva hasta allí… quizás menos conocida, pero llena de historia y espíritu, que atraviesa la Diócesis de Urgell, en la parte del territorio que abarca comarcas como el Alt Urgell, la Cerdanya, la Noguera y el Pallars Sobirà. Este camino no solo conecta a los peregrinos con la tradición jacobea, sino que también descubre un patrimonio religioso único y unos paisajes de una belleza extraordinaria en algunos tramos.
Seguir la huella del Camino a través de la Seu d’Urgell y el Pirineo
El Camino Catalán por el Interior, que enlaza con el Camino Francés en Zaragoza, pasa por el corazón de la Diócesis de Urgell. Los peregrinos venían desde antiguo desde Francia, desde la costa gerundense o desde lugares al pie del Cadí. Hoy en día, a menudo el trayecto se puede iniciar desde Montserrat o Lleida, dirigiéndose hacia los Pirineos para llegar a la zona norte de la península ibérica. Al llegar a la diócesis, se puede vivir y seguir sin prisa el rastro del testimonio de la devoción jacobea, y muchos de los templos muestran con valentía la huella del románico en su estructura y en su interior.
Algunos de los lugares clave incluyen La Seu d’Urgell, capital espiritual del Alt Urgell, con la Catedral de Santa María, y muy cerca, en la misma comarca, en Toloriu, también se encuentra su iglesia parroquial dedicada a Santiago. Y en el Principado de Andorra encontramos varias capillas e iglesias: Santiago de Ransol, en Canillo; Santiago de Engolasters en Escaldes-Engordany; San Felipe y Santiago de los Cortals en Encamp.
En la Vall de Núria, San Jaime de Queralbs, de origen románico. En la Cerdanya, Bellver de Cerdanya, la villa medieval tiene la iglesia dedicada a Santiago; Travesseres, con su pequeña ermita de Santiago en medio de las montañas… Y ya entrando en el Alt Urgell, el Camino transcurre a menudo por las orillas del río Segre y coincide en gran medida con las obras atribuidas al obispo de Urgell San Ermengol. Hay un tramo recuperado en esta comarca, señalizado por el Consejo Comarcal, con una distancia total de 44 km señalizados. Podemos orar en la ermita de Santiago de Graell, en Oliana; o en la pequeña ermita junto al camino que va de Gósol a Tuixent, también dedicada a Santiago… todos ellos son lugares ideales para una parada contemplativa, en plena naturaleza. También en Sant Joan de l’Erm, donde había un antiguo monasterio románico que servía de refugio a los peregrinos (Alt Urgell), o Sort, un punto de paso de peregrinos. Y entrando ya en el Pallars Sobirà, Santiago de Berrós en Esterri d’Àneu; Santiago de Arties en la Val d’Aran; y yendo hacia el Pallars Jussà, Santiago de Envall, en la Pobleta de Bellveí.
Si paseamos por el sur del obispado, encontraremos el recorrido marcado por Santiago de El Canós, en la Figuerosa; Santiago de Bellveí de Palou de Florejacs; la ermita de Santiago de Cal Trepat en Agramunt… paradas discretas pero llenas de simbolismo.
Santiago, Patrón del Peregrino: seguimos sus huellas en las iglesias de la diócesis
Si el tiempo no permite recorrer el trazado, siempre hay tiempo para seguir la presencia del santo que se refleja en numerosas iglesias y ermitas de la diócesis, ya sea en la advocación del templo o en su representación en retablos o imágenes. Añadiremos a la lista Vilanova de la Sal, en el Pallars Jussà, cuya iglesia parroquial, de origen románico, está dedicada a Santiago. Y muchas parroquias y ermitas conservan obras de arte dedicadas al santo; como en San Pedro de Alàs (Alt Urgell), donde hay un retablo barroco con una talla de Santiago; o en San Clemente de Taüll, donde hay relieves románicos con iconografía peregrina.
La experiencia de una peregrinación va más allá del simple hecho de caminar o de un reto físico; es un viaje interior que nos lleva al silencio, a la oración y al encuentro con el patrimonio sagrado; y que además nos permite conocer el patrimonio románico, pueblos medievales y tradiciones vivas. Y siempre, como telón de fondo, la naturaleza. Los Pirineos como compañía, con bosques, valles y cumbres que inspiran paz.