Fiesta de San Julián de Loria (Principado de Andorra)

La Parroquia de San Julián y San Germán, en el Principado de Andorra, celebró la fiesta patronal de Sant Julià con una misa solemne que fue presidida este año por el Arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra, Mons. Joan-Enric Vives, como un acto de la Visita Pastoral, y concelebrada por el Obispo Coadjutor, Mons. Josep Lluís Serrano, y por el Rector de la Parroquia, Mn. Pepe Chisvert y los sacerdotes de los Valles de Andorra, con el Arcipreste, Mn. Ramon Sàrries. Asistieron una gran cantidad de fieles encabezados por los Hbles. Sres. Cónsules de la Parroquia, Cerni Cairat y Sofía Cortesao, el resto de la Corporación Comunal, así como los Ministros y Consejeros Generales hijos de la Parroquia de San Julián de Loria, con el Embajador ante la Santa Sede.

Mons. Vives en su homilía, glosó las lecturas proclamadas, subrayando como todo mártir, como San Julián lo fue, nos recuerda que la vida cristiana es lucha y sacrificio porque seguir a Cristo es algo exigente, que reclama integridad de vida y coherencia con la fe vivida y testimoniada. En este sentido animó a los fieles a saber valorar el espíritu de servicio y de generosidad que la vida reclama de todo bautizado, especialmente también de los servidores públicos, que a veces deben ser capaces de buscar el bien más alto y el interés común por sobre los propios intereses. Recordó cómo las generaciones pasadas nos ayudan porque supieron dar lo mejor de sus vidas, esfuerzo y trabajo para construir el Principado de Andorra con sacrificio y cómo son un ejemplo de lo que puede conseguirse gracias al esfuerzo, la perseverancia y la constancia. Glosó la Primera Carta de San Pedro que afirma que “mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal”, y por eso pidió perseverancia en el bien y en los compromisos adquiridos a la hora de hacer el bien. Glosando el Evangelio destacó cómo Jesús provocativamente afirma que ha venido a llevar la «división y no la paz» para indicar que su seguimiento reclama una opción de vida coherente que a veces puede llevar a incomprensiones o problemas, como los mártires experimentaron, y que les llevó a dar su vida por amor a Jesús y a los demás. Por eso recordó el dicho evangélico «quien quiera guardar su vida en su poder la perderá, pero el que la habrá perdido por causa mía, la reencontrará». Debemos entender que lo más importante de la vida, los regalos más grandes, no son los materiales sino la vida y la fe recibidas como un don por parte de Dios. Y que quienes nos aman nos han ayudado a mantener.

Al final de la celebración eucarística se cantaron los gozos en loor de San Julián de Loria, y después tuvo lugar una recepción con los Cónsules y las Autoridades en la Casa del Comú.

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