Las Jornadas de Teología se celebraron los días 30 y 31 de agosto con una buena respuesta de asistencia: cerca de 130 maestros y profesores de religión, catequistas, religiosas y sacerdotes, y numeroso público interesado en el tema “El camino de la belleza: arte, naturaleza y Dios” que propusieron el Dr. Francesc Torralba y la Dra. Rosa Ribas.
Las jornadas se iniciaron a las diez y media de la mañana con la bienvenida del Delegado de Enseñanza, Mn. Pepe Chisvert a los asistentes, y con la presentación y las palabras de apertura del Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives. Mons. Vives agradeció la buena respuesta en estas jornadas, hizo un repaso de la temática que reflexionarían y animó y alentó a los asistentes a mirar y ver con sensibilidad lo que nos rodea, sobre todo en lo que respecta al arte religioso, más allá de su apariencia, porque existe un código de transmisión de valores comunes que a los católicos nos ayuda a mantenernos unidos.
La Dra. Rosa Ribas fue la encargada de las ponencias del martes día 30, tratando en profundidad el tema de la simbología en el arte. Articuló su discurso en tres apartados. El primero, hablando de lo visible a lo invisible, donde trató de los símbolos del espacio, los símbolos gráficos y las imágenes del mundo animal, vegetal y antropomórficas; el segundo lo centró en las representaciones del Dios Trinidad, y el tercero, después de comer, hizo una incursión -detallada y con muchos ejemplos- en la imagen de Cristo y su evolución en el arte.
En el primer bloque, la ponente habló del tratamiento del infinito como un símbolo que no se cita directamente en la Biblia, pero de lo que se habla indirectamente, haciendo referencia a ello; del espacio creado: el cielo, la tierra y el agua; del espacio habitado, como las ciudades o santuarios y del espacio más allá del espacio, es decir, del Paraíso. También habló de los símbolos gráficos: las combinaciones de letras como la conocida alfa y omega (Yo soy Alfa y Omega, principio y fin. Ap 21 4-6); la utilización de los números como una simbología compartida que puede indicar excelencia, totalidad, perfección, cosmos, universalidad o responsabilidad humana; el uso de los colores y su simbología; y también habló ampliamente de las imágenes utilizadas de los animales y el simbolismo que esconden cuando son utilizados como código: el pescado, el cordero, el pelícano, el león, el ave fénix, el pavo real o la paloma, entre otros.
En el segundo bloque, habló de las representaciones del Dios Trinidad, repasando las abstractas, figurativas, de Dios padre y del Espíritu Santo, la Dra. Ribas señaló las diferencias entre el triángulo equilátero, el ojo de la providencia, tres círculos entrelazados, las tres ventanas de una torre y algunos otros; también analizó la simbología de los huéspedes de Abraham, la triple imagen de Cristo, el hijo a la derecha del padre, la Trinidad con la esfera celeste, la coronación de María…; también hizo un repaso de las imágenes de Dios: Dextera Domini, el Anciano de los días, el Emperador celestial y el Júpiter cristiano, y de las representaciones del Espíritu Santo: la paloma, las lenguas de fuego, la luz.
Terminó sus didácticas alocuciones con un exhaustivo repaso con imágenes muy bien escogidas, de las imágenes de Cristo en el arte, empezando por las primeras: que se mantienen entre el símbolo y la figura, centrando la atención en el rostro del Señor y la búsqueda del verdadero icono que hacen los artistas, cómo se fija el icono, qué significa la figura de Cristo en majestad en el románico: la majestad del juez universal. Por último, trató a Cristo sufriente del gótico, el hombre perfecto del Renacimiento y el Cristo del barroco y tratamiento de la imagen de Cristo en los siglos XIX y XX.
El miércoles día 31, el Dr. Francesc Torralba también hizo tres bloques: trató primero de la Belleza y la fealdad en la posmodernidad, la via pulcritudinis, y finalmente, por la tarde trató de la belleza y la bondad como una unidad, siguiendo el concepto que sugiere el filósofo Ludwig Wittgenstein.
La primera ponencia fue una reflexión sobre qué son la belleza y la fealdad: éste es un tema sobre el que han reflexionado muchos filósofos contemporáneos y que ha sido tratado ampliamente desde la posmodernidad. Hay muchas y diversas percepciones de la belleza, que marcan generaciones enteras y forma de entender el mundo y la realidad. A pesar de estas diferencias, debe haber un consenso mínimo: lo que establecen los cánones de belleza más temporales superado por las concepciones de la armonía, la bondad y el bienestar común.
En el segundo bloque, el Dr. Torralba habló en profundidad de la “vía pulcritudinis”, es decir, lo pulcro, bonito. Revisó cómo a lo largo de la historia, uno de los caminos para acercarse a Dios es el camino de la belleza. Lo hizo a través del pensamiento de dos filósofos distintos: Hans Urs Von Balthasar y Romano Guardini. Destacó cómo el teólogo y sacerdote von Bathasar pone por delante el amor y de ese modo, la belleza es el resultado del amor. Es un amor que cura la culpa, el sufrimiento, el sinsentido de la absurdidad y de la muerte. Siguiendo el hilo del pensamiento de Guardini, que se puede encontrar en su obra “La esencia de la obra de arte”, desgranó qué ocurre con la belleza en relación con la naturaleza, pintura, escultura y especialmente la música, disciplinas que se caracterizan por poder elevarnos a Dios. Especialmente sobre la música, recordó que transporta hacia el enigma del mundo y nos lo hace trascender en nombre de Dios. Hay que afinar el oído interior para orar y vincularse con Dios.
En el tercer bloque, habló de la belleza y la bondad: salir o explorar la belleza e ir más allá con la bondad. La investigación de la bondad nos lleva a la ética y que es lo que nos lleva a ser buenos. La bondad y la belleza son uno, tal y como en el libro Tractatus logico-philosophicus explica el filósofo Ludwig Wittgenstein de 1921, en el que propone que ética y belleza son lo mismo. La ética trata de analizar lo bueno y lo malo, lo valioso y el sentido de la vida, que es inexpresable y nos lleva a lo trascendental. Torralba llegó a la conclusión de que pulcritud y bondad son lo mismo, son uno.