La XXII edición de la Cátedra de Pensamiento Cristiano se celebró el sábado 10 de mayo, en el Seminario Diocesano de La Seu d’Urgell, organizada por la Delegación de Enseñanza del Obispado de Urgell. Fue presidida por el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives, acompañado por el Obispo Coadjutor, Mons. Josep-Lluís Serrano, y contó con la asistencia de unas setenta personas, entre ellas muchos equipos de pastoral parroquial, laicos comprometidos, seglares interesados en esta temática y sacerdotes.
El tema de este año fue “El deber de hospitalidad”, desarrollado por las ponencias del Dr. Joseba Achotegui, psiquiatra y profesor de la Universidad de Barcelona; el Dr. Joan Orrit, director gerente de la Fundación Hospitalarias Sant Boi; y el Dr. Francesc Torralba, director de la Cátedra de Pensamiento Cristiano y doctor en Filosofía y Teología por la Universidad de Barcelona. Ofrecieron diversas perspectivas reflexionando sobre el papel del anfitrión y del huésped, sobre el acto de acoger en un sentido amplio desde una clave cristiana y meditando sobre el carisma de la hospitalidad, tan fecundo a lo largo de la historia de la Iglesia.
El Arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra, Mons. Joan-Enric Vives, pronunció el discurso de bienvenida a los asistentes y ponentes, destacando la importancia de la hospitalidad como un elemento distintivo del cristiano, aunque no exclusivo. Mons. Vives animó a los presentes a volverse más hospitalarios. Destacó también esta hospitalidad en el carisma de las Hermanas Hospitalarias de San Benito Menni. Esta congregación será la encargada de gestionar el nuevo Centro de Salud Mental del Pirineo, que actualmente se está construyendo en el ala de San Luis del Seminario Diocesano de La Seu d’Urgell. Para él, la hospitalidad es un elemento central en la vida del creyente, como encontramos en la Biblia, desde el Génesis 18 hasta Jesucristo, que acoge a todos. La hospitalidad, el acto de acoger, es un gesto social, pero también mucho más: es un acto de amor. Mons. Vives también agradeció el don de tener un nuevo Papa, León XIV, y glosó su figura, esperando el inicio del pontificado, previsto para el próximo domingo 18 de mayo.
“El síndrome de Ulises. Radiografía del huésped que llega”, a cargo del Dr. Joseba Achotegui, trató sobre el duelo migratorio extremo planteando una pregunta: si para los seres humanos migrar es un fenómeno natural ligado a las leyes de la evolución, siendo la capacidad de emigrar una señal distintiva de nuestra especie, ¿por qué hoy en día nos afecta tanto?
Según Achotegui, la respuesta se encuentra en las terribles circunstancias que deben vivir los inmigrantes. Existe una relación directa e inequívoca entre el grado de estrés extremo que sufren estos inmigrantes y la aparición de su sintomatología: el emigrante vive situaciones muy adversas o duelos como (1) la soledad forzada al separarse de sus seres queridos, (2) la falta de oportunidades, (3) la exclusión social estructural, (4) la tristeza, (5) el miedo, (6) la indefensión, (7) la lucha por la supervivencia. Todo esto conlleva un estrés crónico sin apoyo social, que supera su capacidad de adaptación. Un conjunto de síntomas psíquicos y somáticos que, según Achotegui, se enmarcan dentro del área de la salud mental, en el límite de la psicopatología, denominado “Síndrome de Ulises”, en alusión al héroe griego que padeció innumerables adversidades lejos de sus seres amados. Este síndrome se caracteriza por una variante extrema del duelo migratorio, con una combinación de soledad, fracaso, carencias extremas y miedo.
Por tanto, plantear esta delimitación y denominación del “Síndrome de Ulises”, defiende el Dr. Achotegui, ayuda a evitar que estas personas sean erróneamente diagnosticadas como depresivas, psicóticas, alcohólicas, etc., al dar nombre a una realidad inhumana que no es un trastorno mental estándar, sino una reacción a una situación extrema de vulnerabilidad. Para ayudar a prevenir este síndrome, es necesario involucrar no solo a psicólogos o psiquiatras, sino también a trabajadores y educadores sociales, enfermería, etc.
La ponencia del Dr. Joan Orrit, titulada “El carisma de la hospitalidad a la luz de las Hermanas Hospitalarias de San Benito Menni”, habló de la hospitalidad vivida según el carisma de dicha congregación. Una hospitalidad que no se limita a ofrecer recursos materiales, sino que encuentra su verdadera esencia en el consuelo espiritual y la compañía sincera. Para Orrit, esta forma de entender la acogida parte del reconocimiento profundo de la vulnerabilidad compartida: todos somos frágiles, y es precisamente esa fragilidad la que posibilita la autenticidad de la hospitalidad. En este sentido, se valora la interdependencia con la comunidad, que permite una relación recíproca de apoyo.
La hospitalidad contribuye a humanizar los sistemas sanitarios, ya que no se trata únicamente de ofrecer asistencia médica, sino de acompañar a la persona enferma en todas sus dimensiones: física, emocional, social y espiritual. El Dr. Orrit explicó que el modelo que inspira la práctica de la institución es el del Buen Samaritano, símbolo de amor incondicional, acogida y cuidado de los más vulnerables, en sintonía con los valores centrales del magisterio de la Iglesia. Benito Menni, fundador de la congregación, supo integrar ciencia y caridad, demostrando que la excelencia profesional y la calidad humana no son excluyentes, sino complementarias. Así, la salud se concibe como un fenómeno integral que debe tener en cuenta no solo el aspecto biológico de la enfermedad mental, sino también los factores sociales, psicológicos y especialmente los espirituales. La entidad promueve activamente el diálogo intercultural e interreligioso, y actualmente está presente en 24 países, con la previsión de extender su labor al Principado de Andorra.
En cuanto al Centro de Salud Mental del Alt Pirineu, que se está construyendo en una parte del edificio del Seminario Diocesano de La Seu d’Urgell —proyecto promovido por el Obispado de Urgell—, el Dr. Orrit explicó que el centro ofrecerá servicios de hospitalización polivalente para adultos y niños/adolescentes, hospital de día infantil y de adultos, hogar residencia abierta y un espacio multidisciplinar “Ágora”, con una capacidad prevista para 97 personas atendidas.
Tras el almuerzo, el Dr. Francesc Torralba continuó con la última ponencia: “Dilemas éticos en la práctica de la hospitalidad”. Estos dilemas no solo están presentes en el ámbito clínico, sino también en los servicios sociales y asistenciales en un sentido amplio. Para Torralba es indispensable que personas e instituciones identifiquen dónde están los dilemas, reflexionen sobre ellos y busquen soluciones acordadas, aunque sean provisionales.
Profundizó en la noción de hospitalidad citando a los pensadores Emmanuel Levinas, Jacques Derrida y Daniel Innerarity. Ante un dilema surge una experiencia emocional llamada “angustia”, ya que no sabemos qué opción elegir, y por tanto no sabemos qué hacer. Esta angustia tiene también una dimensión pedagógica y de crecimiento, ya que activa la racionalidad al obligarnos a reflexionar. La hospitalidad, dice Torralba, o es universal o no es una hospitalidad de calidad. Citando al Papa Francisco, argumentó que la hospitalidad no debe sucumbir a la cultura del descarte.
Entre los dilemas que destacó el Dr. Torralba están siete:
(1) ¿Cómo hacemos compatible esta hospitalidad con la saturación de espacios y tiempos?
(2) La hospitalidad debe ser universal, pero hay huéspedes que se instalan y desarrollan una dependencia crónica de la institución o del recurso.
(3) El huésped no tiene constancia ni conciencia de su vulnerabilidad.
(4) Invasión de la intimidad del huésped.
(5) Hospitalidad incondicional y seguridad.
(6) El anfitrión que no es consciente de su propia vulnerabilidad.
(7) La hospitalidad en el contexto de la tecnología.
Lo importante, sin embargo, es que los dilemas se reconozcan y se debatan abiertamente para buscar soluciones, pues eso mejorará la hospitalidad aunque no se alcance el modelo ideal.
La jornada concluyó con un turno de diálogo y preguntas de los asistentes y el resumen de clausura del Arzobispo de Urgell, agradeciendo a los ponentes sus propuestas y aportaciones, y a los presentes su asistencia.