Solemnidad de la Vigilia Pascual

La Vigilia Pascual que se celebró la noche del sábado 30 de marzo en la Catedral de Sta. Maria d’Urgell fue presidida por el Arzobispo Joan-Enric Vives. Concelebraron con el Arzobispo los sacerdotes de la ciudad y acolitaron los seminaristas. La celebración se inició con el encendido del fuego y del cirio Pascual. La Iglesia siempre renace confiando en la Resurrección del Señor.

A continuación, se entró en el templo iluminados por la Luz del cirio pascual que representa la de Cristo Resucitado. Se proclamó el pregón pascual para recordar la “culpa afortunada, que nos ha merecido un Redentor tan grande! ¡Oh noche bienaventurada! Sólo tú supiste la hora en que Cristo resucitó de entre los muertos. Ésta es la noche de la que dice la Escritura: «La noche os es tan clara como el día, luz u oscuridad os son igual”.

Después empezó la Vigilia de las vigilias con la proclamación de las lecturas de la Palabra de Dios, con cantos y oraciones, que nos recuerda la obra grandiosa realizada por Dios. Y se cantó el Aleluya bien solemnemente y prolongado.

En su homilía Mons. Vives glosó el Misterio central de la fe cristiana: ¡la Resurrección del Señor que nos hace cantar Aleluya! Realmente el Señor ha resucitado. Recordó que San Pablo VI subrayó las dos fuentes de la alegría cristiana: el salmo 60 que nos dice «no olvidéis las obras del Señor» y la acción misteriosa, silenciosa del Espíritu Santo que hace brotar bondad y paz, tal como decía en «Gaudete in Domino«, «Cristo mismo, para desarraigar del corazón del hombre el pecado de suficiencia y manifestar al Padre una obediencia filial y completa, acepta morir a manos de los impíos (cf. Hech 2,23), morir en una cruz, pero el Padre no permitió que la muerte le retuviera en su poder. La resurrección de Jesús es el sello puesto por el Padre sobre el valor del sacrificio de su Hijo, es la prueba de la fidelidad del Padre, según el deseo formulado por Jesús antes de entrar en su pasión: «Padre, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique» (Jn 17,1) Desde entonces Jesús vive para siempre en la Gloria del Padre, y por eso mismo los discípulos se sintieron arrebatados por una alegría inmensa al ver al Señor, el día de Pascua».

Terminada la homilía, tuvo lugar la bendición de las fuentes bautismales y a continuación todo el pueblo de Dios llevó a cabo la renovación de las promesas de su bautismo, agradeciendo el don de la fe.

La Vigilia continuó con la Liturgia de la Eucaristía y acabó con el canto gozoso del Regina Coeli para proclamar con María Reina del cielo la Resurrección de Cristo que nos llena de gozo y de Vida.

También en muchas Parroquias los presbíteros se multiplicaron para celebrar la Resurrección del Señor en la noche para celebrar la Vigilia Pascual

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