Recemos más y mejor en el Año de la oración

Pascua es tiempo de aprender a orar. Cristo prometió que oraría por los apóstoles, por nosotros, “que sean uno” (Jn 17,20). Y en este año 2024, el Papa Francisco nos pide que sea la intensificación de la oración lo que nos ayude a preparar el Jubileo de la Encarnación de 2025, y ha decidido que dediquemos a la oración el presente año 2024. En todo momento hay que velar para que la oración nos mantenga en la presencia de Jesucristo, el Viviente. No sólo rezar oraciones, sino encontrar momentos para “hablar con Dios, amándole”, como hablaba Moisés, “cara a cara, como un amigo habla con su amigo” (Ex 33,11). Y, ¿qué es la oración? «Es un intercambio de amor», decía el teólogo Romano Guardini; es “pensar en Jesús, amándole”, se explicaba S. Carlos de Foucauld. “Es tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”, escribía Sta. Teresa de Jesús. Y la definición tan bella de Sta. Teresita del Niño Jesús, que recoge el Catecismo (CEC nº 2.558): “La oración es un impulso del corazón, es una simple mirada dirigida al cielo, es un grito de reconocimiento y de amor, tanto en la prueba como en la alegría”. Podemos decir que es la respiración de la fe y el compromiso; la relación personal con Dios desde el seguimiento de Cristo, que nos mantiene confiados en su presencia, con alegría.

Si queremos aprender a orar, os propongo algunas formas de oración:

  1. La oración litúrgica y la Eucaristía.- Es la oración pública y oficial de la Iglesia. En cada miembro reza todo el Cuerpo, para bien de todos y del mundo. La Liturgia de las Horas que alterna salmos, lecturas bíblicas, peticiones e himnos es la oración del cristiano. Sobre todo la Eucaristía, que debemos vivir como la gran oración de Jesús al Padre, por obra del Espíritu Santo. Y de la Iglesia al Padre.
  2. La oración vocal, con fórmulas ya redactadas. El Padrenuestro, la oración vocal por excelencia, y también el Avemaría, el rosario, el ángelus, el vía crucis, las jaculatorias. Tienen gran tradición en la Iglesia y han alimentado al pueblo cristiano. Buscar que la intención acompañe a las palabras.
  3. La lectura espiritual (o lectio), que ora rumiando el texto de la Escritura. Escuchando a Dios en su misma Palabra. Se lee primero el texto seguido, después por versículos, meditarlo y pensar lo que me dice ese texto o palabra, trasladando el texto hacia mí y yo hacia el texto. Y rezar, elevando los afectos al Señor, haciendo que resuene en mi la voz del Espíritu Santo.
  4. Hablar con Dios desde mi vida, puesto que Dios está presente en todas partes y mi vida es lugar de encuentro con Dios. Es la oración de la persona activa, que vive tantas cosas y necesita tener tiempo de “re-visarlas” y “contemplarlas”, unido al Señor. Sea por la mañana, con el plan del día delante, ofreciendo lo que vendrá, pensando en las personas con las que me encontraré y la esperanza que necesitaré; sea por la noche, haciendo el examen con acción de gracias, arrepentimiento e intercesión; contemplando a Dios presente en mi vida concreta; Pensando en cada persona, en sus necesidades y alegrías. Adorando a Cristo en cada persona que trato.

«Somos peregrinos de esperanza«, es el lema del Jubileo 2025. Y en este año precedente, «necesitamos redescubrir la oración -dice el Papa- como experiencia de estar en la presencia del Señor, de sentirnos comprendidos, acogidos y amados por Él. Empecemos a orar más, a orar mejor, en la escuela de María y de los santos” (15.3.2024).

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