Ordenación diaconal de Mn. Álex Vargas y Mn. Jerrick Rodríguez Banzuela en Balaguer

El Arzobispo de Urgell y Copríncipe de Andorra, Mons. Joan-Enric Vives, ordenó de diáconos de la diócesis de Urgell a los seminaristas Àlex Vargas Montcada y Jerrick Banzuela Rodríguez, el sábado 29 de enero, en el Santuario-Basílica del Santo Cristo de Balaguer, en una emotiva celebración que contó con una buena representación de los sacerdotes de la Diócesis y la presencia de familia, amigos y formadores de ambos jóvenes. Las familias de los nuevos diáconos, originarios de Colombia y Filipinas, pudieron seguir su celebración a través de la transmisión online que llevó a cabo la Delegación de medios de comunicación de la Diócesis.

Concelebraron con Mons. Vives el Vicario episcopal de Pastoral, Mn. Antoni Elvira; el Rector del Seminario diocesano y Vicerrector del Seminario Mayor Interdiocesano, Mn. Gabriel Casanovas; el Cura Custodio del Santuario, Mn. Joan Pujol; el Rector de la Parroquia de Balaguer, Mn. Jordi Profitós; el Canciller de la Archidiócesis de Madrid, Alberto Andrés; el Párroco de la Parroquia de la Virgen de la Paz de Madrid, Fran del Pozo; una buena representación de los presbíteros de Urgell; los seminaristas y un buen grupo de fieles de las parroquias donde los nuevos diáconos sirven pastoralmente o han servido.

En su homilía el Arzobispo subrayó cómo un diácono es un «escogido» por parte de Dios para ayudar al Pueblo de Dios, especialmente a los pobres que deben ser el tesoro y el centro del ministerio de los diáconos. Destacó cómo los nuevos diáconos hacían entrega generosa en aquella celebración de toda su vida, con la aceptación de la promesa del celibato, por ser servidores de todos los hombres, con un amor no exclusivo sino oblativo, abierto a todas las personas. La promesa del celibato que ellos aceptaban en la celebración era expresión de esa donación total de su vida. Glosando el Evangelio proclamado (Mateo 20, 25-28) Mons. Vives los exhortó a servir y no a ser servidos, siguiendo el ejemplo de Jesús, el Siervo de Dios. El servicio debe ser el distintivo de los diáconos a imitación de Jesús: Servidores del Evangelio, de Jesucristo, del Santo Pueblo de Dios y de los pobres y desvalidos. Les animó a responder a la pregunta «¿qué espera Jesús de mí?» con una respuesta que fuese «total» siguiendo el ejemplo de San Ignacio de Loyola: «Toma, Señor, y recibe toda mi libertad, la memoria, el entendimiento y toda la voluntad. Todo lo que soy y poseo, Tú me lo has dado, a Ti, Señor, te lo devuelvo, todo es tuyo, dispón según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, porque esto me basta». Finalmente les exhortó a ser unos proclamadores de la Palabra de Dios que recibían solemnemente ese día a través del rito de la entrega de los Evangelios: “Recibe el Evangelio de Cristo, del que has sido hecho mensajero, y cree lo que lees, enseña lo que crees y practica lo que enseñes”.

Después tuvieron lugar los ritos de ordenación con la promesa ante el sr. Arzobispo y de todos los fieles, de su firme y libre voluntad de predicar la Palabra de Dios y de cumplir su ministerio de servicio según el querer de Cristo y de la Iglesia, con plena obediencia al Obispo y sus sucesores y la promesa del celibato, todo el Pueblo de Dios invocó a la Virgen María y a los santos implorando su ayuda para que intercedieran por los nuevos ministros de la Iglesia.

A continuación tuvo lugar la imposición de manos por parte del Arzobispo Joan-Enric y la solemne oración de ordenación pidiendo al Señor que hiciera descender sobre ellos el Espíritu Santo para que fueran fortalecidos con el don de la gracia septiforme y pudieran cumplir así fielmente su ministerio.

Una vez ordenados, fueron revestidos con la estola y la dalmática, aportadas por una hermana de Jerrick y una familia amiga de Álex, ornamentos litúrgicos que significan su ministerio de servicio a los pobres y a todo el Pueblo de Dios. A continuación los nuevos diáconos recibieron de manos del Arzobispo Joan-Enric el libro de los Evangelios para que vivieran el Evangelio y lo proclamaran en las celebraciones litúrgicas y en la vida del Pueblo de Dios. El beso de paz del Arzobispo y de sus hermanos en la orden diaconal concluyó el rito de ordenación.

Al terminar la Eucaristía, Mn. Álex Vargas y Mn. Jerrick Banzuela se dirigieron a los fieles en acción de gracias con un pequeño parlamento emocionado y muy sentido en recuerdo de todas aquellas personas que les han ayudado en este camino vocacional, y con un agradecimiento especial a la Virgen, a los formadores y compañeros de estudio y sacerdotes y parroquias donde están.

Tras la bendición final del Arzobispo sobre los nuevos diáconos pasaron a venerar la sagrada imagen del Sto. Cristo de Balaguer mientras el Pueblo de Dios cantaba el Himno al Santo Cristo.

La Misa fue solemnizada por la Coral filipina de Barcelona.

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