«Ocúpate de él». La compasión, ejercicio sinodal de curación

El próximo sábado 11 de febrero, memoria de la N. Sra. de Lourdes, celebraremos la XXXIª Jornada mundial del enfermo, con el lema: “Ocúpate de él”. La compasión, ejercicio sinodal de curación”. El Papa quiere que no nos olvidemos de que la enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana, pero si se vive en el aislamiento y el abandono, sin el cuidado y la compasión, puede llegar a ser inhumana. Cuando caminamos juntos, es normal que alguien se encuentre mal, que deba detenerse a causa del cansancio o por algún percance. Es aquí, en estos momentos, cuando podemos ver cómo estamos caminando: si realmente caminamos juntos, o si vamos por el mismo camino, pero cada uno lo hace por su cuenta, velando por sus intereses y dejando que los demás “se las arreglen”. Por eso, esta Jornada Mundial del Enfermo, en pleno camino sinodal, invita a reflexionar sobre la experiencia de la fragilidad y de la enfermedad para aprender a andar juntos según el estilo de Dios, que es de proximidad, compasión y ternura. Nunca de descarte.

El nivel de las desigualdades y la prevalencia de los intereses de unos pocos ya afectan a todos los entornos humanos, hasta el punto de que resulta difícil considerar cualquier experiencia como “natural”. Todo sufrimiento ocurre en una “cultura” y en medio de sus contradicciones. Es importante reconocer la condición de soledad, de abandono, y dejarse guiar por la compasión. Así nos lo revela la luminosa parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37).

El Papa nos advierte que “nunca estamos preparados para la enfermedad. Y, a menudo, ni siquiera para admitir el avance de la vejez. Tenemos miedo a la vulnerabilidad y la fragilidad. Puede ocurrir, entonces, que los demás nos abandonen, o que nos parezca que debemos abandonarlos, para no ser una carga. Así comienza la soledad, y nos cuesta permanecer en paz con Dios, cuando se arruina nuestra relación con los demás y con nosotros mismos.” El buen samaritano que cuidó al malherido es el modelo. Los enfermos son una llamada que interrumpe la indiferencia y frena el paso de quienes avanzan como si no tuvieran hermanos.

La COVID-19 puso a dura prueba la gran red de capacidades y solidaridad, mostrando los límites estructurales de los actuales sistemas de bienestar. Es necesario que la gratitud por los médicos, investigadores y sanitarios vaya acompañada de una búsqueda activa de estrategias y de recursos, para que todas las personas tengan garantizado el acceso a la asistencia y el derecho fundamental a la salud. «Ocúpate de él» (Lc 10,35) es la recomendación del samaritano al posadero. Jesús nos lo repite también a cada uno de nosotros, y al final nos exhorta: «Ve, y haz tú lo mismo».

El próximo 11 de febrero de 2023, miremos también al Santuario de Lourdes como una “profecía”, una lección que María encomienda a la Iglesia en el corazón de la modernidad. No vale sólo el que funciona, ni cuentan sólo los que producen. Los enfermos están en el centro del Pueblo de Dios, que avanza con ellos como profecía de una humanidad en la que todo el mundo es valioso y nadie debe ser descartado. La Jornada Mundial del Enfermo invita a la oración y a la proximidad con quienes sufren. Pero también tiene como objetivo sensibilizar al pueblo de Dios, las instituciones sanitarias y la sociedad civil sobre una nueva forma de avanzar juntos.

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