Mons. Vives en el 36º cursillo de verano del Obispado de Vic

El lunes 11 de julio, e invitado por el Obispo de Vic, Romà Casanova, el arzobispo de Urgell Joan-Enric Vives participó en el 36º cursillo de verano que organiza el Obispado de Vic este año, bajo el lema «de un pasado apasionante a un futuro de esperanza».

En la sede del Seminario de Vic tuvo lugar el cursillo con la ponencia de Mons. Vives que fue invitado como Presidente de la Comisión episcopal para el Clero y Seminarios de la Conferencia Episcopal Española para hablar a los presbíteros, diáconos, religiosos y laicos comprometidos asistentes al cursillo, sobre el valor de la formación en los seminarios ya que este año se conmemoran los 275 años de la erección del Seminario de Vic y el 75º aniversario de la inauguración del edificio actual.

Por eso tal y como Mons. Romà destacó al iniciarse el acto, quería profundizarse en la historia del Seminario y hacer una reflexión sobre el ministerio sacerdotal y la formación de los seminaristas y de los presbíteros.

Otra efeméride que se avecina es la del Año Santo del 2025. Es voluntad del Santo Padre Francisco que, como preparación de este evento, se haga una reflexión y estudio sobre las cuatro constituciones dogmáticas del Concilio Vaticano II, y el cursillo de verano lo hará.

El Arzobispo Joan-Enric presentó su ponencia destacando el valor del Seminario como el corazón de la Diócesis y la niña de los ojos de todo Obispo, porque es el lugar donde se forman los futuros pastores del Pueblo de Dios. Destacó Presbyterorum ordinis y Optatam Totius como los dos grandes documentos que el Concilio Vaticano II ofreció para definir la identidad de los presbíteros y destacó cuanto más recientemente la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis del Papa Francisco, y adaptada en la Ratio Nationalis: Formar pastores misioneros, ha intentado definir y actualizar el ministerio de los presbíteros y diáconos. En este sentido Mons. Vives destacó que ahora la formación que la Iglesia pide a los presbíteros es continua y nunca acaba, adaptándose a los años de ministerio presbiteral: los primeros años de ministerio, los años de madurez, la vejez… El Arzobispo destacó cómo a las 4 dimensiones fundamentales de la formación: humana, espiritual, pastoral e intelectual hay que añadir una característica fundamental que es la capacidad relacional de quienes serán ordenados presbíteros o diáconos ya que no se entiende un presbítero aislado o solo, sin capacidad de relacionarse con los demás, con los laicos, consagrados. Por eso, a todo presbítero se le pide ser un Pastor, alguien que sea capaz de relacionarse con los hermanos para ser misionero y dar testimonio de Jesús. Esto con 4 grandes proximidades: en el Pueblo de Dios, al Obispo, a sus hermanos presbíteros que forman un único presbiterio y a los laicos especialmente quienes sufren.

Mons. Vives glosó las etapas del proceso formativo según la Nueva Ratio: etapa propedéutica, etapa discipular (estudios filosóficos), etapa configuradora (estudios teológicos) y etapa de síntesis para insertarse en la vida pastoral.

El Arzobispo animó a los presbíteros y seminaristas a mantener viva la llama de la ilusión porque todo sacerdote es un «don y un misterio» como San Juan Pablo II escribió, y destacó algunos retos actuales para los ministros de la Iglesia: la sobreabundancia de trabajo pastoral que puede llevar al síndrome llamado de «burnout», de quemarse; la incertidumbre sobre la identidad del presbítero; el malestar que crea ver cómo los fieles católicos reciben los sacramentos, pero no tienen una vida de fe.

Propuso, finalmente, profundizar en la espiritualidad del presbítero diocesano y los medios necesarios para crecer siempre en la amistad con el Señor, así como la fraternidad entre los hermanos sacerdotes y con el obispo, llevando entre todas las cargas; ejercer el servicio humilde de lavarse los pies unos a otros; y el gozo de anunciar el evangelio, respetando el primado de la gracia, sin agotarse por creer que todo depende de nuestro activismo. Tomarse tiempo para crecer interiormente, aprender a descansar y vivir la alegría de ser miembros del Pueblo de Dios en comunión con todos los hermanos.

Un diálogo al final de la ponencia de Mons. Vives con preguntas abiertas por parte de los participantes concluyó la matinal formativa, con la ponencia del dr. Rial sobre los Seminarios después del Concilio de Trento, y en concreto el de Vic nacido en el siglo XVIII.

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