Queridos diocesanos,
querida Iglesia de Urgell:
En este domingo de Adviento se celebra la fiesta de San Juan de la Cruz, carmelita, poeta, místico, doctor de la Iglesia y patrón de los poetas de lengua castellana. Nació en 1542 en Fontiveros (Ávila) y murió en 1591 en Úbeda (Jaén). Nació en aquel siglo de oro español lleno de escritores geniales, de grandes santos y fundadores, un siglo de artistas, músicos y aventureros.
Con solo 49 años de vida llevó a cabo una aventura extraordinaria y única, en un siglo lleno de grandeza y miseria, de heroicidades y descubrimientos, de pobreza y de ingenio. Su aventura se tejió en medio de la dificultad y la pobreza, hecho que lo convirtió en un observador fino de la realidad por dentro y en un buscador de lo esencial. Juan de la Cruz vivió una vida contemplativa en camino y supo entregarse sin excusas a un Dios que se le regaló como llama de amor viva en medio de la noche más existencial.
Con Santa Teresa de Jesús inició la gran reforma del Carmelo descalzo, el 28 de noviembre de 1568, en Duruelo (Ávila), junto con otros dos compañeros, Fray Antonio de Jesús y Fray José de Cristo. En el fraile de Fontiveros, recién ordenado sacerdote en Medina, Santa Teresa vio la sólida primera piedra de la fundación de los descalzos. Su intuición no la engañó.
Este año 2026 se celebrarán dos centenarios sanjuanistas: el tercer centenario de su canonización (1726, Papa Benedicto XIII) y el primero de su doctorado (24 de agosto de 1926, Papa Pío XI).
¿Quién es Juan de la Cruz? ¿Por qué sería tan necesario conocer su historia, adentrarse en la sabiduría y la belleza de sus escritos, leer su poesía, preguntarle por su experiencia? Es uno de los místicos más admirados y reconocidos de la historia de la espiritualidad cristiana en todo el mundo, y su poesía es considerada de una belleza tan extraordinaria que los poetas no creyentes la admiran profundamente; porque es una luz oportuna para esta época de dispersión, cansancio, superficialidad, vacío y polarización.
La historia de Juan de la Cruz está marcada por tres épocas de penuria, prisión y rechazo (infancia pobre; prisión en Toledo; y menosprecio, enfermedad y muerte en Úbeda), que gestaron y dieron a luz al Juan de la Cruz artista, creador, místico y enamorado que hoy conocemos. En el territorio de la dificultad se dejó guiar y encontró la alegría de saberse amado con un amor incondicional.
En la mitad de su vida, un hecho decisivo, una gestación de nueve meses, lo llevaría a vivir una experiencia de lucha entre hermanos de su propia familia del Carmelo. Hacía 14 años que era fraile y le quedaban 14 más para morir. Sus propios hermanos lo encarcelan y padece un duro cautiverio en Toledo (como otros autores conocidos y geniales de la época: Cervantes, Fray Luis de León, etc.). Y sería precisamente en aquella celda terrible donde Juan viviría la experiencia más dura de su vida y a la vez la más increíblemente fecunda, cuyo eco más visible son sus poemas de una belleza sobrecogedora: Noche oscura y Cántico espiritual.
« Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado. »
Noche oscura, 8
Con la mística de San Juan de la Cruz estamos invitados a ser aventureros en un mundo que necesita amor, de Vuestro servidor,
✠ Josep-Lluís Serrano
Obispo de Urgell






