Jornada Sacerdotal y Misa Crismal

Los sacerdotes y diáconos de la Diócesis de Urgell se reunieron el día 25 de marzo, Lunes Santo, para celebrar la Jornada Sacerdotal, que fue presidida por Mons. Joan-Enric Vives, Arzobispo de Urgell, y por Mons. Vicent Ribas, Obispo de Ibiza.

La jornada Sacerdotal se inició por la mañana, con la acogida en el Seminario Diocesano de los asistentes. En la Sala de conferencias del Seminario diocesano de Urgell tuvo lugar la conferencia de Mons. Vicent Ribas, con el título: «El ministerio presbiteral: servicio de comunión y de evangelización». La presentación corrió a cargo del Arzobispo Joan-Enric, que abrió la Jornada con un saludo dirigido a los presbíteros y diáconos, y con una recopilación de informaciones diocesanas de interés. Se rezó por los sacerdotes traspasados desde la última Misa Crismal: Mn. Enric Prat, Mn. Just Lahí y Mn. Luis Miquel Sánchez. Se informó de la entrada de un nuevo seminarista, Joan Àviles, que comienza su proceso vocacional y el Introductorio en el Seminario de Urgell e Interdiocesano de Cataluña.

Mons. Vicent Ribas inició su intervención subrayando cómo el ministerio ordenado está al servicio del Pueblo de Dios, es decir, que el ministerio siempre debe entenderse en clave de servicio y no es una mera “función” u “oficio” sino que es algo constitutivo que hemos recibido por la ordenación sacerdotal. El presbítero se convierte en un alter Christus. Pero esto no significa que el ordenado sea más que el fiel en la Iglesia: el ministerio diaconal, presbiteral o episcopal no es un «más» en la Iglesia sino un servicio para la edificación de todo el Pueblo de Dios ordenado a dos grandes objetivos: la misión y el servicio. El presbítero debe ser el gran ministro de la comunión eclesial y debe servir a la comunión. Esta comunión tiene una dimensión vertical (comunión entre Dios y los hombres) y una dimensión horizontal (comunión fraterna asegurando la fraternidad eclesial entre todos). El presbítero debe ser hombre de comunión porque tiene esa relación fundamental y peculiar con Cristo que le ha dado el sacramento del Orden. El sacramento del Orden recibido es comunional – no puede servir a la Iglesia el Obispo solo, ni el presbítero solo, ni el diácono solo, sino todos ellos en comunión- y por eso el presbítero debe vivir la comunión jerárquica que el coloca en relación a la Iglesia universal y diocesana. Es muy importante saber vivir la comunión con la Iglesia local a la que pertenecemos: la propia Diócesis no es algo casual, ni que dependa de un vínculo meramente jurídico, sino que tiene un fundamento teológico: que emana de la ordenación con el que el Obispo nos ha incardinado en un presbiterio diocesano concreto mediante la imposición de las manos. La parroquia debe convertirse en el lugar ordinario de la vida del presbítero donde vivimos la comunión y el ser ministros de la comunión: el Rector debe identificarse con su pueblo, viviendo su fe, la amistad, la sociabilidad, la confianza, la solidaridad, las alegrías y penas de su pueblo. El presbítero debe ser ministro de la evangelización pero para ser evangelizadores debemos primero ser discípulos: discípulos, fundamentalmente, de la Palabra de Dios, con un estudio regular de la Sagrada Escritura y la práctica de la “lectio divina”. El presbítero no sólo debe ser un profesional de la “Palabra” sino que debe ser testigo de la Palabra con su vida. Somos discípulos al mismo tiempo que pastores, oyentes de la Palabra al tiempo que sus anunciadores.

Al terminar la conferencia, los sacerdotes fueron hacia la Catedral de Santa María, donde se celebró la Misa Crismal; presidida por el Arzobispo Joan-Enric y concelebrada por Mons. Vicent Ribas, así como por la práctica totalidad de los presbíteros y diáconos de la Diócesis de Urgell. Con alegría los presbíteros se vistieron la casulla blanca que el Arzobispo les había regalado para concelebrar la Eucaristía. Participaron los diáconos permanentes de la Diócesis, los seminaristas y una gran cantidad de fieles, consagrados y religiosos, que este año se hicieron presentes para mostrar su estima y acción de gracias por los 50 años de ministerio ordenado de presbítero del Arzobispo Joan-Enric y celebró el inicio de la Pascua con la Misa Crismal.

En su homilía el Arzobispo Vives recordó cómo la Misa Crismal anticipa la Pascua y nos la hace presente sacramentalmente y cómo es una Eucaristía que estrecha la comunión del Obispo con los presbíteros y diáconos y con todo el Pueblo de Dios. Mons. Vives exhortó a los presbíteros y diáconos que en Cristo encontraran su unidad de vida, ya que, por el ministerio ordenado, hemos sido consagrados obispos, presbíteros y diáconos, y debemos hacer presente el ministerio en medio del Pueblo Santo de Dios siendo cercanos y cuidando las proximidades: a Dios, a nuestro Obispo, entre los mismos presbíteros, y con el Pueblo de Dios. Subrayó dos grandes actitudes al celebrar los 50 años de ministerio ordenado de presbítero: la humildad y la oración. Humildad porque somos “servidores inútiles” porque nuestra vida debe estar escondida en Cristo que fue “obediente” al Padre, humilde, cercano a la tierra y servidor que lavamos los pies de los hermanos, confiado, pobre casto y sirviente. Oración porque Jesús es el gran orante y el presbítero está llamado a seguir esta actitud a través de la oración de la Eucaristía, la Liturgia de las Horas, y la oración personal, con el ideal de hacer de toda la vida y acción pastoral una oración de acción de gracias al Padre por Cristo en el Espíritu Santo.

Tras la homilía los presbíteros renovaron sus Promesas Sacerdotales. También se oró por los 3 presbíteros diocesanos difuntos desde la última Pascua. Dentro de la celebración Eucarística se bendijo el Aceite de los Enfermos en el corazón de la anáfora, y después de la comunión el Aceite de los Catecúmenos y especialmente se Consagró el Santo Crisma, que acompañará la vida sacramental de la Diócesis a lo largo de todo el año, haciéndole revivir la Pascua.

La Jornada sacerdotal concluyó con una comida de hermandad sacerdotal en la Residencia de la Sagrada Familia de Urgell.

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