Jerusalén ciudad cristiana, judía y musulmana

Los Obispos miembros de la Coordinadora para la Tierra Santa emitieron un Comunicado después de su reunión en Jerusalén a finales del mes de mayo, que os resumo por su interés. Los cristianos veneramos la Ciudad santa de Jerusalén porque es la ciudad de Jesús y también es nuestra ciudad, “Iglesia Madre” la llamamos, porque allí se encuentran los lugares santos de la muerte y de la sepultura vacía de Jesucristo, el Cenáculo y la montaña de los Olivos… y porque allí nació la Iglesia, Cuerpo de Cristo. Sin embargo, también la aman y la sienten como suya los judíos y los musulmanes. Es necesario que siga siendo un patrimonio común y no convertirla nunca en el monopolio exclusivo de ninguna religión. Es nuestro derecho y nuestro deber como cristianos defender la apertura y la universalidad de la ciudad.

La presencia de la comunidad cristiana es esencial para la identidad de Jerusalén, tanto ahora como en el futuro. Sin embargo, la continuidad de su presencia se ve hoy amenazada por el desempleo y la injusticia. Ahora se enfrentan a la violencia y la intimidación de grupos de colonos, a restricciones a su libertad de movimiento o a separaciones familiares por el estatus que se les ha asignado. Debemos compartir la preocupación por las restricciones unilaterales a la libertad de culto durante la Pascua, impuestas por la policía israelí. Y el asesinato de la periodista católica palestina Shireen Abu Akleh y el vergonzoso ataque a los acompañantes en su funeral, que fue extremadamente doloroso.

En Jerusalén muchos con orígenes diversos están viviendo en la pobreza, que se ha visto agravada por la pandemia. La ausencia de peregrinos durante los dos últimos años ha devastado los medios de subsistencia, dejando a algunas familias con dificultades para conseguir vivienda, alimentos u otros productos básicos.

En medio de estos desafíos, sin embargo, se dan signos de esperanza. Los Obispos de la Coordinadora visitaron organizaciones cristianas que se responsabilizan del bienestar de su comunidad y de la sociedad en general. Trabajan incansablemente por aliviar las dificultades y mejorar la vida. Jóvenes que, a pesar de enfrentarse a diario a violaciones de sus derechos humanos fundamentales, se niegan a ser la última generación de cristianos en la ciudad santa de Jerusalén. Cuando los peregrinos regresen otra vez, ellos piden que apoyen a los cristianos de Jerusalén y de toda la Tierra Santa. Es esencial que todos los peregrinos conozcan y se comprometan con la realidad de la vida de la comunidad cristiana de allá. Una verdadera peregrinación a Tierra Santa debe ser un viaje de fe, de encuentro y de solidaridad.

El Papa Francisco ha afirmado en diversas ocasiones el valor universal de Jerusalén, que va más allá de cualquier consideración de las cuestiones territoriales (cf. Carta del Papa Francisco al Gran Imam de al-Azhar, enero 2018). Inspirados por Cristo que es nuestra Paz, todos los cristianos debemos ayudar a preservar el carácter sagrado de la ciudad y promover una auténtica visión de Jerusalén como lugar de diálogo y de unidad. Oremos por la paz en la Tierra Santa, por el diálogo y la reconciliación entre todos los que allí viven y la aman, y para que sea posible la solución de los dos estados Israel y Palestina viviendo en paz, y la ciudad de Jerusalén con un estatuto internacionalmente reconocido y respetado.

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