El primer viernes del mes de marzo es tradición de fiesta grande en la Parroquia de San Pedro de La Portella (Segrià) por la celebración de la Fiesta del Cristo del Buen Consuelo. Este año la fiesta fue especialmente lucida por la benedicción de las obras de mejora y arreglo del templo parroquial y de la capilla dedicada a San Pedro Mártir en un lateral de la Iglesia.
La Eucaristía festiva fue presidida por el Arzobispo Joan-Enric y concelebrada por el Rector Mn. Jerrick Banzuela, el diácono adscrito, Mn. Antoni Baldomà, Mn. Joan Pujol y Mn. Pere Cañada. Asistieron muchos fieles que llenaron el templo parroquial, encabezados por el Ilmo. Sr. Alcalde Miquel Carles Català y la Teniente de Alcalde, Sra. Anna Felip, así como los niños y niñas de la escuela del pueblo acompañados de sus dos maestros, que siguieron la ceremonia con gran unción y respeto. En sus palabras iniciales y a al empezar la Santa Misa, el Arzobispo mostró su alegría por poder presidir este año la fiesta del Cristo del Buen Consuelo y quiso agradecer bien sinceramente el trabajo de tantas personas, que de forma desinteresada y anónima, han colaborado y ayudado en la conservación del templo parroquial, y en las obras que en ese día se inauguraban del arreglo de una capilla lateral del templo, desescombrada, y la iluminación muy mejorada.
En su homilía el Arzobispo glosó las lecturas proclamadas de la Exaltación de la Santa Cruz, subrayando su valor del sacrificio de Jesús en la cruz como el gran signo de amor de Dios Padre. En la primera lectura la serpiente de cobre elevada que salva es prefiguración de la cruz del Señor: Jesús, muriendo, da vida y atrae a todos. “Mirad el árbol de la cruz, donde murió el Salvador del mundo” cantaremos el Viernes Santo. El Arzobispo destacó como todos los cristianos, por el bautismo, somos signo de la presencia del Señor, y puso especialmente de relieve la importancia de los presbíteros y diáconos, que actúan «in persona Christi» haciendo presente a Jesús Resucitado y, sobre todo, dando y repartiendo el pan vive de la Eucaristía así como perdonando los pecados. Animó a todos los fieles a ser presencia de Jesús con los actos concretos y pequeños de cada día y pidió saber traspasar a las generaciones más jóvenes el tesoro preciado de la fe a través de la catequesis, el ejemplo y la vida de oración. Recordó cómo en el himno de los Filipenses se detalla que Dios ha ensalzado a Jesús y le ha concedido aquel Nombre que está por encima de todo otro nombre, y que salva. Finalmente, animó a los fieles a presentar a Cristo nuestras dificultades, problemas y tristezas, porque tal como Jesús lo recordaba en el Evangelio “Dios ama tanto al mundo, que ha dado a su Hijo único, para que no se pierda nadie de quienes creen en él, sino que tengan vida eterna”. Jesús, en la cruz, es el Buen consuelo para todos nosotros.
Acabada la homilía tuvo lugar el gesto profundo y bello de la adoración de la Sagrada imagen del Cristo del Buen Consuelo por parte de todos los fieles, mientras la Coral cantaba los gozos a loor de Cristo y el pueblo se inclinaba ante la sagrada imagen con unción y respeto de adoración, pequeños y mayores. Al final, el Arzobispo, en nombre de todo el Pueblo de Dios, dirigió una oración al Santo Cristo pidiéndole la ayuda y la protección, la lluvia y la paz.
Al final de la Misa y antes de la bendición final se llevó a cabo la bendición de las obras de arreglo de la Capilla lateral del templo que estará dedicada a San Pedro Mártir y Santa Ágata y también la bendición de los ramos de olivo y los panes que fueron distribuidos en el pueblo fiel.
El pueblo continuó la fiesta con una comida de hermandad para todos.