El domingo día 11 de junio en todas las Parroquias del Obispado se celebró con solemnidad la fiesta tan tradicional del Corpus Christi, exaltación del amor a Jesús, hecho Eucaristía para la salvación del mundo, y manifestación de fe popular en su presencia real que nos acompaña a lo largo de la vida. En muchas parroquias tuvo lugar un Acto eucarístico o una Procesión por las calles del pueblo, prolongación de la Eucaristía, con el deseo de que el Señor visite con su presencia salvadora todos los rincones de la vida diaria.
En la Catedral de Sta. María de La Seu d’Urgell, el Arzobispo Joan-Enric, acompañado del Vicario General y Rector, Mn. Ignasi Navarri, de Mn. David Codina y del diácono permanente Mn. Antoni M. Serra y los seminaristas, los niños de la 1ª Comunión y los fieles asistentes, presidió al mediodía la solemne Eucaristía y la procesión que salió del templo Catedralicio hasta llegar al Claustro donde participaron un buen grupo de niños que este año habían recibido su primera comunión, y los Armats de la ciudad que acompañaron al Señor en procesión con sus toques de baquetas.
En su homilía Mons. Vives subrayó cómo la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesús debe entenderse desde la dimensión de alabanza de la fe: «glorifica al Señor, Jerusalén», como cantaba el salmo responsorial de la fiesta. Realmente sólo podemos admirar y glorificar al Señor que ha amado tanto al mundo que se ha querido quedar entre nosotros, a través de su Cuerpo y de su Sangre. La celebración de la Eucaristía actualiza el sacrificio de Jesús en la cruz porque creemos lo que Jesús nos dijo con su palabra poderosa: «haz esto que es mi memorial». Por eso Mons. Vives animó a los fieles a amar y valorar mucho la Eucaristía y recordó cómo en ese día muchos lugares del mundo pasean el Cuerpo de Cristo a través de las calles de las ciudades para manifestarle que le amamos y que queremos que bendiga las calles, las personas, los enfermos… toda nuestra vida. Necesitamos tener más fe y no dudar de lo que Jesús dijo, como lo han hecho grandes personalidades y científicos como Antoni Gaudí que al final de su vida fue inmortalizado acompañando a la procesión del Corpus por las calles de Barcelona. La creación alaba al Señor y a los animales, los océanos, las montañas y por eso también nosotros debemos hacerlo. Finalmente, el Arzobispo recordó que en ese día se celebraba el día de la Caridad porque la Eucaristía no puede ser auténtica si no nos lleva al amor hacia los hermanos, especialmente los más necesitados, y animó a agradecer el trabajo que todos los voluntarios y trabajadores y grupos parroquiales de Cáritas llevan a cabo de forma desinteresada.
Al terminar la Eucaristía tuvo lugar la procesión con el Cuerpo de Cristo por la Catedral hasta el Claustro en un clima grande de respeto y devoción, mientras los Armats acompañaban con sus tambores y se intercalaban cantos eucarísticos y los niños acompañaban el paso del Señor arrojando flores y pétalos por el camino donde debía pasar. En el centro del claustro, que lucía con su bella austeridad románica, tuvo lugar una sencilla “statio” con la bendición desde allí con el Santísimo Sacramento hacia todos fieles de La Seu y de toda la Diócesis de Urgell y, bien especialmente, los enfermos y quienes pueden pasar por momentos de dificultad. Los niños de la primera comunión hicieron unas oraciones directas a Jesús y una joven cantó el canto eucarístico meditativo “Anima Christi”.
Al final de la procesión el Arzobispo bendijo al Pueblo de Dios con el Santísimo Sacramento y agradeció a todos los que con su esfuerzo habían hecho posible el acto eucarístico.