Fiesta de la Constitución 2025

Queridos Andorranos y Andorranas,

Celebramos un año más, y ya son 32, el aniversario de la aprobación de nuestra Constitución democrática, norma fundamental del sistema político y jurídico del Principado de Andorra, fruto de la voluntad soberana del pueblo andorrano. Una voluntad que la impulsó y ratificó, que la ha mantenido y mantiene todavía hoy plenamente vigente, como marco de la acción colectiva y como proyecto compartido de País. Celebrar este aniversario es siempre, en primer lugar, la ocasión para hacer memoria y extraer lecciones de un evento que fue crucial para la historia de la Nación Andorrana. También es la ocasión de agradecer y reconocer el gran servicio prestado por todos aquellos que hicieron posible el pacto constitucional: los queridos Copríncipes Joan Martí y François Mitterrand y los representantes democráticos del Pueblo Andorrano. Personalmente, como en Copríncipe, en todos los años de mi pontificado he querido ser servidor y continuador fiel de este pacto.

Hoy es también ocasión de celebrar y tomar conciencia de que la Constitución, a lo largo de todos estos años, ha contribuido decisivamente a la convivencia, la estabilidad institucional y el progreso de nuestro país. Por eso, el aniversario de su aprobación nos ayuda a ver lo necesario que es que los andorranos la valoremos, la amemos y cuidemos, que sepamos transmitir su valor a las nuevas generaciones y hacerles partícipes de las mismas actitudes de estima y respeto.

Con todo, celebrar el cumpleaños constitucional no es sólo memoria agradecida del pasado. También es renovar el compromiso con los valores, principios y mandatos de nuestra Constitución. Porque el texto constitucional no es una obra terminada, sino un proyecto común abierto al futuro, que expresa la vocación y el compromiso de nuestra Nación con la justicia, la democracia, el progreso social, los derechos humanos y la paz en el mundo, grandes retos que, en algunos casos, parecen desgraciadamente lejanos o que, en todo caso, son exigencias permanentes, que nunca pueden ser de exigencias permanentes. Es así como, cada generación, ante las circunstancias sociales propias de cada época, debe sentirse llamada a dar lo mejor de sí misma sin desfallecer, especialmente aquellos que han sido llamados a ejercer responsabilidades políticas o institucionales.

Vivimos tiempos convulsos a nivel mundial, con guerras y desigualdades insoportables, conflictos, amenazas y desequilibrios crecientes que nos inquietan, con cambios sociales tan acelerados, que nos abren muchos interrogantes. Nuestro país afronta también retos complejos, como los límites del modelo económico, el acceso a la vivienda, el cambio climático, la relación con Europa o el envejecimiento demográfico.

No podemos ni debemos perder la esperanza, que es el motor de todo progreso. Este año precisamente este aniversario se celebra dentro del Año Jubilar de 2025, con el que la Iglesia llama a todo hombre y mujer de buena voluntad a contagiar la esperanza a su alrededor y en todas partes. Como dice el Papa Francisco, en el corazón de toda persona anida la esperanza como expectativa y el deseo del bien. Sólo de la esperanza puede surgir un compromiso permanente, un trabajo constante y paciente a favor de la justicia, la verdad y la paz, el único capaz de superar las dificultades.

¡Feliz fiesta de la Constitución!

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