El Dr. Torralba concluye las Jornadas de Teología 2024 (2)

El viernes 30 de agosto se celebró la segunda sesión de reflexión, en las Jornadas de Teología en el Seminario diocesano -organizadas por la Delegación de Enseñanza del Obispado de Urgell- con gran interés y seguimiento de los inscritos, en torno a «Las heridas, el perdón y la reconciliación«.

El Dr. Francesc Torralba, doctor en Filosofía y Teología por la Universidad de Barcelona y Coordinador de las Jornadas de Teología, protagonizó las tres ponencias de estas jornadas de formación abiertas a todo el mundo, y especialmente orientadas a profesores y maestros de religión, catequistas, sacerdotes, y animadores de pastoral de la diócesis.

El Arzobispo Joan-Enric presidió la jornada y reiteró su agradecimiento por el mantenimiento de la asistencia y la participación, haciendo especial mención a la presencia entre el público de la M. I. Secretaria del Gobierno de Andorra, Sra. Ester Fenoll. Habló de la importancia de reconocer que todos traemos heridas emocionales y espirituales, muchas de las cuales no están curadas, poniendo énfasis en la necesidad constante de trabajar en el perdón y la reconciliación. También Mons. Vives agradeció al Dr. Torralba su contribución significativa a la formación espiritual de presbíteros y laicos de la Diócesis en los últimos años destacando la importancia  que el Dr. Torralba haya recibido el prestigioso premio «Premio Joseph Ratzinger».

En la primera ponencia, titulada “Las heridas del pasado”, el Dr. Torralba se centró en dos heridas de la memoria: el resentimiento y el remordimiento, dos palabras con el prefijo “re-“ que evoca su condición cíclica, dos elementos que hacen que haya muchas personas con la memoria atormentada, bien por eso que hicieron y no pueden olvidar, o bien por lo que les hicieron y no pueden olvidar.

Para dar respuesta a estas heridas habló de la Carta del Papa Francisco “Sobre el papel de la literatura en la formación”, de 17 de julio de 2024, para reivindicar el hecho de unir nuevamente la teología con la literatura, especialmente con la lectura de textos clásicos que han superado la prueba del tiempo. En estos clásicos aparecen heridas y la solución para curarlas, pues la literatura expresa la vida y nos permite conocer mejor la condición humana a través de la voz de alguien. A través de las palabras «de otro» escuchamos nuestra voz, pronunciando mensajes que nosotros quizás no habríamos expresado nunca. Así, la literatura nos da capacidad para acercarnos al perdón mediante el aprendizaje de tocar nuestros corazones. Durante la ponencia, Torralba citó a unos personajes literarios de los clásicos que son víctimas de esta situación como en “El Conde de Montecristo” de Alejandro Dumas, “Carta al Padre” de Franz Kafka o “Crimen y Castigo” de Fiodor Dostoievski. La memoria de los seres humanos es esencial, limitada, selectiva y emocional. Eso es lo que la hace susceptible a ser herida. Es una memoria emocional porque al recordar se desvelan emociones, no siempre agradables, y en este punto puso el foco Torralba: identificar y entender el resentimiento y el rencor como elementos constituidos de la memoria herida, que nos envenenan el alma. Y también cómo comprender que existe la posibilidad de que la víctima se transforme y se libre de la herida a través de la práctica del perdón, la práctica del arrepentimiento y la posible reconciliación final.

Después de una pausa siguió con «Relatos del perdón«. Se centró en relatos del perdón que provienen de la literatura universal, ligándolo con el análisis cristológico del dr. Béjar de la jornada anterior, ensanchando el estudio con elementos de la literatura universal que hablan del perdón, pero también de la venganza y sus consecuencias. Entre los relatos de perdón que encontramos en la literatura, Torralba explicó la historia del poder transformador de la misericordia que encontramos en la anécdota de “Los Miserables” de Víctor Hugo donde el Obispo Mons. Myriel perdona a Jean Valjean. El gesto del Obispo Myriel, en proceso de beatificación, que en lugar de condenar a Jean Valjean opta por el perdón y la generosidad, desencadena un cambio profundo en el corazón de Valjean, inspirándole a convertirse en un hombre justo y compasivo. Entre los relatos de perdón que encontramos en el Evangelio, hizo una reflexión sobre el pasaje de San Juan que narra la historia de la mujer adúltera. Jesús demuestra misericordia frente a aquellos que querían condenar a la mujer, invitándoles a reflexionar sobre sus propios pecados con las palabras: «El que de vosotros esté sin pecado, que le lance la primera piedra». Para Torralba, ambas historias nos recuerdan que el perdón puede abrir un nuevo camino de redención y esperanza para todos.

Por la tarde, “Llamados a reconciliarnos”, fue la última ponencia de Francesc Torralba donde puso el foco en la palabra reconciliación y en el signo que simboliza la reconciliación que es el abrazo. Para Torralba, la narrativa del Nuevo Testamento es de esperanza y perdón. Utilizando la parábola del hijo pródigo como ejemplo, habló de tres figuras centrales: (1) el padre, como metáfora de Dios; (2) el hijo mayor, como representación de la lógica del cálculo, la disciplina y la sed de justicia; (3) y el hijo pequeño, como la memoria herida en la búsqueda del perdón. Todos, en algún momento, podemos sentirnos como el hermano mayor, lleno de resentimiento por las injusticias percibidas, pero raramente nos comportamos como el padre, capaz de abrir los brazos en un abrazo lleno de perdón y amor incondicional. Torralba apeló a ser más cómo la figura del padre ofreciendo a los demás un corazón abierto y dispuesto a perdonar, así como la capacidad de comunicar ese perdón a través de un gesto que trasciende las palabras y nos reconcilie con el otro. Este acto de reconciliación, dice Torralba, se expresa a través del abrazo como símbolo de liberación de los sentimientos negativos de remordimiento y resentimiento, siendo un gesto que comunica el perdón y la gracia.

El Arzobispo Vives concluyó las jornadas felicitándose por la alta asistencia de los participantes y la gran aportación de las reflexiones de los ponentes, y presentó la fórmula del sacramento de la reconciliación como una gran síntesis de lo que habían sido la temática de las jornadas: » Que Dios, Padre misericordioso, que por la muerte y la resurrección de su Hijo ha reconciliado el mundo consigo mismo y ha comunicado el Espero Santo para perdonar los pecados, te conceda el perdón y la paz por el ministerio de la Iglesia. yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo«. Finalmente recordó cómo en el Credo, proclamamos «la remisión de los pecados» y que esto es algo no anecdótico sino que forma parte de la misma esencia de la fe.

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