Día del Seminario en Urgell

El Arzobispo Joan-Enric Vives, Presidente de la Comisión episcopal para el Clero y los Seminarios, de la Conferencia Episcopal Española, presidió la Eucaristía el domingo día 20 en la Residencia Sda. Familia y en la Capilla de la Residencia San José de La Seu d’Urgell en la Fiesta del Seminario. Después de comentar brevemente las lecturas del domingo, animó a rezar y a ser solidarios con los seminaristas del Seminario Diocesano de Urgell.

En este domingo todas las comunidades de la Diócesis giraron los ojos hacia el Seminario diocesano, y hacia todos los seminaristas del mundo, que se preparan para convertirse en servidores de una Iglesia sinodal, que sale al encuentro de los hombres y mujeres contemporáneos, para anunciarles el Evangelio, darles la vida de Cristo Resucitado, curar heridas, perdonar y reunir, servir a la paz y la justicia como signos del Reino de Dios que llega. Una vocación espléndida en el Pueblo de Dios que formamos todos los bautizados. ¡Qué hermosa es una vida según el Evangelio, en seguimiento de Cristo Sacerdote!

Al servicio del sacerdocio «común» bautismal de todos los fieles, y dentro del pueblo, nunca separados ni por encima, están los servidores de todos, los «sacerdotes» que reciben la vida de los bautizados y lo ofrecen al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo. Ellos distribuyen la Eucaristía y los sacramentos, predican la Palabra de Dios con palabras y con obras, acompañan, escuchan, reconcilian a los pecadores con la misericordia del Padre, y conducen al pueblo desde el servicio a los últimos. Unas veces yendo delante de la comunidad, otras yendo detrás, empujando y acompañando a los más rezagados, y a veces en medio, aprendiendo el rumbo que el Espíritu marca al rebaño. Todos haciendo Iglesia, gozosos del don que Dios nos ha hecho al crearnos y al redimirnos por pura gracia, sin ningún mérito nuestro. Todo esto es lo que anuncian los presbíteros, estando cerca y en medio de las parroquias e instituciones. Con debilidades, por supuesto, porque son hombres como todos, pero con un don muy grande que salva al mundo; ellos mismos son un don para la Iglesia y para el mundo.

Y el Arzobispo pidió que todos oraran pidiendo santos, humildes y entregados sacerdotes para nuestra Iglesia. Ahora tenemos seis seminaristas en nuestro Seminario Diocesano, cuatro en formación inicial y dos diáconos a punto de ser ordenados presbíteros hacia final de curso. Necesitan la oración de las comunidades cristianas, de su apoyo y ayuda. Es necesario que amemos a nuestros sacerdotes que todo lo dan para el servicio de los hermanos, y amemos a nuestros seminaristas, que son la semilla de futuro.

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