Cuidar la Casa Común (1)

Cuidar la Casa Común es un compromiso para los cristianos. La encíclica del Papa Francisco Laudato Si’ de 2015 ha supuesto una auténtica revolución en el compromiso evangélico de los cristianos de trabajar contra el cambio climático. Y cuidar la Tierra como la casa de todos, es, en sí mismo, un mandato evangélico. Ya en 1971, S. Pablo VI en su carta apostólica Octogesima adveniens denunciaba que la degradación ecológica era consecuencia de la actividad descontrolada del ser humano; S. Juan Pablo II, que abordó desde el comienzo de su pontificado las cuestiones relativas a la ecología y al medio ambiente, declaró a S. Francisco de Asís en 1979 como “patrono celestial de la ecología”; y Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in Veritate exponía la necesidad de que la Iglesia y toda la sociedad caminasen hacia una “ecología humana”.

En nuestros días, los signos de alerta son cada vez más dramáticos.  La opinión pública que es especialmente sensible a este problema así como la unanimidad de la comunidad científica han llevado a la Iglesia a dar un paso al frente y movilizarse también de forma muy directa, con numerosas acciones contra el cambio climático, que afecta especialmente a las personas más empobrecidas. Porque “escuchar el grito de la Tierra es escuchar el grito de los pobres”, dice el Papa Francisco en Laudato Si’. Sería necesario que todos, pero especialmente las instituciones católicas que trabajan en el ámbito del desarrollo, la justicia social, la educación y la promoción humana, se uniesen para tener voz propia y para realizar acciones conjuntas. Dejándose ayudar por expertos en el ámbito de la filosofía, la ciencia, la educación o la economía, y así abordar 3 cuestiones fundamentales: la ecología integral desde la perspectiva de la Doctrina Social de la Iglesia; las inversiones éticas y el cambio climático; y la educación como motor del cambio social.

Son muchos los que proponen, en la línea de la Laudato Si’, que se mantenga unido el clamor de la Tierra con el clamor de los pobres, para elaborar una propuesta económica y un estilo de vida nuevos, que se traduzcan en un cambio de los hábitos de consumo y de las relaciones económicas. Se precisa  una acción integral que implique un gran trabajo en el ámbito de la educación para evitar caer en determinadas propuestas antinatalistas o que promueven un discutido capitalismo verde o ecocapitalismo que se convierta en el sistema dominante. Se trata no sólo de avanzar en las contribuciones del Acuerdo climático de París (2015) sino también de ampliar el número de estados para contener el calentamiento global. El trabajo de Caritas Internationalis en este ámbito va unido desde hace mucho tiempo a hacer justicia con los más pobres a través de proyectos como la agroecología. Este compromiso se vio reforzado con el Sínodo de la Amazonia (2019), en el que se hizo un llamamiento a la justicia y al respeto por las poblaciones más vulnerables. Sin embargo, el actual contexto político internacional no es precisamente favorable pues muchos países se están echando atrás y están actuando sólo mirando su propio interés y no el general. No obstante, podemos estar esperanzados porque algo está cambiando en todo el mundo.

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