El sábado 27 de junio y el domingo 28 a la S.E. Catedral de Santa María de La Seu d’Urgell, el Arzobispo Joan-Enric administró el sacramento de la Confirmación a dos grupos de jóvenes de la Parroquia de St. Ot de La Seu d’Urgell. El grupo del sábado fueron 9 los confirmados y el grupo del domingo 21 jóvenes. Acompañó al Arzobispo el Vicario General y Rector de la Parroquia, Mn. Ignasi Navarri, el Secretario Mn. David Codina, así como los catequistas que han preparado los jóvenes durante su catequesis y los seminaristas de Urgell.
En su homilía el Arzobispo glosó las lecturas de la Palabra de Dios proclamadas en aquel domingo que animaban a la acogida generosa de los discípulos de Jesús y especialmente a los más vulnerables. Dirigiéndose especialmente a los jóvenes confirmandos el Arzobispo les subrayó cómo «el bien obtiene siempre recompensa» y les exhortó y animó a perseverar en la práctica del bien a pesar de las incomprensiones de muchas personas que los tratarán de «ingenuos» o «idealistas» porque preferirían que se viviera en el egoísmo. Ante esto los discípulos de Jesús deben perseverar en la práctica asidua del bien y de la generosidad, dándose, regalando por amor a los demás que son presencia de Dios en medio de nosotros.
Eran las primeras confirmaciones del Arzobispo después de la pandemia. Mons. Vives animó a los jóvenes confirmandos a vivir siempre en el amor y en «poner amor donde no hay amor para sacar amor», y a valorar cómo la crisis sanitaria ha puesto de relieve lo más esencial en la vida: la familia, los amigos de verdad, los servicios prestados generosamente y, sobre todo, la fe, que nos permite estar unidos a Jesús. Recordó cómo hemos visto con la pandemia que hay mucha gente que se ha dado al servicio de los hermanos, como enfermeras, médicos, sanitarios pero también mucha gente anónima que con su trabajo de cada día, ha permitido que los servicios básicos se mantuvieran . Les remarcó cómo en ese día serían marcados con Aceite del Crisma como un sello de la gracia de Dios que los acompañaría siempre a lo largo de su vida y les pidió rezar y encomendarse mucho al Defensor que recibían en ese día. Finalmente animó a los jóvenes a saber amar a los compañeros sin discriminación y no caer en la tentación del «bulling» ya que en Cristo todos somos hermanos e hijos del mismo Padre Dios.
Al final de la Misa regaló a los jóvenes el Nuevo Testamento y les pidió que rezaran cada día porque es la manera que tenemos de poder mantenernos en la práctica constante del bien.