Conferencia del Arzobispo sobre Sta. Teresita en La Seu d’Urgell

El día 1 de marzo en el Casal parroquial de La Seu d’Urgell tuvo lugar la primera de las conferencias cuaresmales programadas con el título “Teresita, maestra de la infancia espiritual. 150 años de su nacimiento y 25 de su proclamación como Doctora de la Iglesia”. Impartió la Conferencia el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives a quien el Rector de la Parroquia y Vicario General, Mn. Ignasi Navarri, quiso agradecer su presencia en medio de los fieles.

El Arzobispo dividió su intervención en dos partes. En la primera destacó los rasgos biográficos de Sta. Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, de nombre “Teresa Martin”, nacida el 2 de enero de 1873 y traspasada el 30 de septiembre de 1897. Aunque sólo vivió 24 años, St. Pío X la definió como “la mayor santa de los tiempos modernos”.

Mons. Vives presentó la vida de Sta. Teresita porque es una vida que habla y que es toda ella signo de su santidad. Es teología espiritual «narrativa». El 9.4.1888 Sta. Teresita entró en el convento del Carmelo de Lisieux después de varias dificultades (no querían dejarla entrar, tenía ya 2 hermanas en el Convento, tenía sólo 15 años…). Pero ella luchó por entrar y después de muchas vicisitudes lo consiguió. La Superiora de la Comunidad la definió como una “monja normal” a su muerte, porque no se había dado cuenta de la excepcionalidad de su vida tan normal aparentemente. Sta. Teresita sufrió muchas pruebas en su corta vida como una grave tuberculosis o un testimonio a veces poco ejemplar de algunos sacerdotes o la oscuridad de la noche de la fe o su lucha final con la muerte. Sin embargo ella “comprendió que en el Cuerpo de Cristo nada se mantendría si no fuera por el Amor” leyendo 1 Co 12-13, y vivió toda la vida marcada por este deseo de vivir el amor del Señor: “ el Amor no es amado; yo haré amar al Amor”. «En el corazón de la Iglesia, mi madre, yo seré el amor, y así lo seré todo».

Vivió la doctrina de la gracia, la misericordia y la confianza, el abandono e infancia espiritual abandonándose humilde y totalmente a Dios. Esto contrastaba fuertemente con la espiritualidad jansenista propia de su tiempo y en este sentido ella fue una avanzada y una gran maestra sobre la gracia de Dios. Sus escritos más importantes fueron “El Manuscrito autobiográfico A, B y C” (Historia de un alma 1898), poesías, manuscritos, “últimas conversaciones”, cartas… Fue beatificada el 29.4.1923 y canonizada el 17.5.1925 por Pío XI que la definió como “la estrella de mi pontificado”. Fue declarada Copatrona de Francia y Patrona de las misiones y los misioneros con San Francisco Javier. San Juan Pablo II la proclamó Doctor Amoris en 1997.

En la segunda parte de su conferencia el Arzobispo definió los principales rasgos de la doctrina y espiritualidad de Sta. Teresita: el pequeño camino/caminito que es la búsqueda de la santidad en las pequeñas cosas de cada día. Ella creía que no era necesario llevar a cabo actos heroicos o grandes obras, para alcanzar la santidad y expresar su amor a Dios. Entre 1893 y 1894, como resultado de su discernimiento interior, ella confía su pequeñez ante Dios y le invita a actuar, éste sería el nacimiento del pequeño camino/caminito.

Por otro lado, otro rasgo es el abandono en su espiritualidad y en su doctrina: el abandono fruto del ejercicio de la humildad. Una espiritualidad que fue profundamente bíblica puesto que se dejaba impactar por la Palabra de Dios. Su espiritualidad no es sentimental e inmadura. Desarrolló un enfoque para la vida espiritual que las personas de todos los orígenes puedan entender y adoptar.

Por último, el Arzobispo destacó la confianza en la misericordia y el amor de Dios que tenía Sta. Teresita ante la que confía y con la que no hace falta temer nada. En una famosa carta escrita del 17 de septiembre de 1896, a su hermana, escribió una frase que resume el mensaje y el núcleo de sus ideas y pensamientos más arraigados, el motor de su existencia: “la confianza, y nada más que confianza, es la que debe conducirnos al amor de Dios”. Este sentido de la misericordia es crucial en los últimos meses de su vida, cuando pasas a través de la prueba, «la noche de la fe».

Murió la noche del 30 de septiembre de 1897 diciendo “Le amo… ¡Dios mío, yo te amo!”.

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