El sábado 8 de enero el Arzobispo de Urgell Mons. Joan-Enric Vives ordenó de diácono permanente, en una celebración gozosa en el Santuario del Santo Cristo de Balaguer, al Sr. Antoni M. Serra Canturri, hijo de La Seu d’Urgell, de 53 años de edad, padre de familia, educador en las Dominicas de la Anunciata (St. Francesc Coll), licenciado en filosofía y teología moral. Concelebraron con Mons. Vives, el Vicario General de la Diócesis y encargado del clero y de los diáconos permanentes, Mn. Ignasi Navarri, y el Vicario episcopal de Pastoral, Mn. Antoni Elvira; el Cura Custodio del Santuario, Mn. Joan Pujol; el Rector de la Parroquia de Balaguer, Mn. Jordi Profitós; el P. Josep Lluis Iriberri s.j. que le ha acompañado espiritualmente; varios presbíteros de los Obispados de Barcelona y St. Feliu de Llobregat ex compañeros de estudios del nuevo diácono; los compañeros sacerdotes del Arciprestazgo, los tres diáconos permanentes de Urgell, los seminaristas y un buen grupo de fieles y familiares del nuevo diácono.
El sr. Arzobispo en su homilía animó al nuevo diácono a vivir con intensidad el nuevo llamamiento que la Iglesia le hacía a partir de su ordenación, siguiendo las lecturas proclamadas en ese día. El Arzobispo subrayó cómo Dios es amor (cf. 1 Jo 4-7-10), un amor que en la vocación concreta del nuevo diácono permanente Antoni M. Serra Canturri se concreta en la paternidad hacia su hijo Pau, que estaba presente en el ordenación, y en una nueva paternidad espiritual sobre la comunidad del Pueblo de Dios que asumía a partir de su ordenación diaconal con la entrega generosa de sí mismo a los pobres y a los marginados y a todos los fieles de la Diócesis de Urgell a la que el nuevo diácono quedaba incardinado por la ordenación recibida ese día. Mons. Vives comentó que, tal y como relata el Evangelio de San Marcos (Mc 6,34-44) proclamado, el nuevo diácono permanente debe ofrecer a Dios sus dones, su vida, sus “cinco panes y dos peces”, para que el Señor la multiplique y actúe a través de él .
La tentación de los discípulos es la de no resolver los problemas de la gente y despedirlos con indiferencia. Ante esta actitud de despreocupación y desvinculación, el diácono es aquel ministro de la Iglesia, que sigue el mandamiento del Señor: “dadles de comer vosotros mismos” y pone sus “cinco panes y dos peces”, sus dones, su vida, al servicio de la comunidad y del Pueblo de Dios, y de la multitud desvalida «como ovejas sin pastor».
El Arzobispo animó al nuevo diácono a cuidar especialmente de los pobres y marginados, de los enfermos, de quienes necesitan escuchar la Palabra de Dios y que les sea anunciada, y en este sentido recordó al ordenando las palabras que le diría solemnemente después en el rito de ordenación: “Recibe el Evangelio de Cristo, del que has sido hecho mensajero; y cree lo que lees, enseña lo que crees y practica lo que enseñes”.
El nuevo diácono permanente quedaba vinculado, incardinado, a la Diócesis de Urgell, que él conoce bien y ama, por su nacimiento y por su vinculación a diferentes realidades como el movimiento de jóvenes de Hora 3, el de Jóvenes de Urgell, o haber trabajado de primera mano en la casa de colonias de AINA. Finalmente el Arzobispo pidió que el Espíritu Santo bajara sobre el nuevo diácono para que «lo fortalezca con el don de vuestra gracia septiforme, para que pueda cumplir fielmente su ministerio», cosa que será, porque con la ayuda de Dios, “elegimos a este hermano nuestro para la orden del diaconado”.
Después de que Antoni M. prometiera ante el sr. Arzobispo y de todos los fieles su firme y libre voluntad de predicar la Palabra de Dios y de cumplir su ministerio de servicio según el querer de Cristo y de la Iglesia, con plena obediencia al Obispo y sus sucesores, todo el Pueblo de Dios invocó a la Virgen María y a los santos implorando su ayuda para que intercedieran por el nuevo ministro de la Iglesia.
A continuación tuvo lugar la imposición de manos por parte del Arzobispo Joan-Enric y la solemne oración de ordenación pidiendo al Señor que hiciera descender sobre él al Espíritu Santo para que le fortaleciera con el don de la gracia septiforme y pudiera cumplir así fielmente su ministerio.
Una vez ordenado, fue revestido con la estola y la dalmática, aportados al obispo por su hijo Pau de doce años, ornamentos litúrgicos que significan su ministerio de servicio a los pobres ya todo el Pueblo de Dios. A continuación el nuevo diácono recibió de manos del Arzobispo Joan-Enric el libro de los Evangelios para que viva del Evangelio y lo proclame en las celebraciones litúrgicas y en la vida del Pueblo de Dios. El beso de paz del Arzobispo y de sus hermanos en la orden diaconal cerró el rito de ordenación..
Al terminar la Eucaristía el nuevo diácono se dirigió en acción de gracias a la comunidad reunida con unas palabras que reflejaban su aprecio a la Palabra de Dios y su voluntad de servir a todos en este nuevo ministerio que la Iglesia, por manos del Obispo, le confía. También un hermano, en nombre de la familia, quiso agradecer al nuevo diácono el apoyo y amor que siempre ha aportado a su familia y tuvo un recuerdo emocionado por sus padres difuntos que le llevaron a la fe y que traspasaron debido a la pandemia.
Tras la bendición final sobre el ordenado, él pasó a venerar la Sagrada Imagen del Santo Cristo de Balaguer con gran devoción, mientras las Hnas. Clarisas cantaban el Himno.
El nuevo diácono estará al servicio la Parroquia de La Seu d’Urgell y de los pueblos vecinos.