Acojamos al Papa León XIV con alegría y esperanza (y 2)

El Papa León XIV es una voz valiente de paz y justicia en el mundo global. Se ha posicionado con claridad en cuestiones sociales. Denuncia el individualismo destructivo, la exclusión de los más vulnerables y el debilitamiento de la dignidad humana en tantos ámbitos de la vida moderna. Reivindica una Iglesia que no se recluya en sí misma, sino que salga al encuentro del mundo, como instrumento de reconciliación, de paz y de servicio a los pobres, a los migrantes y a los descartados.

Con una trayectoria como misionero en Perú y defensor de los derechos humanos, León XIV ha mostrado un fuerte compromiso con las comunidades marginadas. Destacó la importancia de la acción pastoral y la necesidad de la Iglesia de ser una luz que ilumine las noches oscuras de este mundo. Impulsará una Iglesia misionera, que no se avergüence del Evangelio y que sea capaz de proponer la fe como una respuesta coherente y clara a las angustias del mundo actual. Nos invita a salir de la comodidad, de la autorreferencialidad y del miedo, y a redescubrir la alegría de comunicar a Cristo con gestos, palabras y testimonio coherente. “¡Dios ama a todos, y el mal no prevalecerá!”, afirmó rotundamente el día de su elección, para sostener y elevar nuestra esperanza.

León XIV ha expresado su intención de continuar con las reformas iniciadas por su predecesor, el Papa Francisco, poniendo énfasis en la humildad, la justicia social y la atención pastoral. También destacó la necesidad de reformar la gobernanza del Vaticano y abordar cuestiones actuales como el impacto de la inteligencia artificial en el trabajo y la dignidad humana. El nuevo pontífice es un firme defensor de la sinodalidad, promoviendo la participación y la corresponsabilidad de todos los fieles para abordar la polarización dentro de la Iglesia. Afirmó que todos los fieles estamos llamados a la gran responsabilidad de vivir lo que él llama una nueva actitud, el amor y la unidad, fermento de un mundo reconciliado que pide escuchar primero al Espíritu Santo y lo que reclama a la Iglesia. Es una llamada a una espiritualidad más arraigada, más orante, que vuelva a poner a Dios en el centro de todo.

En la audiencia con los periodistas en el Vaticano, el Papa defendió la libertad de prensa y subrayó la importancia de la libertad de expresión, afirmando que «sólo los pueblos informados pueden tomar decisiones libres». Pidió la liberación de los periodistas encarcelados por «haber buscado y explicado la verdad» y elogió la labor de los reporteros en zonas de conflicto. Y ha tenido signos de proximidad a Ucrania, y a sus niños deportados, y ha llamado a tener compasión de quienes pasan hambre o no reciben la debida ayuda humanitaria. En la homilía de la misa del inicio de su ministerio, dijo: «Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad”. Estamos ante un tiempo nuevo para la fe y la Iglesia, que nos desafía y nos ilusiona. El Papa León XIV no “inventará” una Iglesia nueva, sino que renovará la Iglesia de siempre desde el corazón del Evangelio, la santidad y el amor. Su voz es un viento fresco que nos recuerda que el amor y la santidad no son una utopía, sino una vocación real para todos.

Compartir