Ordenación presbiteral del P. Joan Morera Perich, s.j. en Verdú

El sábado 17 de septiembre tuvo lugar en la iglesia de Santa María de Verdú (Diócesis de Solsona) la ordenación presbiteral del diácono jesuita P. Joan Morera, s.j. de manos del Arzobispo de Urgell Mons. Joan-Enric Vives. Concelebraron con el Arzobispo, el P. Provincial de los Jesuitas en España, P. Antonio España y el Delegado de los Jesuitas en Cataluña, P. Enric Puiggròs, así como Mn. Jordi Orobitg, miembro del Consejo Episcopal del Obispado de Solsona y antiguo párroco del Seminario Mayor Interdiocesano donde el nuevo presbítero se formó unos años y el P. Roger Torres, Superior de la Comunidad de jesuitas de Lleida donde el P. Joan Morera está destinado, y una treintena de presbíteros y una gran cantidad de fieles.

Fue una celebración emotiva y llena de significado donde la liturgia austera pero bellamente cuidada habló y evocó al Señor que regalaba un nuevo ministro a su Iglesia.

En su homilía el Arzobispo glosó las lecturas de la Palabra de Dios proclamadas: en la primera lectura (Is. 42,1-7) el profeta Isaías profetiza como Jesús será el Servidor de los servidores: «Aquí tenéis a mi siervo, de quien he tomado posesión, mi amado, en quien se ha complacido mi alma”. Todo presbítero debe ser un servidor a imitación de Jesús que vino a servir y no a ser servido. En este sentido el Arzobispo animó al nuevo presbítero «en todo amar y servir» al Pueblo de Dios en los diferentes servicios que la Compañía de Jesús le encargará y cómo este servicio lo configurará como ha configurado a todos los presbíteros. Y en la segunda lectura (2 Co 5,16-20) se recordaba cómo son “felices quienes son embajadores de reconciliación”. El Arzobispo animó al nuevo presbítero a ser embajador de un Dios de misericordia que perdona 70 veces 7 y que nunca se cansa de perdonar. Todo presbítero debe ser un embajador de la reconciliación y el embajador debe transmitir las palabras que recibe de Dios mismo que debe sostenerle en su misión. Animó al nuevo presbítero a ser embajador de un Dios que ama a todo el mundo y que quiere el respeto de los derechos humanos y de una ecología integral, que ponga en el centro a las personas, y el cuidado de la casa común. Glosando la lectura del Evangelio de las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-12a) animó al P. Joan a ser pobre en el espíritu y a poner en el centro de su ministerio presbiteral a los pobres, los marginados y los que más sufren. Felices quienes tienen un espíritu de pobre, recordó Mons. Vives que traducía el Cardenal Pironio. Finalmente el Arzobispo destacó tres dimensiones pastorales que marcan la vida del nuevo presbítero: el amor por la Sagrada Escritura y la Biblia; el servicio generoso y entregado a los más pobres, y el trabajo por la justicia, la paz y la no violencia.

El nuevo presbítero nació el 5 de febrero de 1983 en Tordera (Maresme-Girona), estudió informática y programación de videojuegos y sintió su llamada vocacional por el referente de su tío cura Mn. Josep Perich, gerundense, que en un primer momento le acompañó al Seminario diocesano pero que al terminar los estudios de filosofía y teología, en 2009, decidió iniciar su itinerario como jesuita. Se ha formado en espiritualidad ignaciana, y también en lenguas bíblicas. Estudió Teología Bíblica en la Universidad Gregoriana de Roma y con una estancia en Jerusalén. Su recorrido desde entonces le ha llevado a Tanzania, durante dos años, y después nuevamente a Cataluña, donde ha profundizado en el estudio de la no-violencia cristiana, y más recientemente en el campo de la ecología, entre otros actividades. No ha sido un camino fácil, ya que como él mismo explica, durante su estancia en África sufrió un problema de salud que, “como la herida de Pamplona de Ignacio, me ha llevado a reconsiderar la perspectiva desde la cual soy jesuita, un proceso que ha tardado años”.

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