Tiempo de colonias, tiempo de vida

Desde hace 62 años que la Diócesis de Urgell realiza actividades de Colonias durante el verano. «Hacer colonias» e «ir de colonias» son ya expresiones coloquiales, como el catalanismo «ir al esplai». Recordemos aquel lema exitoso: «En colonias, ¡el verano es diferente!». Durante los meses de junio, julio y agosto por toda nuestra Diócesis y en Cataluña tienen lugar multitud de tandas de colonias. Niños y jóvenes, monitores, padres, cocineros y consiliarios nos sentimos dichosos por tantas actividades de formación en el tiempo libre, desde la inspiración del Evangelio. Y muchos son becados para que puedan tener unos días de vacaciones formativas y con amigos.

Las colonias y campamentos son una institución pedagógica privilegiada para trabajar valores personales y de convivencia. Y a quienes hemos sido monitores y consiliarios nos han marcado la vida. La propuesta educativa de la Coordinación Catalana de Colonias y Esplais Cristianos, de la que forma parte la Fundación de nuestra Diócesis de Urgell, la Fundación de Esplais Santa María de Núria (FEMN) y AINA en Andorra, así como la más conocida y antigua, la barcelonesa «Fundación Pere Tarrés», tienen la identidad cristiana y eclesial con espíritu evangelizador como el punto de referencia básico y fundamental que las configura. Hoy se da pluralidad de proyectos, instituciones e identidades. Y eso es positivo. Pero reclama profundizar y reforzar la identidad cristiana propia de nuestros Centros de esplai y las Colonias. Y lo mismo en el Escultismo católico.

El tiempo libre es un tiempo de gracia. Valoremos, por tanto, las vacaciones y las colonias como una gran posibilidad de vivencia y transmisión de los auténticos valores para la vida de los niños y de los jóvenes. Las colonias y los recreos cristianos son una buena oferta pastoral cuando se proponen ser lugares de verdadera comunión cristiana, con pasión por el juego y la aventura de la vida, y donde se proponga y se celebre la fe. Lugares de descubrimiento de Dios en su creación, donde se cultiven la gratuidad de las relaciones, la alegría de las amistades y los afectos. Lugares donde se vivan vacaciones con sentido, para todos y cada uno de los niños, y donde poder disfrutar de solidaridad, fraternidad, belleza, austeridad, acción de gracias y fe. Esta es nuestra propuesta humanizadora y personalizadora del tiempo libre, queriendo incidir socialmente, y realizándola desde el voluntariado, y desde el voluntariado eclesial. Queremos educar en la fe, pero una fe entramada íntimamente con la vida de cada día. Una fe que se convierta en cultura, porque «una fe que no se convierte en cultura es una fe todavía no plenamente asumida», decía S. Juan Pablo II.

Es necesario que tengamos unas prioridades pastorales en el tiempo libre: 1) Mayor claridad en la identidad de la propuesta, sin confundir esplai y catequesis ya que son dos propuestas pastorales diferenciadas, pero que se complementan entre sí, y que pueden cooperar. 2) Respetar los procesos educativos. Por ello los contenidos y la experiencia de la fe deben conjugarse con la atención a la libertad, las motivaciones y las situaciones de cada familia. 3) Apertura a todos por parte del centro de esplai cristiano, cualesquiera que sean sus diferencias de cultura, raza o religión, con una atención preferente por los niños con precariedades o carencias. 4) Los animadores de la fe y los consiliarios deben ser buenos acompañantes, que se impliquen en un proyecto de vida arraigado en el Evangelio. 5) Y finalmente, hay que ser pacientes y ayudar mucho desde las parroquias y la Diócesis. Nos tenemos que creer lo que Jesús nos dice: «El que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él» (Lc 18,17).

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