La Presidencia de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE) ha publicado una Declaración reafirmando su apoyo y solidaridad con el pueblo ucraniano frente a la invasión rusa. El texto completo de la Declaración es el siguiente:
Declaración de la Presidencia de la COMECE en apoyo a Ucrania y a su pueblo en un contexto de una creciente complejidad e incertidumbre geopolítica.
Mientras el panorama geopolítico continúa siendo inestable e incierto, la Presidencia de la COMECE desea reafirmar la continua cercanía y la sentida solidaridad de los obispos de la UE con el pueblo de Ucrania, que lleva más de tres años sufriendo la injustificable invasión a gran escala de Rusia.
Recordamos en la oración a todos los que han perdido la vida, a los que han resultado heridos, a los que han tenido que huir de sus hogares por miedo, así como a los que siguen defendiendo su patria.
Deseamos expresar nuestra gratitud a los responsables de la UE por el apoyo humanitario, político, económico, financiero y militar sin precedentes que han prestado a Ucrania y a su pueblo en los últimos años. También apreciamos profundamente los incansables esfuerzos de las organizaciones de la sociedad civil, incluidas multitud de entidades religiosas, y de los ciudadanos de a pie por mostrar gestos concretos de solidaridad con las personas que sufren las consecuencias de la guerra.
La lucha de Ucrania por la paz y la defensa de su integridad territorial no es sólo una lucha por su propio futuro. Su resultado también será decisivo para el destino de todo el continente europeo y de un mundo libre y democrático.
La guerra ha entrado ahora en un nuevo capítulo. En medio de la creciente complejidad geopolítica y la imprevisibilidad de las medidas adoptadas por algunos miembros de la comunidad internacional, hacemos un llamamiento a la Unión Europea y a sus Estados miembros para que permanezcan unidos en su compromiso de apoyar a Ucrania y a su pueblo.
La invasión rusa de Ucrania es una flagrante violación del derecho internacional. El uso de la fuerza para alterar las fronteras nacionales y los atroces actos cometidos contra la población civil no solo son injustificables, sino que exigen la consiguiente búsqueda de justicia y rendición de cuentas.
Una paz global, justa y duradera en Ucrania sólo puede lograrse mediante negociaciones. Cualquier esfuerzo de diálogo creíble y sincero debe estar respaldado por una solidaridad transatlántica y mundial sólida y continua, y en él debe participar la víctima de la agresión: Ucrania. Rechazamos firmemente cualquier intento de distorsionar la realidad de esta agresión.
Para que sea sostenible y justo, un futuro acuerdo de paz debe respetar plenamente el derecho internacional y estar respaldado por garantías de seguridad efectivas que impidan la reanudación del conflicto. El acuerdo de paz debe establecer las condiciones necesarias para garantizar que las familias ucranianas puedan reunirse de nuevo y vivir una vida digna, segura y libre en su patria soberana e independiente.
Además, con vistas a restaurar el tejido social de Ucrania, reforzar su cohesión social y emprender el camino de la reconciliación a largo plazo, será igualmente importante que se defiendan y protejan los derechos de todas las comunidades, incluida la minoría rusoparlante.
La comunidad internacional debe seguir ayudando a Ucrania en la reconstrucción de las infraestructuras destruidas. Rusia, el agresor, debe participar adecuadamente en este esfuerzo.
En respuesta a la búsqueda de Ucrania de un futuro dentro de la Unión Europea y a sus pertinentes esfuerzos de reforma, pedimos a la UE que avance en el proceso de ampliación de manera pertinente y justa junto con otros países candidatos.
Además, en un momento en que se están redefiniendo los contornos de una nueva arquitectura de seguridad mundial, esperamos profundamente que la Unión Europea se mantenga fiel a su vocación de ser una promesa de paz y un ancla de estabilidad para su vecindad y para el mundo.
Mientras los cristianos se preparan para emprender el camino de la Cuaresma, tiempo de arrepentimiento y conversión que conduce a la Pascua, fiesta de la esperanza y de la vida nueva, seguimos confiando Ucrania y Europa a nuestro Señor Jesucristo, por intercesión de María, Reina de la Paz.