La Vigilia Pascual que se celebró la noche del sábado 8 de abril en la Catedral de Sta. María de Urgel fue presidida por el Arzobispo de Urgel, Mons. Joan-Enric Vives. Concelebraron con el Arzobispo los Canónigos, los sacerdotes de la ciudad y acolitaron los seminaristas. La celebración se inició con el encendido del fuego nuevo y del cirio Pascual. La Iglesia siempre renace confiando en la Resurrección del Señor.
A continuación, se entró en el templo, iluminados por la Luz del cirio pascual que representa la de Cristo Resucitado. El diácono Mn. Antoni Serra proclamó el pregón pascual para recordar la “culpa afortunada, que nos ha merecido un Redentor tan grande! ¡Oh noche bienaventurada! Sólo tú supiste la hora en que Cristo resucitó de entre los muertos. Ésta es la noche de la que dice la Escritura: «La noche os es tan clara como el día, luz u oscuridad os son igual”.
Después empezó la Vigilia con la proclamación de las lecturas de la Palabra de Dios, con cantos y oraciones, que nos recuerda la obra grandiosa realizada por Dios. Y se cantó el Aleluya.
En su homiila Mons. Vives glosó el Misterio central de la fe cristiana: ¡la Resurrección del Señor que nos hace cantar Aleluya! Realmente el Señor ha resucitado. Toda la Iglesia, extendida de Oriente a Occidente, se reúne en vela esta Noche Santa para proclamar que el Señor ha vencido a la muerte y ¡Él está vivo! Las mujeres fueron las primeras que se dieron cuenta de la Resurrección del Señor y lo comunicaron a los Apóstoles. Jesús vence a la muerte con su resurrección y nos enseña la auténtica vida humana: la donación por amor hasta derramar su sangre en la cruz por toda la humanidad. Con su Resurrección se ha aniquilado la muerte; y todos los atribulados de este mundo, los enfermos, quienes sufren, quienes viven el horror de las guerras, o cualquier dificultad, pueden tener esperanza. El Arzobispo animó a los fieles a tener valentía a la hora de testimoniar la fe sin miedo, con coraje, sin dejarse vencer por el miedo, y luchando contra el relativismo y el nihilismo que impera en nuestra sociedad. Debemos ser cristianos libres y auténticos que viven del Resucitado.
Terminada la homilía, tuvo lugar la liturgia del bautismo con la bendición de las fuentes bautismales y a continuación todo el pueblo de Dios llevó a cabo la renovación de las promesas de su bautismo.
La Vigilia continuó con la Liturgia de la Eucaristía y acabó con el canto gozoso del Regina Coeli para proclamar con María Reina del cielo la Resurrección de Cristo que nos llena de gozo y de Vida.