La celebración en Canillo y Meritxell (Andorra) del 40º Encuentro de Santuarios de Cataluña y las Islas Baleares, me ha llevado a reflexionar, ya cercana la Semana Santa, en el valor de los Santuarios en nuestra vida de fe, y especialmente como lugares donde podemos experimentar la misericordia de Dios para con nosotros, tan débiles y pecadores, tan necesitados de la ayuda celestial. Tengamos presentes los grandes santuarios del mundo y su gran atracción: Montserrat, Lourdes, Pilar, Fátima, Częstochowa, Guadalupe, Aparecida… y los santuarios de la Diócesis: Núria, patrona de la Diócesis; Meritxell, patrona de Andorra; el Santo Cristo de Balaguer. Y los más locales, también muy queridos y visitados: N. Sra. del Remedio, en Castell del Remei (Plana de Urgell); Mijaran, en el Valle de Arán; les Sogues (Bellvís); Socorro (Agramunt); Claustro (Guissona); Arboló (Pallars Sobirà), Valldeflors, Refet, Salgar, Talló y tantos otros. Son pequeños oasis, donde encontramos la paz de Dios.
El Papa Francisco en un Discurso reciente (29/11/2018) dirigido a los participantes del Ier. Encuentro Internacional de Rectores y Operarios de los Santuarios, subrayó como los santuarios son un lugar privilegiado de acogida, de oración y de misericordia. Son muchos los que van al Santuario «porque necesitan recibir una gracia, y luego vuelven para agradecer haberla experimentada, a menudo por haber recibido fortaleza y paz en la prueba. Esta oración hace que los santuarios sean lugares fecundos, donde la piedad del pueblo sea siempre alimentada y crezca en el conocimiento del amor de Dios».
Son importantes los Santuarios en el mundo contemporáneo porque son un lugar de refugio y oasis en medio del ajetreo de la vida, y muchas personas se acercan a ellos para vivir su fe y su devoción, pero también para poder encontrar consejo, perdón, misericordia y belleza inspirada en la fe. El santuario lanza preguntas fundamentales, y da respuestas. Los Santuarios, especialmente los dedicados a Jesucristo y a la Virgen, así como también los dedicados a los Santos, son una fuente de agua viva donde todos nos podemos acercar para encontrar consejo espiritual, consuelo y fuerza en medio de las contrariedades y las tormentas de la vida.
El Papa recordó que un Santuario, es un lugar privilegiado de la misericordia. Acojamos este mensaje en nuestra Cuaresma y Semana Santa. Visitemos algún santuario y abrámonos a la misericordia que el Padre celestial nos quiere regalar. Dice el Papa que «nadie en nuestros Santuarios debe sentirse como un extraño, especialmente cuando va con el peso de su pecado, por eso, el Santuario es un lugar privilegiado para experimentar la misericordia que no conoce límites. De hecho, cuando la misericordia es vivida, se convierte en una forma de evangelización real, porque transforma a los que reciben la misericordia, en testigos de la misericordia». Y recomienda celebrar el sacramento de la Reconciliación, y que los fieles puedan encontrar «sacerdotes bien formados, santos, compasivos, capaces de hacer gustar el verdadero encuentro con el Señor que perdona. Testigos fieles del amor del Padre que se acerca a todos y sale al encuentro, feliz de haber encontrado a los que se habían perdido». Y lugares donde se ayude a vivir las obras de misericordia porque en los santuarios, la generosidad y la caridad se realizan de manera natural y espontánea como actos de obediencia y amor al Señor Jesús y a la Virgen».
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