Reconstruir desde la misericordia

Tras la sentencia del Tribunal Supremo creo que nadie puede permanecer indiferente ni puede alegrarse del dolor que esta sentencia genera en la sociedad catalana pero sobre todo en los líderes sociales y los políticos condenados a altas penas de prisión y en sus familias, que tanto sufren. Por eso nos tenemos que acercar con respeto y empatía a esta situación, y eso quisimos hacer con nuestras reflexiones, los Obispos de Cataluña, en el Comunicado hecho público ese mismo día en que se conoció la sentencia.

Sabiendo que la justicia debe servir para solucionar los problemas y no para hacerlos más grandes, y sin interferir en las decisiones de los tribunales, por duras que pudieran ser, los Obispos pedíamos valorar la sentencia emanada de uno de los pilares de un estado de derecho, con respeto, por más que se pueda discrepar, apelarla o incluso rechazarla abiertamente. Nos permitíamos insistir en que en el actual conflicto político se necesita algo más que la aplicación de la ley. Es muy importante en estos momentos tener bien presente la misericordia y la magnanimidad que hacen grandes a los pueblos, y recordábamos las bellas y sensatas palabras del Papa S. Juan XXIII en la apertura del Concilio Vaticano II: «Es preferible usar el remedio de la misericordia que no empuñar las armas de la severidad; no es precisamente condenando, como hay que atender a las necesidades de nuestro tiempo». Se necesita el arduo camino del diálogo real y el entendimiento entre todas las partes interesadas, con decisiones arriesgadas, valientes, porque, desde el respeto a las diversas opciones políticas, se encuentre la concordia y la pacífica convivencia. Las reacciones siempre deberían ser pacíficas y respetuosas del bien común. Nunca es aceptable la violencia, venga de donde venga. Muchos están dolidos por la dureza de la sentencia, y lo quieren hacer patente, pero no deben olvidar el bien precioso de la convivencia pacífica. Conviene serenarse y reflexionar para que se alcance una solución política dialogada, y necesitamos comprobar que el Estado adopta gestos de magnanimidad y de generosidad para encontrar caminos de paz social, progreso, reconciliación y concordia.

Varias Entidades de Iglesia como Justicia y Paz, y otras comunidades, asociaciones y fundaciones cristianas, han querido dejar claro en un Comunicado que la sentencia es un paso atrás para la resolución del conflicto político que afecta a Cataluña y pone en peligro la convivencia y la democracia. Ellos aportaban un llamamiento a las instituciones políticas del Estado para que busquen una solución jurídica que lleve a la excarcelación de los condenados, que favorezca un clima más positivo para afrontar el conflicto político existente. También pedían que las instituciones y los partidos políticos pongan freno a la judicialización de esta situación y se inicie de manera urgente e inmediata un proceso multilateral de diálogo político que permita avanzar hacia una resolución justa, democrática y duradera.

Finalmente los Obispos pedíamos con respecto tres cosas: la vía de la misericordia para desactivar la tensión acumulada; que los dirigentes retornen al pueblo el sentido esperanzado de futuro; y en tercer lugar reconstruir, sumando entre todos, una sociedad justa y solidaria, cercana a los que pasan necesidad, que evite el cerrarse y el localismo. La sociedad catalana debe saber hacer emerger las grandes energías que posee de creatividad e innovación, de acogida y de fomento de la educación y del tejido cultural y asociativo que la caracteriza.

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