El 9 de julio se hizo público el Documento de trabajo para la 2a. sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, que está teniendo lugar estas semanas de octubre en Roma. «Cómo ser una Iglesia sinodal misionera» es el título que encabeza el nuevo documento, el Instrumentum laboris, en continuidad con todo el proceso sinodal iniciado en 2021. El Sínodo llega ya a su conclusión. Ha querido revitalizar a la Iglesia a través de la escucha, el discernimiento y la participación activa de todos los miembros del Pueblo de Dios. Vivir el Sínodo implica compromisos y cambios que transformen la vida comunitaria y pastoral.
El Instrumento de trabajo repasa el camino recorrido hasta ahora, profundiza en los fundamentos de la comprensión de la sinodalidad, e incluye tres partes estrechamente relacionadas, que iluminan la vida sinodal misionera de la Iglesia desde distintas perspectivas. La primera, las relaciones con el Señor, entre los hermanos y hermanas, y entre las Iglesias. La segunda, desde los caminos que sostienen y alimentan concretamente el dinamismo de las relaciones. Y la tercera, desde la perspectiva de los lugares que, contra la tentación de un universalismo abstracto, hablan de la realidad de los contextos en los que se encarnan las relaciones, con su variedad, pluralidad e interconexión, y con su arraigo de donde nace la profesión de fe. Y al final, una conclusión sobre la Iglesia sinodal en el mundo.
Destacan algunos elementos claves para nuestras comunidades:
- Escucha activa de todos los fieles incluyendo a las personas más vulnerables o alejadas de la vida parroquial. Para mejor comprender la realidad concreta de la comunidad.
- Participación de todos.- El Sínodo de la sinodalidad impulsa las parroquias a incluir a todos los fieles en la toma de decisiones y el discernimiento comunitario. Esto supone que los laicos asuman un papel más activo en la vida parroquial.
- Discernimiento comunitario.- Las parroquias deben ser espacios donde se fomente la reflexión conjunta, buscando la voluntad de Dios para la comunidad, con oración, diálogo y escucha del Espíritu, que debe guiar las acciones pastorales.
- Colaboración entre pastores y laicos.- El sínodo subraya la corresponsabilidad entre sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos. Esto comporta un cambio en la mentalidad tradicional hacia una visión más colaborativa.
- Apertura a la diversidad.- Debemos acoger y valorar la diversidad de pensamientos, culturas, generaciones y realidades sociales que componen la comunidad. Esta diversidad es una riqueza que permite a la Iglesia ser verdaderamente «católica», universal.
- Misión evangelizadora compartida.- Promover una Iglesia en salida que esté al servicio de la sociedad. El compromiso misionero es de toda la comunidad y esto implica buscar nuevas formas de acercarse a quienes se sienten alejados y a quienes más necesitan el mensaje cristiano.
- Formación y acompañamiento.- Para vivir la sinodalidad, las parroquias deben ofrecer formación sobre este proceso.
El Sínodo pretende hacer de la Iglesia una comunidad fraterna donde se viva la comunión, la participación y la misión, escuchando la voz de todos los fieles y dejando que el Espíritu Santo guíe los pasos de la comunidad.