Pascua del Enfermo sobre Voluntariado en el Hogar de Santa Ana

La 23º edició de la Pascua del Enfermo se celebró el día 18 de mayo en el Hogar Santa Ana, los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, situada en el Castell del Remei, Penelles, presidida por el Arzobispo de Urgell, Joan-Enric, y la Delegada diocesana Hna. Visitación Lorenzo, religiosa de la Sda. Familia de Urgell, y con la asistencia de muchos agentes de la pastoral de la salud, personas vinculadas al entorno sanitario, muchos voluntarios y también enfermos y ancianos, en un ambiente de muy buena hermandad. También pudieron asistir Mn. Ignasi Navarri, Mn. Pere Morales, Mn. Carlos Alberto Ospina, Mn. Pere Cañada, Mn. David Codina y el diácono Mn. Josep Montoya. También asistió la Delegada diocesana de Medios de Comunicación Sra. Cristina Orduña. El lema del encuentro fue «El voluntariado en la pastoral de la salud: gratis lo recibisteis; dadlo gratis» y fue organizada por la Delegación de Pastoral de la Salud de la diócesis.

Después de la acogida, se inició el acto con la bienvenida de Mons. Vives, y puso de relieve la importancia de humanizar la atención a las personas que están enfermas y sufren. Después, la Delegada Hna. Visi agradeció a los presentes su asistencia, que ayuda al hermanamiento de todas las personas que dedican sus esfuerzos a la atención a los enfermos, ya sea como familiares o como profesionales o voluntarios.

Empezó Mn. Ignasi Navarri, Vicario general, que expuso el Decálogo del Voluntario de Pastoral de la Salud, todos los puntos más esenciales del trabajo asistencial y pastoral para con el enfermo. Y siguieron los testimonios de tres personas, el H. Mikel Montero, franciscano de Cruz Blanca y Superior del Hogar Santa Ana; la Hna. Visitación Lorenzo, del Hospital de La Seu; la Sra. Carme Bescós, que ha sido vinculada durante muchos años a la Hospitalidad de Lourdes, que fueron el eje principal del encuentro. Se habló de la gratuidad de la labor del voluntario, recordando que Jesucristo es el ejemplo a imitar y la motivación fundamental de la determinación responsable del voluntario de dedicar parte de su vida, gratuitamente, a trabajar como voluntario en el mundo de la salud y de la enfermedad; de la formación permanente en las dimensiones humana, social y teológico-pastoral para llevar a cabo la tarea que se le encomienda con «profesionalidad»; el trabajo en equipo y el esfuerzo personal para que este equipo se convierta en una pequeña comunidad cristiana. Se habló del estudio de la realidad del mundo de la salud y de la enfermedad, y su juicio a la luz de la Palabra de Dios; asumir como tareas importantes, la prevención de la enfermedad, la promoción de la salud y la lucha contra estructuras injustas que producen enfermedad y marginación; tomar conciencia de que el voluntario es un enviado por la Iglesia y es fiel a sus orientaciones en el campo de la pastoral de la salud; la atención integral al paciente y su familia; de hacer una opción preferencial por los enfermos y los colectivos más desatendidos y marginados; de la coordinación con otros grupos y asociaciones de la pastoral de la salud de la diócesis y de la Iglesia y de la colaboración necesaria con grupos públicos o privados para humanizar la sanidad.

La percepción de los voluntarios como una gran familia que se ayuda entre sus miembros y la gratuidad de la entrega voluntario hacia los otros quedó remarcarda en la homilía del Arzobispo de Urgell. Mons. Vives glosó las lecturas del día y recordó que «el Señor infunde en nuestros corazones, dones, gracias que vienen del Espíritu Santo. Cuando uno es muy orgulloso o cuando es muy joven, se cree que vienen de él mismo, después se da cuenta que él es uno más, que podrá aportar su granito de arena, pero que aportará según sus dones, todo recibo Dios. Gratis lo recibisteis, y gratuitamente lo tenéis que dar».

Después de la celebración eucarística se celebró una comida de hermandad compartida entre los asistentes.

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