Todos los años, en estos días de enero, siempre peregrino a Tierra Santa con la «Coordinadora de los Obispos en favor de los Cristianos de Tierra Santa», pero la pandemia lo ha vuelto a impedir. Sin embargo, el objetivo no ha cesado. Así como las autoridades de la Iglesia de Jerusalén le pidieron a S. Pablo «que se acordara de sus pobres», y él confiesa que así lo ha hecho (cf. Ga 2,10; Hch 11,29-30), así los cristianos de Occidente y de todo el mundo debemos tener una predilección por nuestros hermanos de Tierra Santa, que mantienen su presencia de alabanza y de sufrimiento, en medio del acoso de muchos de sus vecinos y conciudadanos, y debemos encontrar instrumentos que les proporcionen solidaridad efectiva.
Para los cristianos de Tierra Santa, como para el resto del mundo, los años 2020 y 2021 han sido años de sufrimiento. El aislamiento, la pérdida de trabajo por la falta de peregrinos y las dificultades para vivir con dignidad en medio de situaciones violentas, especialmente dolorosas en Gaza y en Jerusalén, hacen urgente nuestra ayuda. «No podemos renunciar a cuidar los Santos Lugares que son una prueba concreta del misterio de la encarnación del Hijo de Dios y de la ofrenda de su vida por nosotros y por nuestra salvación» (Cardenal L. Sandri).
En un Mensaje del pasado 13 de diciembre, los Patriarcas y los Líderes de las Iglesias presentes en la ciudad santa de Jerusalén acaban de decir: “En toda la Tierra Santa, los cristianos se han convertido en el objetivo de ataques frecuentes y sostenidos por parte de grupos radicales marginales. Desde el año 2012 ha habido innumerables incidentes de agresiones físicas y verbales contra sacerdotes y otros clérigos, ataques a iglesias cristianas, con lugares santos vandalizados y profanados regularmente, e intimidación continua hacia los cristianos locales, que simplemente buscan celebrar el culto libremente y llevar su vida diaria. Estas tácticas están siendo utilizadas por grupos radicales en un intento sistemático de expulsar a la comunidad cristiana de Jerusalén y de otras partes de Tierra Santa.”
Si bien reconocen el esfuerzo de las Autoridades y las determinaciones legales en vigor, denuncian «que este compromiso nacional se ve traicionado por el fracaso de los políticos locales, funcionarios y agencias de aplicación de la ley para frenar las actividades de los grupos radicales», los cuales “siguen adquiriendo propiedades estratégicas en el Barrio Cristiano, con el objetivo de disminuir la presencia cristiana, a menudo utilizando tratos bajo mano y tácticas de intimidación para desalojar a los residentes de sus casas, disminuyendo drásticamente la presencia cristiana e interrumpiendo aún más las rutas históricas de peregrinación entre Belén y Jerusalén. La peregrinación cristiana, además de ser un derecho de todos los cristianos del mundo, aporta grandes beneficios a la economía y la sociedad de Israel.”
De acuerdo con el compromiso declarado de proteger la libertad religiosa por parte de las autoridades políticas locales de Israel, Palestina y Jordania, piden “que se haga frente a los retos que los grupos radicales presentan en Jerusalén, tanto a la comunidad cristiana como al estado de derecho, para que ningún ciudadano o institución tenga que vivir bajo la amenaza de violencia o intimidación. Y que se inicie el diálogo para la creación de una zona cultural y patrimonial cristiana especial, para salvaguardar la integridad del barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén y garantizar su carácter y patrimonio únicos”.
{«image_intro»:»»,»float_intro»:»»,»image_intro_alt»:»»,»image_intro_caption»:»»,»image_fulltext»:»»,»float_fulltext»:»»,»image_fulltext_alt»:»»,»image_fulltext_caption»:»»}