5. Iglesia pionera
La Iglesia, que ha recibido el mandato del Señor de hacer de todos los pueblos una sola familia, ha de ser pionera en la tarea de acoger a los diferentes, de ayudarles en su proceso de incorporación a la nueva sociedad, y a la comunidad creyente a cristianos y a los que voluntariamente lo pidan.
Asimismo, la Iglesia debe ser ejemplar en su ayuda a la asunción de responsabilidades por parte de los emigrantes, de su papel y tareas en la nueva sociedad y en la nueva comunidad creyente, respetando siempre la identidad de cada uno, dentro de la única familia.
En su condición de «católica», la Iglesia y los católicos han de ser signos e instrumentos de la realidad de la única familia de Dios, en la que caben hombres y mujeres diferentes en procedencia, raza, cultura, clase social… La Iglesia es la «casa común», en la que todos tienen cabida.
Fiel al mandato de su Señor, la Iglesia ha de ser modelo en el amor fraterno, viendo en cada hermano al mismo Cristo, su Señor.
La Iglesia, en sus comunidades, en su vida, en su acción, en sus manifestaciones… ha de constituir un signo de esperanza en medio de una sociedad tentada de desesperanza.