7 de agosto
Si «Dios es amor» (1Jn 4,8), si queremos amar como Él, debemos querer también el compromiso de cambiar lo que sea necesario y que se pueda en nuestra relación con los demás, contando siempre con la ayuda de Dios y nuestra colaboración esforzada. Ofrezco de nuevo un “decálogo” para mejorar las relaciones con los demás, que son diez consejos muy útiles para vivir la fraternidad. Por la Encarnación, Jesucristo habita en cada persona que tratamos y, por Él, vale la pena hacer todos los esfuerzos de caridad sincera que necesitemos.
- Acéptate tal y como eres y valora esta familia y los compañeros que tienes, sin ir apuntando todas las ofensas e incomprensiones que te hayan podido hacer.
- Considera que has recibido, con toda probabilidad, más de lo que necesitas. No envidies a nadie. Comparte.
- Acepta a los demás tal y como son y escucha sus razones, empezando por los más cercanos: tu familia, tus amigos, tus vecinos y compañeros. Y ruega por ellos, intentando verlos como Dios debe verlos y amarlos.
- Aprende a decir y a oír decir que los demás hacen bien las cosas y díselo en voz alta, sin resentimientos ni temores, estando contento, siendo agradecido.
- Nunca te compares con los demás ni los compares a ellos, porque esto conduce al orgullo o a la desesperación, que nunca hacen feliz.
- Vive en la verdad, sin miedo a decir «sí» a lo que está bien y «no» a lo que está mal, sin la esclavitud de tener que quedar siempre bien, según lo que el otro quiera.
- Resuelve los problemas y conflictos con el diálogo y nunca guardes rencor. El rencor te encerrará en la tristeza. Perdona y serás perdonado. El perdón es fuente de esperanza.
- Empieza a dialogar sobre lo que une y, sólo después, ocúpate de lo que separa o divide. Siempre son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Y construye puentes en vez de muros.
- Da tú el primer paso, siempre, sin esperar a que lo dé el otro, y hazlo pronto, antes de que sea demasiado tarde. Promueve las paces, disculpa, ama con el abrazo de la reconciliación.
- Imita a Dios y perdona. Ten por seguro que perdonar y amar es siempre, siempre, más importante que tener razón.
Aprovechemos el tiempo de vacaciones para crecer en obras de amor, reconciliación y servicio. ¡Buenas vacaciones a quienes podáis hacerlas!
7 d’agost