La santidad es «vivir lo ordinario de manera extraordinaria»

Esta frase de S. Juan M. Vianney le ha servido al Vicario general del Papa para presentar y titular la 3ª Exhortación apostólica del Papa Francisco, «Gaudete et Exsultate« (Alegraos y regocijaos, como dice el final de las Bienaventuranzas en Mt 5,12). Fechada el 19 de marzo, acaba de hacerla pública a principios abril, y su objetivo es «la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo», para hacer resonar una vez más -ya lo hizo el Concilio Vaticano II- la llamada universal a la santidad que todos tenemos, procurando encarnarla en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió «para que fuésemos santos e irreprochables ante Él, por el amor» (Ef 1,4). Con este documento que, de manera innovadora, contiene apelaciones directas al lector, el Papa ha querido compartir su visión de cómo cada uno puede llegar a ser lo que está llamado a ser, y no conformarse con una existencia mediocre, aguada, licuada. La santidad no es para pocos, sino que es un camino para todos. Dios nos lo pide todo, pero nos ofrece la verdadera vida y felicidad.

Se trata de un documento de 42 páginas, dividido en 5 capítulos y 177 párrafos, donde aparece el sello distintivo de Francisco: la teología del pueblo, con la que tanto se identifica, la relación entre la vida cristiana y el compromiso con la justicia, su preocupación por los más pobres y olvidados, su sensibilidad hacia el genio femenino y su profunda espiritualidad, siempre encarnada que rechaza todo egoísmo. Y esto, como es habitual en él, con un lenguaje claro y directo. Anhela una santidad «de clase media», dice el Papa, al alcance de todos, y que no debemos confundir sólo con la de los santos ya canonizados. Santidad de los pequeños gestos, sin estimar el silencio para rehuir el encuentro con el otro, o desear el descanso para rechazar la actividad, o buscar la oración para menospreciar el servicio (cf. n. 26).

«Gaudete te Exsultate» es el quinto gran documento de este pontificado, después de las dos encíclicas Lumen fidei (co-escrita con Benedicto XVI) de junio de 2013, y Laudato si’ sobre el cuidado de la creación, publicada en mayo de 2015, y las dos Exhortaciones apostólicas Evangelii Gaudium (noviembre de 2013) y Amoris Laetitia (marzo de 2016), esta última publicada después de la conclusión de los dos Sínodos sobre la familia. Ahora quiere renovar la llamada universal a alcanzar la santidad en la vida cotidiana, viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra, y sin necesidad de gestos heroicos, reconociendo las imperfecciones y limitaciones del ser humano, presentes también, nos lo recuerda, en los santos y santas reconocidos oficialmente por la Iglesia. También señala los peligros de caer en el gnosticimo (que cree saber explicarlo todo por la razón) o el pelagianismo (hacérselo todo uno mismo y convertirse en rígido con el prójimo). Allí donde encontramos lo más genuino de Francisco es a la hora de proponer la caridad como centro y las Bienaventuranzas como el ADN del cristiano, con las actitudes vitales que pueden contribuir a recorrer este camino de santidad. Termina la Exhortación proponiendo una metodología que resume con el lema de «combate, vigilancia y discernimiento».

¿Nos podríamos comprometer a leerla (se encuentra fácilmente en internet) y a probar de hacerla nuestra? Os animo a empezarlo en este tiempo pascual. ¡Que la Pascua, por el don del Espíritu Santo, nos renueve en la santidad!

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