La communio en la Iglesia de Urgell

Queridos diocesanos, querida Iglesia de Urgell:

Al comenzar el verano, os invito a trasladarnos al final del primer milenio para conocer nuestra historia. Como bien sabéis, eran tiempos difíciles para nuestra Iglesia diocesana: disputas teológicas, enfrentamientos de poderes civiles… Estábamos a caballo entre el periodo visigodo y el reino de los francos. En la sociedad del condado de Urgell convivían diferentes culturas y también diferentes religiones y, de hecho, el clero demostró un gran respeto e interés por tener una buena convivencia y, al mismo tiempo, nunca dejó de mostrar la belleza de la fe cristiana y la frescura del Evangelio que se había arraigado en nuestra tierra.

¿Qué es la Iglesia sino la comunión de todos los santos? Somos un pueblo que camina unido desde los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, incluyendo a los profetas, los apóstoles y mártires, y todos nosotros, justos de este pueblo mesiánico. En Cristo, cabeza de este cuerpo que es la Iglesia, somos la comunión de los santos.

Una primera acepción de la comunión de los santos sería a nivel cronológico: comunión de todos los que vivimos el mismo tiempo histórico, así como comunión con todos aquellos que nos han precedido y ya están con el Padre y que nosotros veneramos… por ejemplo, nuestros mártires de Urgell, Mn. Josep Tàpies y sus compañeros mártires.

Un segundo sentido de la comunión de los santos corresponde a la comunión de las cosas santas. En la época tardomedieval observamos esta comunión en las realidades santas, entre las que cabe destacar la eucaristía. La búsqueda de comunión en las cosas santas, ir a experimentar la redención, cómo el Padre nos salva y nos hace hermanos. Será, por tanto, en la celebración dominical de la eucaristía donde experimentaremos la plena comunión.

En la fracción del pan, que es como se denominaba la eucaristía en tiempos apostólicos, la Iglesia se dirige en acción de gracias al Padre, fuente de toda su existencia y de toda la historia de salvación, y así la comunidad eclesial recibe la autorrevelación y la auto-comunicación de Jesucristo en el memorial de la entrega definitiva por toda la humanidad, lo cual crea una comunión con Él que el Espíritu Santo hace posible y lo lleva a fructificar en la vida cristiana.

La comunión que se sigue de la Eucaristía, que es fuente y cima de la vida cristiana, solamente puede serlo si no nos aislamos de otras formas de comunión eclesial. Así pues, son importantes los sacramentos, como también la comunión con la Palabra de Dios, como nos lo recuerda el Concilio Vaticano II.

Que la Eucaristía y la Palabra de Dios sean para nosotros, durante este verano, lugares teológicos donde podamos ser unificados en el amor y convertirnos en servidores de nuestro pueblo y de nuestra Iglesia urgelitana. Estamos llamados a ser hombres y mujeres de comunión, para unir lo que está separado y fragmentado, llevando la paz y la alegría. ¿Cómo respondemos a nuestro mundo ante este reto?

Con la oración y el deseo de convertirnos en communio, porque es un don y una responsabilidad, de Vuestro servidor,

✠ Josep-Lluís Serrano
Obispo de Urgell

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