Jornada de los abuelos y de las personas mayores

Este domingo celebramos la 3ª Jornada mundial de los abuelos y la gente mayor, y el Papa Francisco ha enviado un Mensaje con el lema: «El amor que tiene a quienes creen en él se extiende de generación en generación» (Lc 1,50). Este tema nos devuelve al encuentro entre la joven Virgen María y su prima Isabel (cf. Lc 1,39-56). Dice el Papa: «El Espíritu, que ya ha bajado sobre la Virgen María, la impulsa a responder al saludo con el Magnificat, donde proclama que el amor del Señor «se extiende de generación en generación». El Espíritu Santo bendice y acompaña cada encuentro fecundo entre generaciones diferentes, entre abuelos y nietos, entre jóvenes y mayores. Desea que, como hizo María con Isabel, los jóvenes alegren el corazón de la gente mayor, y que adquieran sabiduría de sus vivencias. Pero, sobre todo, el Señor desea que no dejemos solos a los ancianos, que no los releguemos a los márgenes de la vida, como por desgracia ocurre a menudo”.

Pensando en la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa, el Señor espera que los jóvenes, al encontrarse con los mayores, acojan la llamada a custodiar la memoria y reconozcan, gracias a ellos, el don de pertenecer a una historia más grande. La amistad con una persona mayor ayuda al joven a no reducir la vida al presente y a recordar que no todo depende de sus capacidades. Para los mayores, en cambio, la presencia de un joven da la esperanza de que todo lo vivido no se perderá y que sus sueños se pueden realizar. No podemos avanzar ni salvarnos solos, ya que la intervención de Dios se manifiesta siempre en la historia de un pueblo. Es María quien lo dice en el Magnificat, exultante en Dios que obra maravillas nuevas y sorprendentes, fiel a la promesa hecha a Abrahán.

Las mayores realidades y los sueños más bellos no se realizan en un momento, sino a través de un crecimiento y una maduración; en camino, en diálogo, en relación. Si se logra tenerlo todo «ya y enseguida», se pierde de vista la acción de Dios. Su proyecto de amor, por el contrario, atraviesa el pasado, el presente y el futuro, abraza y pone en comunicación a las generaciones. Va más allá. Para los más jóvenes se trata de ir más allá de la inmediatez de la realidad virtual, que muchas veces distrae de la acción concreta. En el caso de las personas mayores se trata de no poner énfasis en las fuerzas que decaen y no lamentarse por las ocasiones perdidas. ¡Miremos adelante! ¡La gracia de Dios nos libera del inmovilismo en el obrar y de los remordimientos del pasado!

El Papa Francisco también nos invita a realizar algún gesto concreto de abrazo a los abuelos y personas mayores; un abrazo a modo de ayuda, servicio, proximidad… No les dejamos solos, su presencia en las familias y en las comunidades parroquiales es valiosa, nos da la conciencia de compartir la misma herencia y de formar parte de un mismo pueblo en el que se mantienen y aman las raíces. Tanto la Iglesia como la sociedad les necesita. Ellos entregan al presente un pasado necesario para construir el futuro. Honorémosles, no nos privemos de su compañía y no les privemos de nuestra estima; ¡no permitamos que sean descartados, dice el Papa! Busquemos la alegría desbordante de un renovado encuentro entre jóvenes y mayores. Pidamos que la bendición del abrazo entre María y Isabel nos llegue a todos y nos llene de paz.

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