Bautismo del Señor (A)

Hermanos míos en el Señor:

Terminadas litúrgicamente las fiestas navideñas, donde hemos contemplado serenamente el nacimiento y la infancia de Jesús, hoy, guardando como María en nuestro corazón aquel misterio, para contemplarlo siempre que nos apetezca, damos un largo paso y nos trasladamos a la celebración del Bautismo de Jesús, con el que tuvo lugar la inauguración de su vida pública. Aquel acontecimiento se nos presenta en el Evangelio como la consagración al ministerio y la pública presentación de su mesianismo. En lenguaje vulgar vendría a ser como el espaldarazo del Padre a la misión de Jesús.

Con admirable visión profética, Isaías, en nombre de Dios y como eco de la palabra del Padre, había anunciado mucho antes aquella proclamación: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. Jesús nos ha sido dado. Es nuestro. Para nuestro bien, para nuestra salvación. Es en verdad lo mejor que Dios nos podía dar: Mi elegido, a quien prefiero.

Isaías prevé, del mismo modo, cómo habrá de ser su ministerio: recibirá el encargo de promover fielmente el derecho. Y lo hará con inmenso amor que resultará evidente en el respeto a las personas, en la comprensión por los que están a punto de hundirse, en su preferencia por los débiles y en la visión clara de su objetivo: Hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas (…) Para que abras los ojos de los ciegos, saques los cautivos de su prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.

Profecía que se cumple en la escena del Bautismo: Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: «Este es mi hijo, el amado, el predilecto».

El libro de los Hechos, después de la resurrección, constata que todo se ha cumplido: Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.

¡Que gran gozo para nosotros el saber que Jesús es de este modo, y que nos ha sido dado! Lejos de nosotros toda visión negativa de nuestra relación con él. Lejos de nosotros todo temor que no sea el de alejarnos de su influencia y compañía. Lejos de nosotros toda espiritualidad turbada y pesimista. Lejos de nosotros la congoja de sabernos una caña cascada o un pabilo vacilante, porque se nos ha dicho que él ni apagará el pabilo vacilante, ni quebrará la caña cascada.

Estos pensamientos -asimilados con afecto y confianza- pueden transformar nuestra espiritualidad y potenciar nuestro crecimiento, dentro de un clima positivo y gozoso en el Reino del Señor.

Feliz y Santa Navidad
d’Amic e Amat
Feliz y Santa Navidad
És el Cadí la serralada enorme
ciclòpic mur en forma de muntanya
que serva el terraplè de la Cerdanya
per on lo Segre va enfondint son llit.
Resclosa fóra un temps d'estany amplíssim,
a on, en llur fogosa jovenesa,
aqueixos cims miraven la bellesa
de
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