La fiesta del fundador de los Hermanos Maristas (“Hermanitos de María”), el sacerdote francés San Marcelino Champagnat el día 6 de junio, fue especial solemne este año, con la presencia del Arzobispo de Urgell, la comunidad de los 9 Hermanos Maristas del Monasterio de Les Avellanes, su capellán Mn. Josep M. Aresté, el Arcipreste Mn. Jordi Profitós, y los sacerdotes del Arciprestazgo de Balaguer-Noguera, de Tremp y del vecino obispado de Lleida, con el P. Escolapio Eduard Pini, y con otros amigos y cooperadores de la Obra Marista y vecinos de la región.
A su llegada, fueron recibidos por el Superior de la Comunidad Hno. Miquel Romeu, con los otros Hermanos Maristas, y después de la acogida recibieron una información muy completa de la obra del Maristas en todo el mundo, también en Cataluña en la Provincia del Hermitage, las escuelas y la obra social, y pudieron ver el vídeo sobre la inauguración del sonido de las campanas del Monasterio, que con esfuerzo van restaurando y adecuando los Maristas en Les Avellanes (Os de Balaguer), así como el proyecto de tener una copia de los famosos sepulcros de los Condes de Urgell, que actualmente están expuestos en el Museo de los Cloisters de Nueva York.
Al mediodía se celebró la Eucaristía solemne concelebrada, presidida por el Arzobispo Joan-Enric, y acompañada al órgano por el Hno. Simeó. El arzobispo destacó en la homilía la gran confianza e intrepidez de san Marcelino al fundar en 1817, cerca de Lyon (Francia), los Hermanitos de María, al servicio de la enseñanza y la catequesis para los niños y jóvenes del su tiempo, que sufrían las consecuencias de la Revolución francesa, el abandono educativo y religioso que se derivaban. Iluminado por la Virgen María se dedicó a “acoger a los niños, porque en ellos acogía a Cristo” como dice el Evangelio proclamado. Y así como María en los inicios de la predicación cristiana oraba y acogía al Espíritu Santo con los apóstoles, ayudándoles en el servicio evangelizador, así María ayudaría a esta empresa de amor y evangelización hacia los niños. A Jesús por María. Y animó a confiar en el Espíritu Santo que vivifica la Iglesia y la hace capaz de grandes empresas, sin tener miedo a las pruebas y las dificultades. Así debemos animarnos nosotros al servicio y al amor entregado hacia los hermanos.
Luego compartieron una comida de hermandad en el refectorio del Monasterio.