Como cada año, La Seu d’Urgell rememora el 20 de enero, festividad de San Sebastián, la fiesta grande de la Hermandad de San Sebastián, de socorro y ayudas mutuas, y el voto de pueblo de la ciudad, protegida de la peste a través del santo. La Seu d’Urgell, como otras muchas poblaciones catalanas, bajo los estragos de la peste en el siglo XIX, se puso bajo la protección de San Sebastián, mártir, patrón que era invocado para salvarse del cólera, al tiempo que fue germen de ayudas entre los trabajadores, agricultores y ganaderos.
La Hermandad de San Sebastián, que actualmente tiene unos 800 socios (la mayoría de ellos cabezas de familia), se llamaba históricamente “Asociación de Socorro Mutuo” y fue creada en 1855, hace 165 años por iniciativa del Canónigo Mn. Domènech. Desde entonces ha ido ofreciendo, de forma ininterrumpida a sus asociados, los servicios y cuidados previstos por sus fundadores. Actualmente, la Hermandad impulsa diversas iniciativas culturales y ciudadanas, destacando la importante recuperación de las tradicionales Caramelles de Pascua, con cerca de 100 cantores. También participa en la procesión de Viernes Santo, y en otras manifestaciones populares y folclóricas.
El día 20 de enero de 2022, el Arzobispo de Urgell presidió el solemne Oficio en la Catedral acompañado por el Vicario general y Rector, Mn. Ignasi Navarri y Mn. David Codina. Asistieron muchísimos miembros de la Hermandad encabezados por el Hermano Mayor Sr. Climent Miró y el Alcalde de la ciudad Ilmo. Sr. Francesc Viaplana, así como otros miembros de la Corporación Municipal.
En su homilía el Arzobispo Joan-Enric remarcó la figura del mártir San Sebastián, como aquel joven soldado que prefirió morir a abandonar su fe religiosa y que se mostró muy valiente porque prefirió “obedecer a Dios antes que a los hombres” dando la vida por Jesús. Mons. Vives exhortó a los fieles a “dar razón a todos de la esperanza que tenemos”, tal y como pide el apóstol San Pedro en la carta que fue proclamada en la celebración litúrgica. Subrayó cómo los cristianos deberíamos sentirnos sanamente orgullosos y contentos del don de la fe que nos hace implicarnos en la vida para transformar la realidad según los criterios del Señor Jesús. En este sentido, recordó cómo la Hermandad de San Sebastián de La Seu d’Urgell, fundada en 1855, es un bello ejemplo de esta implicación de los cristianos para mejorar la realidad concreta, creando una forma de solidaridad institucionalizada que permitía a las familias apoyarse mutuamente cuando moría o perdía el trabajo el “cabeza de familia” y los Hermanos de las Hermandad ayudaban a la familia a salir adelante. Destacó cómo San Sebastián nos enseña que hay que dar (perder) nuestra vida siendo generosos y no tacaños, y animó a los miembros de la Hermandad a saber valorar su institución y que sean fiel a la palabra “hermandad”, sabiendo buscar hoy nuevas iniciativas creativas para a hacer el bien y ayudar a los demás. Finalmente recordó cómo entre las instituciones de Cataluña, la Hermandad puede gloriarse de ser tan antigua, y a la vez cómo pone de manifiesto un ideal muy propio de la cultura y forma de ser catalana como es el asociacionismo, la iniciativa ante los problemas, las cooperativas y las mutuas o hermandades gracias a las cuales la misma sociedad se unía con un objetivo común y trabajaba y se ayudaba para conseguir objetivos e intereses sin esperar a que los problemas los vinieran resueltos desde fuera o desde el estado.
Durante la Eucaristía se bendijeron los tradicionales panecillos de San Sebastián, que fueron repartidos entre los fieles como signo de que la caridad cristiana ha de llevarnos a compartir especialmente con los más necesitados.
Al día siguiente día 21 tuvo lugar en la Catedral una Misa en sufragio de los Hermanos cofrades difuntos del año 2021.