Fiesta de la eucaristía y fiesta de la caridad

Celebramos con gozo la fiesta del Corpus, fiesta de alabanza a Cristo, hecho Eucaristía, y de compromiso caritativo. «En el Pan de vida –dice el Papa Francisco- el Señor nos visita haciéndose alimento humilde que sana con amor nuestra memoria, enferma de frenesí. (…) En la Eucaristía está todo el sabor de las palabras y de los gestos de Jesús, el gusto de su Pascua, la fragancia de su Espíritu.  (…) Jesús se ha dejado «partir», por nosotros. Y pide que nos demos, que nos dejemos partir por los demás. Precisamente este «partir el pan» se ha convertido en el icono, en el signo de identidad de Cristo y de los cristianos. Recordemos Emaús: lo reconocieron “al partir el pan” (Lc 24,35)». La Eucaristía es la donación que Jesucristo hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada persona. En este admirable Sacramento se manifiesta el amor «más grande«, aquel que impulsa a «dar la vida por los amigos» (cf. Jn 15,13). ¡Qué admiración gozosa y qué emoción creyente debe suscitar el Misterio eucarístico en nuestro corazón!

En el Día del Corpus siempre celebramos el Día de la Caridad, y la acción de gracias por el servicio que Cáritas Diocesana, con las Cáritas parroquiales, van realizando a lo largo de todo el año, semana tras semana. La Iglesia, siendo fiel a su Señor Jesucristo, vive para amar. Y la Caridad es una tarea intrínseca de toda la Iglesia, forma parte esencial de su misión originaria, al igual que el servicio de la Palabra y los Sacramentos.

Escuchando y poniendo en práctica el mensaje de Jesús tan bellamente expresado en la parábola del buen Samaritano (Lc10,25-37), nos damos cuenta de que la caridad cristiana es la respuesta a las situaciones de necesidad y de indigencia. Una respuesta que busca medios y personas al servicio de quienes nos necesitan. Pero una respuesta competente, cargada de humanidad, que no se queda en momentos puntuales, y que se da por parte de gente bien formada en «las aptitudes del corazón», que ama a todos como una consecuencia que se desprende de su fe. La caridad cristiana consiste en descubrir dónde se necesita el amor y actuar en consecuencia. Y esto realizado como comunidad cristiana, con programación, previsión y colaboración con otras instituciones similares. Porque la caridad cristiana que intentamos vivir desde Cáritas no quiere actuar por otro objetivo que no sea amar a las personas con un amor gratuito, que ciertamente viene de Dios, que no impone la fe a nadie pero sí la propone desde el amor comprometido. De tal manera que todos los miembros de Cáritas den testimonio creíble de Cristo con su actuación, y sobre todo con su compromiso personal y comunitario.

«Compromiso social y caridad transformadora» es el lema propuesto para el Día de la Caridad 2018 y está conectado con el mensaje de la campaña institucional de Cáritas: «Tu compromiso mejora el mundo». Se nos proponen cuatro compromisos: 1. Vivir con los ojos y el corazón abiertos a los que sufren; 2. Cultivar un corazón compasivo; 3. Ser capaces de ir contracorriente en el compromiso; y 4. Ser sujeto comunitario y transformador de la sociedad y del mundo, y esto sólo es posible desde el ejercicio de un compromiso comunitario, vivido como vocación al servicio de los demás. No olvidemos que Cáritas diocesana somos todos. Cáritas, Corpus, Eucaristía… significan «amor concreto», el amor «más grande» de Cristo, que se hace presente y activo entre nosotros.

{«image_intro»:»»,»float_intro»:»»,»image_intro_alt»:»»,»image_intro_caption»:»»,»image_fulltext»:»»,»float_fulltext»:»»,»image_fulltext_alt»:»»,»image_fulltext_caption»:»»}

Compartir