Ejercicios espirituales con los curas de Urgell

Ejercicios espirituales con los curas de Urgell, por Josep Miquel Bausset OSB

Artículo del mismo P. Josep Miquel Bausset:

Del 25 al 29 de julio, invitado por el arzobispo de Urgell, Joan-Enric Vives, he acompañado en los ejercicios espirituales, en el Seminario, a un grupo de presbíteros y un diácono de esta diócesis. Han sido unos días de reflexión y oración, personal y litúrgica, de silencio compartido, de adoración eucarística y de almuerzos fraternos.

La diócesis de Urgell, del Valle de Arán a la Cerdanya y de Andorra hasta la Noguera y parte de la Segarra, es el obispado más grande en extensión de los diez que hay en Cataluña, aunque el menos poblado, con 214.158 habitantes y 363 parroquias. Su primer obispo documentado fue San Justo de Urgell, que participó en los concilios de Toledo (531) y en los de Lleida y Valencia (546).

Esta diócesis tiene un rico patrimonio arquitectónico e histórico, con los santuarios de Nuria, situado en un valle del Pirineo, el del Sant Crist, en la ciudad de Balaguer, y el de Meritxell, patrona de Andorra, los tres templos basílicas menores. Además, es muy conocida, por su gran belleza, sencilla y a la vez profunda, la iglesia románica de San Clemente de Taüll, de planta basilical, una verdadera joya del románico catalán, consagrada en 1123, con su Pantocrátor tan conocido. Y sobre todo tenemos la bellísima iglesia, madre de todas las de la diócesis, la espléndida catedral de Santa María, en La Seu, joya del románico, comenzada por San Odón entre 1116 y 1122.

Los ejercicios espirituales tuvieron lugar en el Seminario de Urgell, un gigantesco edificio, construido en el siglo XIX y que en los años cuarenta y cincuenta llegó a tener hasta trescientos seminaristas. Lo primero que impacta cuando entramos en el monumental Seminario, es una gran lápida, al inicio de la magnífica escalera, con los nombres de los ciento once sacerdotes de Urgell, mártires de la guerra de 1936-1939, uno de ellos, Mn. Mateu Baraut Obiols, hermano de dos monjes de Montserrat, los PP. Maiol y Cebrià Baraut, del Valle de Cabó. Ciento once testimonios del Evangelio que “lavaron sus vestidos en la sangre del Cordero”, dando sus vidas por Cristo. Por eso esta diócesis es una diócesis martirial, regada con la sangre que derramaron a estos sacerdotes por el Evangelio.

El Seminario, restaurado con gusto, acoge al rector y los seminaristas de la diócesis, salvo cuando se encuentran en Barcelona, ​​en el Seminario Interdiocesano y estudiante en la Facultad de Teología de Cataluña y también los sacerdotes ancianos, cuidados con solicitud por la diócesis.

Hay que tener en cuenta el cuidado extremo del arzobispo Joan-Enric, así como también del vicario general, Mn. Ignasi Navarri, por estos sacerdotes que en esta etapa de la vida se encuentran debilitados por los años o la enfermedad, después de entregar largos años de sus vidas por el Evangelio. El arzobispo Joan Enric Vives, también tiene una especial solicitud por los seminaristas, a los que cuida con cariño, junto al rector del Seminario, Mn. Gabriel Casanovas, y aún, por todos los curas de la diócesis, a los que les ofrece la posibilidad de realizar ejercicios espirituales en dos fechas, una, en la casa de espiritualidad del Santo Cristo de Balaguer, en invierno, y el otra, ahora en verano, en el Seminario de La Seu d’Urgell. Curiosamente, este año, invitado por el arzobispo, he acompañado a los sacerdotes en las dos tandas de ejercicios.

La diócesis de Urgell, ya desde los tiempos del obispo Joan Martí, ha acogido en el seno del colegio presbiteral curas venidos de Colombia, India, Sri Lanka o Filipinas. Son sacerdotes jóvenes, plenamente integrados en el país, en la cultura y la lengua de Cataluña, y que viven su ministerio presbiteral incardinados y plenamente integrados en las parroquias que tienen confiadas. Son sacerdotes, estos últimos jóvenes, que conviven con los sacerdotes nacidos en Cataluña, con gran fraternidad. Precisamente, dos sacerdotes jóvenes, nacidos en México, presidieron cada día, uno, que es vicario de Guissona, la oración de Laudes y el otro, que es vicario de Balaguer, la de Vísperas.

Entre los sacerdotes mayores que participaron en los ejercicios, estaban los sacerdotes Jaume Soy, Jaume Tarragó y Ramon Sàrries, unos presbíteros venerables que han dado (y lo siguen haciendo), la vida, sirviendo con alegría, las comunidades cristianas que arzobispo les ha confiado. Otros sacerdotes, todavía jóvenes, eran el vicario general de la diócesis, Mn. Ignasi Navarri, siempre atento a las necesidades de los ejercitantes, el rector del Seminario, Mn. Gabriel Casanovas o Mn. Antoni Elvira, vicario episcopal para la acción pastoral y que con su hermosa voz, nos ayudaba en los cantos durante la Eucaristía, así como el diácono Ton Serra, presidiendo la adoración eucarística cada tarde.

Las reflexiones, una por la mañana y otra por la tarde, giraban en torno a un personaje bíblico del Antiguo Testamento, acompañado de otro personaje de nuestros días (salvo las entrevistas de la sección, “La Contra” , de la Vanguardia), que complementaba la experiencia de Dios que hicieron, María, la hermana de Moisés y de Aharón, Josué, Samuel, David, Salomón, Judit y Ester, Amós y Susanna. La oración de los salmos nos ayudaba también a vivir nuestra respuesta y nuestra experiencia de Dios. Durante las comidas, en silencio, escuchábamos música clásica, unos días, y otros, fragmentos del libro, “Meditaciones sobre la ordenación de presbíteros”, del cardenal Ricardo Blázquez, con el prólogo del arzobispo Joan-Enric Vives. Durante estos días de ejercicios, he intentado, como me pedía que hiciera el arzobispo Joan Enric, “sucitar, ayudar, sostener, perdonar y consolar a los presbíteros de Urgell”, unos hombres apasionados por Jesús y para servir a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo.

El Seminario se encuentra en la calle Obispo Benlloch, nacido en la ciudad de Valencia y que fue pastor de esta diócesis de 1906 a 1918 (cuando fue nombrado arzobispo de Burgos) y por eso mismo, copríncipe de Andorra. Por tanto creo que la ciudad natal del obispo Benlloch, Valencia, debería hermanarse con la ciudad de La Seu d’Urgell y con Andorra la Vella, donde el obispo valenciano sirvió la Iglesia y el gobierno del Principado de Andorra.

Recogiendo las palabras de Mn. Benigne Marquès, en su conferencia sobre el obispo Benlloch (Església d’Urgell, enero de 2017), es importante recordar que este pastor fue “un obispo innovador a principios del siglo XX”, ya que “impulsó la construcción de la carretera de La Seu a Andorra, restaurará la catedral y favoreció la cultura y la investigación histórica”. El obispo Benlloch, que nació en Valencia el 29 de diciembre de 1864, fue ordenado presbítero en 1888. Doctor en Teología y en Derecho Canónico y Bachiller en Artes, Joan Benlloch fue profesor del Seminario de Valencia en Humanidades y Metafísica, cura de la parroquia de los Santos Juanes y fiscal general de la archidiócesis. Joan Benlloch, como dijo Mn. Marqués en su conferencia, “pasó después a Segovia, donde fue vicario general y provisor en 1899 y al año siguiente obtuvo la canonjía de chantro”.

El 16 de noviembre de 1901 fue nombrado administrador apostólico de Solsona “y el 16 de diciembre siguiente, la Santa Sede le nombró obispo titular de Hermópolis, recibiendo la ordenación episcopal el 2 de febrero de 1902, en la Iglesia de San Francisco el Grande de Madrid”.

Posteriormente, como decía Mn. Marqués en su conferencia, “en el consistorio del 6 de diciembre de 1906, fue preconizado obispo de Urgell, tomando posesión de la diócesis el 11 de julio de 1907. Regió esta diócesis hasta el 21 de noviembre de 1918 cuando va fue nombrado arzobispo de Burgos”, donde Benlloch fundó el Seminario nacional de misiones extranjeras. El obispo Benlloch, como decía Mn. Benigne Marquès en su conferencia, «dejó una fuerte huella de su paso por la diócesis y por el Principado de Andorra».

Por lo que se refiere al ámbito pastoral, una de las cualidades de Benlloch “fue sus dotes de buen predicador”. Y es que el obispo Joan Benlloch i Vivó, era requerido para predicar a los sermones, incluso fuera de la diócesis. También, «en Congresos Litúrgicos, de Canto y de Catequesis de Cataluña, o en centenarios de efemérides religiosas, era invitado a predicar». El obispo Benlloch “publicó cuatro cartas pastorales, de un formato extenso. La primera, con ocasión del XVI centenario del edicto de Milán (313), firmada el 21 de marzo, Viernes Santo, de 1913. La segunda, dirigida al Pueblo de Andorra, sobre la declaración canónica de Nuestra Señora de Meritxell como a patrona del Principado, firmada el 16 de julio de 1914. La tercera es la Paz del mundo y la paz de Cristo, con motivo de las oraciones que el papa pedía que se hicieran durante la I Guerra Mundial, firmada en La Seu d’ Urgell el 9 de abril de 1916. Por último, la cuarta pastoral” la escribió el Dr. Benlloch con motivo del “tercer centenario de la fundación de las Escuelas Pías, dedicada a glosar la figura de San José de Calasanz, firmada en Navidad de 1917”.

Como dice Mn. Marquès, “la lengua que utilizaba en sus escritos era el castellano, pero cuando se dirigía a Andorra o cuando escribe al Delegado Permanente de Perpiñán, utiliza el catalán. También podemos incluir en este apartado el reglamento, completo y detallado del Seminario, en el que se incluye un plan de formación de los seminaristas, publicado el 28 de agosto de 1910”. También es bueno señalar, «su impulso de la devoción a Nuestra Señora de Meritxell y a la Virgen de Núria». Y es que el obispo Joan Benlloch se había dado cuenta en su primera visita a Andorra, que “el Consejo General había declarado Nuestra Señora de Meritxell, patrona de Andorra, el 24 de octubre de 1873, pero faltaba, cosa extraña, la confirmación o declaración canónica del Papa”. Así, «el obispo hizo las gestiones oportunas y consiguió el rescripto de esta declaración canónica, dada por Pío X el 13 de mayo de 1914». En relación a la Virgen de Núria, “instituyó una romería” y además “influyó en la creación de la revista, “L’Estel de Núria”.

Por lo que respecta al ámbito social, cabe recordar dos efemérides importantes, como recogía Mn. Marquès en su conferencia: «El 17 de junio de 1918, la Asamblea General de la Cruz Roja Española, le concedió la Gran Placa de Honor creada por el rey». Otro hecho importante en los inicios del siglo XX es que el obispo Benlloch “impulsó con sus gestiones, la finalización de las obras de nuestras carreteras. Así, el 23 de abril de 1914, bendijo a Bassella, el tramo de carretera de Manresa a Bassella”. También es destacable «las gestiones que hizo para conseguir completar los trabajos de la carretera de La Seu de Urgell en Puigcerdà, abierta en 1915». Aunque «la carretera a la que dedicó más esfuerzos y gestiones, fue la carretera de La Seu d’Urgell a Andorra, y hasta Les Escaldes». Por eso el “Consejo General acordó dedicarle un monumento” al obispo Benlloch y copríncipe de Andorra y que hoy podemos encontrar frente a la iglesia parroquial de Andorra la Vella.

Por lo que respecta al ámbito cultural, el obispo Benlloch potenció “la investigación histórica, el arte y la música”. Además, el obispo Joan Benlloch encomendó “al prestigioso arquitecto Josep Puig i Cadafalch, la restauración de la catedral de Santa María” en La Seu d’Urgell. El obispo, amante de la cultura, confió a Mn. Enric Marfany, «la formación musical de los seminaristas y la solemnización de la música en la catedral». Además, el obispo Benlloch «escribió la letra del himno nacional de Andorra, a la que el padre Marfany le puso la música».

Como terminaba su conferencia Mn. Benigne Marquès, archivero diocesano y capitular de la diócesis de Urgell, “estos son los principales rasgos y actuaciones del obispo de Urgell, Mons. Joan Benlloch Vivó, que hoy tenemos el honor de proclamar como un personaje ilustre de nuestra diócesis”. Por eso Valencia, ciudad natal del obispo Benlloch, debería hermanarse con La Seu d’Urgell y con Andorra la Vella, ya que este valenciano ilustre fue el pastor de la diócesis de Urgell y copríncipe de Andorra .

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