El domingo de Pascua, 31 de marzo, en toda la Diócesis los presbíteros y diáconos se multiplicaron para que se pudiera celebrar al máximo la gran solemnidad de la Resurrección del Señor, la fiesta litúrgica más importante de todo el año.
En la Catedral de Santa María la celebración solemne del Día de Pascua fue presidida por el Arzobispo Joan-Enric y concelebrada por el Vicario General y Rector, Mn. Ignasi Navarri y el Secretario general Mn. David Codina. El sr. Arzobispo impartió la bendición apostólica con indulgencia plenaria a todos los fieles presentes.
En su homilía el Arzobispo Vives glosó el significado profundo de la fiesta de Pascua con la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, que da la Vida. Subrayó el valor de la palabra “Aleluya” como la gran palabra y enseñanza distintiva de la Pascua: ¡Alabado sea Dios, el Señor! el Pueblo de Dios que se alegra en la Pascua por el Bautismo que nos hizo hijos de Dios y nos incorporó a la Iglesia, canta gozoso ¡Aleluya! porque el Señor ha Resucitado. ¡Él está vivo! ¡Somos el Pueblo del Aleluya! Esto debe llevarnos a vivir con alegría y alegría, a pesar de las dificultades y tormentas y las cruces de la vida.
Los cristianos somos el pueblo de la Vida y no vivimos una neurosis o una esclavitud y falta de libertad o una ilusión que nos hace ser ingenuos e ilusos y que nos quita felicidad sino porque Jesús ha resucitado y Él está vivo, vivimos la fe que nos mueve a estar alegres en el Señor que ha vencido a la muerte y a comprometernos con los hermanos.
Al final de la Misa el Arzobispo impartió la bendición apostólica con indulgencia plenaria en aquel Domingo Solemne de Pascua y se cantó el Regina Caeli Aleluya! a alabanza de la Virgen María, que en todas las advocaciones, debe ser amada y venerada.
Al salir de la Eucaristía Mons. Vives se añadió al grupo de caramelles de adultos de la Hermandad de San Sebastián que año tras año anuncian la resurrección de Cristo por la ciudad de La Seu d’Urgell, uniéndose a esta bonita tradición tan arraigada en Cataluña.