“Deja tu huella, sé testigo”

Con este lema, “Deja tu huella, sé testigo”, los Delegados de Pastoral Vocacional de las Diócesis españolas y de las Congregaciones religiosas, así como de quienes trabajan por las Vocaciones misioneras, nos invitan a celebrar con interés y oración confiada la 59ª Jornada mundial de Oración por las Vocaciones, unida a la Jornada de las Vocaciones nativas. El lema se refiere a hacer camino en la vida “dejando huella”, con un objetivo discernido y acogido, ya que estamos celebrando un Año Santo, y tendrá lugar un Encuentro europeo de jóvenes el próximo verano en Compostela. Hagamos nuestro este lema. Necesitamos que los jóvenes se animen a hacer camino, a buscar objetivos grandes para sus vidas, con ideales que saquen del amodorramiento. Que acojan la llamada de Dios sin hacerse los sordos. Cada persona que viene al mundo trae en él una vocación, una misión. El Papa Francisco dice más: él es una misión. Por eso confiamos en la Virgen María, la que respondió con prontitud a la llamada del ángel y se ofreció a ser cooperadora de la voluntad y los designios de Dios.

Hace un año el Cardenal arzobispo de Rabat, Cristóbal López, recordaba a los responsables de la llamada vocacional que “es importante poner a la persona en el centro del discernimiento vocacional, dado que todos hemos sido llamados por Dios a la existencia y todos somos vocacionados. La pastoral vocacional no debe estar centrada en la búsqueda de personas para mantener las obras, sino en desarrollar una cultura vocacional capilar, que nos ayude a descubrir la vida como vocación.” Podríamos decir también, a descubrir que debemos dejar nuestra huella en la historia que nos toca vivir, a no dejar el mundo igual o peor de lo que lo hemos encontrado, y a ofrecerse para “ser testigo” de lo que hemos experimentado de vida, de felicidad y de gracia salvadora en Jesús de Nazaret. Él puede y quiere llenar de sentido nuestras existencias. Su amor hace feliz. Se trata de proclamarlo y ayudar a discernir el camino de la respuesta de cada persona. El Papa Francisco a los jóvenes en Cracovia en 2017 les decía: “Jesús te llama a dejar tu huella en la vida. Una huella que marque tu historia y la de tantos”. El amor recibido es necesario compartirlo con los demás, dando la vida. Jesús lo dice: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13).

Y el lema invita también a «ser testigos«. Todos estamos llamados a dar la vida de forma complementaria, sea formando una familia y en el trabajo, sea en el sacerdocio o en una especial consagración religiosa o laical, o en las misiones hacia quienes todavía no conocen a Cristo. Un buen discernimiento debe permitirle al joven discípulo ser testigo de Jesús “el Testigo fiel” (Ap 1,5). También hay que darse cuenta de que la Iglesia en Europa se hará más pequeña, perderá muchos privilegios, será más humilde y auténtica y encontrará energía por lo que es esencial. Será más espiritual, más pobre y menos política: será una Iglesia de los pequeños, decía recientemente en Malta el Papa Francisco. Pero queda abierta la cuestión de las vocaciones. Y hay menos jóvenes en Europa. El riesgo es ceder a ser menos exigentes y buscar vocaciones sin un adecuado discernimiento. Europa ha envejecido, sí, y debemos acostumbrarnos; pero debemos hacerlo de forma creativa, para asumir para las vocaciones las grandes cualidades de la humildad, el servicio y la autenticidad. Pidámoslo, poniendo la esperanza en el Espíritu de Cristo Resucitado, nuestro Buen Pastor.

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