Cuaresma y familia

Hemos celebrado la Semana de la Familia, días de oración, reflexión y acción para con las familias, propuesta por las Delegaciones diocesanas de familia y vida de Cataluña. El lema era muy amplio: «La familia: cuna y referente de la nueva humanidad». Ya el domingo pasado se hablaba de ello en este FULL pero hoy, primer domingo de Cuaresma -tiempo de mejora, camino de la Pascua-, os propongo la conversión en nuestras relaciones familiares, porque el amor de caridad sea sincero y fuerte: «La caridad cubre una multitud de pecados» (1Pe 4,8). Examinemos las relaciones con nuestras familias y de paso, con todos los que nos rodean. Os ofrezco como un «decálogo» para mejorar las relaciones dentro de las familias, que a la vez son ayuda para la mejora de las relaciones con los que nos rodean.

  1. Acéptate tal como eres y valora esta familia que tienes, sin irte apuntando todas las ofensas e incomprensiones que te hayan podido hacer los que te rodean, al contrario, acuérdate de todo lo que te han ayudado y te han dado.
  2. Considera que has recibido, con toda probabilidad, más de lo que necesitas. No envidies a nadie, haz un esfuerzo por ver en positivo los actos del otro, lo que debe sufrir él con sus defectos, lo que debe querer mejorar.
  3. Acepta a los demás tal como son y escucha sus razones, empezando por los más cercanos: tu familia, los amigos, los compañeros, los vecinos. Desde la acogida, podrán crecer en lo que todavía les falta.
  4. Aprende a decir y a sentir decir que los otros hacen bien las cosas y díselo tú también, en voz alta, sin resentimientos ni temores, estando contento. Alégrate de que los otros son y tienen, de lo que les sale bien. Destácalo de vez en cuando.
  5. No te compares nunca con los demás, porque esto conduce al orgullo o la desesperación, que nunca te harán feliz. Cada uno es un hijo ante Dios. Y somos hermanos. Lo que es del otro, especialmente en la familia, de alguna manera también es mío, y nos enriquece a todos.
  6. Vive en la verdad, sin miedo a decir «sí» a lo que está bien, y «no» a lo que está mal, sin tener que quedar siempre bien según el otro, ni decirle lo que quiere oír. Pero siempre con paciencia, con ganas que crecer, nunca para aplastarlo o salir yo airoso, con la razón triunfante.
  7. Resuelve los problemas y los conflictos con el diálogo y nunca guardes rencor. El rencor te encerrará en la tristeza. Dialogar empieza por escuchar. ¿Encontramos tiempo para escucharnos, para regalarnos momentos de estar juntos, para comprender las razones y dificultades del otro, aunque creamos que ya lo sabemos?
  8. Empieza a dialogar sobre lo que os une y, sólo después, ocúpate de lo que os separa, en la pareja, con los hijos, con los abuelos… Siempre son más las cosas que nos unen que las que nos separan. Y encontremos cosas que hacer en común, juntos, con aportaciones de cada uno de los miembros de la familia. No lo hagas todo tú solo. Déjate ayudar. No temas mostrar tus debilidades.
  9. En los conflictos o discusiones, después da tú el primer paso, sin esperar a que lo dé el otro, y hazlo pronto. Que no se ponga el sol sin que hayáis hecho las paces, sin el abrazo de la reconciliación, aunque sólo sea un silencio de perdón.
  10. Ten por seguro y por cierto que perdonar y amar es siempre, siempre, más importante que tener razón, o mantener un distanciamiento, que nos acabará haciendo daño a todos. Y con el tiempo, la verdad surgirá, la comprensión renacerá. ¡Santa Cuaresma!

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