Contemplando el pesebre

Acogiendo el misterio de la Encarnación del Señor, y para captar mejor este acontecimiento que cambió la historia, el Papa Francisco nos acaba de enviar la Carta «Signo admirable» (Admirabile signum) sobre el significado y el valor del pesebre, y nos anima a contemplarlo con fe y profundidad, y a transmitir esta fe de padres a hijos. Os subrayo algunos puntos esenciales:

  • El pesebre es el Evangelio hecho vida. La escenificación del nacimiento de Jesús surge de la Escritura y nos pone en camino, atraídos por Cristo, «recostado en un pesebre», que «se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre».
  • S. Francisco de Asís inventó el primer pesebre (Greccio, 1223) porque quería «contemplar» la fragilidad del Niño Jesús. Fue un «pesebre viviente» con los campesinos, que a todos llenó de una alegría indescriptible. Después celebraron la Eucaristía, allí mismo, mostrando el vínculo entre Encarnación y Eucaristía. Uno de los presentes incluso «vio» a Jesús en aquel pesebre (reporta Tomás de Celano, biógrafo del santo).
  • El pesebre manifiesta la ternura de Dios, que siendo el Creador «se abaja a nuestra pequeñez». El pesebre es una invitación a «sentir», a «tocar» la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo, en su encarnación, y una llamada a encontrarlo y a servirlo en los hermanos necesitados.
  • Toda la Creación participa en la fiesta de la venida de Jesús: el cielo estrellado, los paisajes, los animales, los pastores, los magos… (pensemos en la letra originaria del villancico «El cant els ocells«). Y también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar al portal y adorar al Señor.
  • María lo conservaba todo en su corazón. Es la madre que contempla a su Hijo y lo muestra a todos los que vienen a visitarlo. Es maestra de contemplación.
  • José es representado como custodio de la familia, junto a María, en una actitud de protección del Niño y de su madre. Nunca se cansa de proteger. Fue el primer educador de Jesús niño y adolescente. Y como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica.
  • Hay otras figuras en el pesebre, sobre todo las de mendigos y «gente que no conocen otra abundancia que la del corazón», pero que «están cerca del Niño Jesús por derecho propio, sin que nadie pueda echarles fuera o alejarlos», dice el Papa. Y otras figuras que expresan que en este nuevo mundo inaugurado por Jesús hay espacio para todo lo que es humano y para toda criatura.
  • Y cuando en Navidad colocamos la figura central del Niño Jesús «el corazón del pesebre empieza a latir». «Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos». Dios Creador esconde su poder en la debilidad y en la fragilidad, y «suscita alegría y sorpresa, porque nos pone ante el gran misterio de la vida».
  • Los Reyes Magos nos recuerdan nuestra misión evangelizadora. Cada cristiano debe ser evangelizador. Ellos «enseñan que se puede empezar desde muy lejos para llegar a Cristo». «Ellos no dudan en ponerse de rodillas y adorarle».

El Papa Francisco nos invita a tomar conciencia del gran don que se nos ha dado al transmitirnos la fe, y nos hace sentir el deber y la alegría de transmitir a los hijos y a los nietos la misma experiencia. Lo que cuenta es que el pesebre hable a nuestra vida. En todo lugar y de cualquier manera, aunque siempre sea igual, el pesebre habla del amor de Dios, el Dios que se ha hecho Niño para decirnos que está cerca de todo ser humano, sea cual sea su condición.

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