Confirmaciones en Puigcerdà

El domingo 29 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor, por la tarde, el Arzobispo de Urgell, Mons. Joan-Enric Vives, administró el sacramento de la Confirmación a 26 jóvenes de la Parroquia de Santa María de Puigcerdà y 2 de la Parroquia de la Virgen de los Ángeles de Llívia.

Concelebraron con el Arzobispo el Rector de Puigcerdà, Mn. Josep Grau y el Rector de Llívia, Mn. Josep Uriel Álvarez, con Mn. David Codina.

En su homilía el Arzobispo Joan-Enric glosó a los jóvenes cómo en aquel domingo toda la Iglesia estaba gozosa y alegre por la fiesta de la Ascensión del Señor. Jesús sube al cielo, pero no nos deja solos, nos regala su Espíritu Santo que los jóvenes recibían en plenitud en esa celebración litúrgica. El Espíritu Santo que es un don que es dado por Jesús y que debe ser acogido por los confirmandos abriéndose a la acción de Dios en sus vidas. Por eso el Arzobispo animó a los jóvenes a ser testigos de Jesús con alegría, coraje y libertad, sin vergüenza, y con compromiso cristiano. Un compromiso que debe llevar a la apertura a los demás porque todos somos hermanos como nos lo ha recordado el Papa Francisco en su encíclica «Fratelli tutti«. La pandemia de la covid19 nos ha hecho dar cuenta de la vulnerabilidad de toda persona humana, es decir, que tenemos heridas profundas que no podemos vencer solos. La pospandemia ha hecho emerger a muchas personas con secuelas físicas o mentales y nos ha enseñado que solos no podemos salir de ella, que necesitamos de la ayuda unos de otros, y sobre todo de la ayuda de Jesús. Por eso el Arzobispo animó a los jóvenes a no renunciar nunca a su fe, a perseverar en ella, porque sin la fe no somos nada. Y animó a toda la comunidad cristiana a ser testigo de fe y de amor para las generaciones más jóvenes. Finalmente, glosó los signos de la Confirmación: la renovación de las promesas bautismales que harían los jóvenes, la imposición de manos y la oración pidiendo el don del Espíritu Santo sobre los jóvenes y la crismación con las respuestas significativas por parte de los jóvenes de su “Amén” bien personal y la respuesta “y con tu Espíritu” para devolver al Obispo la paz de Cristo que les daba en la crismación.

Al final de la Misa el Arzobispo regaló a los jóvenes un Nuevo Testamento y les animó a que fuera un libro importante en sus vidas, leyendo cada día un pequeño fragmento para conocer mejor a Jesús, amarle más y ser sus testimonios.

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